El director de la Unesco, Koichiro Matsuura, confirmó en Colombia la declaración de dos áreas de este país como reservas mundiales de la biosfera.
Las dos zonas beneficiadas con esta declaración de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) son el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en el mar Caribe, y la ciénaga Grande de Santa Marta, en el norte del país.
Matsuura oficializó la decisión, adoptada originalmente el 9 de noviembre, durante un recorrido que realizó por estos lugares el lunes y el martes pasados junto al presidente de Colombia, Andrés Pastrana, y otras autoridades.
En la visita, el director de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas explicó que la declaratoria significa la apertura de espacios de conservación en este país, en los que también se consoliden alternativas de producción social, cultural y ecológicamente sustentables.
El Ministerio de Medio Ambiente estudia hacer del archipiélago caribeño un modelo mundial de conservación de los recursos marinos, desde la óptica del desarrollo sustentable y del control de la pesca.
La directora técnica de ecosistemas de esa cartera, Angela Andrade, dijo a IPS que esa zona se convertirá en la de mayor extensión entre las reservas marinas existentes (30 por ciento de la extensión territorial del mar Caribe colombiano).
Andrade explicó que gran parte del área, de gran biodiversidad, cuenta con ecosistemas como las barreras de arrecife coralino, que son las segundas más extensas del gran Caribe y la mayor de Colombia.
Pobladores del archipiélago esperan que la declaratoria de la Unesco posibilite erradicar la pesca sin control de caracoles, langostas y camarones que realizan empresas transnacionales, que sobrepasan las cuotas fijadas por las autoridades.
Los recursos pesqueros del lugar son abundantes y diversos, pero también muy frágiles, por lo cual las acciones de protección que se deriven del reconocimiento de la Unesco se reflejarán en un adecuado manejo y conservación «para el disfrute de generaciones presentes y futuras», indicó Andrade.
La otra área declarada reserva mundial de la biosfera, la ciénaga Grande, de Santa Marta, es un ecosistema con una alta productividad y diversidad biológica y abundantes recursos pesqueros, de los cuales viven las comunidades de la zona.
Los manglares de esta zona se vieron afectados a comienzos de los años 70 por la construcción de una carretera que cortó el flujo de agua desde el mar a la laguna, hecho que impactó en las especies que tenían su hábitat en las raíces de los arbustos.
El reconocimiento de la Unesco para la ciénaga Grande es importante porque reforzará acciones que se realizan para rehabilitar los bosques y, en general, para conservar el recurso hídrico en beneficio del desarrollo sustentable de las comunidades de la zona.
La declaratoria de reserva mundial de la biosfera fue adoptada en 1971 para proteger áreas con potencialidad para reconciliar la conservación de la diversidad biológica con la utilización sustentable de los recursos.
La Unesco declaró varias reservas mundiales en la decimosexta sesión del Consejo Internacional de Coordinación del programa Hombre y Biosfera 21, entre ellas esta dos zonas colombianas.
Las reservas son laboratorios para promover el desarrollo sustentable, integrar la conservación biológica con el ordenamiento territorial y promover la investigación y la educación de las comunidades locales, dice la Unesco.
Otra función es la de promover el intercambio de información relacionado con asuntos locales, de conservación y de desarrollo de los espacios. (FIN/IPS/yf/dm/en/01