La soledad de Tainá, una niña indígena en medio de los infinitos bosques amazónicos de Brasil, aumentó con la muerte de su anciano tío Gé, pero ella heredó de su pueblo el coraje y el conocimiento de la naturaleza.
Esa fuerza la ayuda a cumplir su misión de combatir la piratería biológica y el tráfico de animales silvestres, practicados por extranjeros con la complicidad de grupos locales, cuenta la película «Tainá», el más reciente intento de impulsar un cine para niños con temas verdaderamente nacionales.
En su lucha, Tainá cuenta con un aliado inesperado, un niño de la gran ciudad, adicto a los juegos electrónicos y aficionado a las hamburguesas de Mac Donald's, por lo que se encontraba completamente desubicado en un poblado a las orillas de un río amazónico.
Se encuentra allí porque su madre, científica, investiga una vacuna contra una enfermedad tropical, que despierta la codicia de los modernos piratas extranjeros del conocimiento local y de animales.
Vidas tan opuestas provocan un choque cultural, pero no impiden que la pequeña desbarate a la cuadrilla, llevándola a la cárcel, a través de la policía ambiental del país.
«Tainá», dirigida por Tania Lamarca, busca atender la demanda del público infantil, intensa en estos meses de vacaciones escolares, de diciembre a febrero, y en general monopolizada por películas estadounidenses, como las inevitables producciones de Walt Disney, y más recientemente por el japonés Pokemon.
Aprovecha para eso el esplendor de las imágenes de los inmensos bosques y ríos, el encanto de los animales, cuyos gestos sirven de comentarios a las acciones humanas, la exuberancia amazónica y su poder de estimular la imaginación de cualquier persona.
La buena fotografía ayuda a sacar provecho de esos recursos naturales, como situaciones cómicas e insólitas que cautivan a los niños, y también a los adultos, como el susto de un niño urbano en la selva o um «bombardeo» de cocos contra los bandidos desde un hidroavión.
No sólo el conocimiento indígena de la naturaleza es alabado en la persona de la niña Tainá. Su amigo blanco logra pilotar el hidroavión gracias a su intenso entrenamiento en los juegos electrónicos.
«Es lo que más me gustó», comentó un espectador de ocho años, al final de una sesión.
La historia es ingenua, como parece inevitable en las películas infantiles, pero los niños están lejos de comprender las referencias a la piratería científica, al conocimiento local que extranjeros patentan en sus países, adueñándose de derechos que deberían pertenecer a las poblaciones amazónicas.
Más sencillo sería atenerse a la denuncia del contrabando de animales silvestres, un negocio que según algunas estimaciones supera los 20.000 millones de dólares al año en el mundo, siendo superado sólo por el tráfico de armas y drogas, entre las actividades ilegales.
Brasil contribuye con 15 por ciento de ese mercado como uno de los grandes exportadores, según Dener Giovani, director de la Red Nacional de Combate al Tráfico de Animales Silvestres, una organización no gubernamental que colabora con las autoridades ambientales brasileñas.
Las especies amenazadas de extinción son las que obtienen mejores precios, hasta 200.000 dólares en el caso de la arara azul, un pájaro de los bosques de la costa atlántica brasileña de los que hay pocos ejemplares, según los expertos.
En «Tainá», un mono de una especie en extinción, cazado por el grupo de biopiratas y protegido por la indígena, es el eje de la historia. Un grupo estadounidense ofreció 10.000 dólares por uno de esos animales.
«Tainá» trata de ejercer, en estas vacaciones de verano, el papel que tuvo hace un año el «Castillo Ra-Tim-Bum», una película para niños considerada importante en el cine nacional. En realidad es una adaptación de un programa de la emisora pública de televisión, considerado de excelente calidad.
Los filmes brasileños de mayor éxito de taquilla suelen estar destinados a los niños, pero tienen objetivos comerciales y de entretenimiento. Sus protagonistas y productores son la conocida presentadora de televisión Xuxa y el grupo de comediantes «Trapalhdes» (personas ingenuas que siempre se equivocan).
La cantidad relativamente pequeña de espectadores atraídos por «Tainá» en las primeras semanas de exhibición en Río de Janeiro indican que el público sigue prefiriendo películas de diversión pura, en general producciones estadounidenses. (FIN/IPS/mo/ag/cr/01