El Congreso de Estados Unidos analizará esta semana el secreto bancario y sus relaciones con el lavado de dinero según un informe que incluye referencias a las cuentas de Raúl Salinas, el hermano del ex presidente de México, Carlos.
Este lunes, el mismo día que el presidente de Gabón, Omar Bongo, declaró la guerra a la corrupción en su gobierno, el informe del Congreso calificó de caso ejemplar de lavado de dinero una cuenta que mantiene el dictador africano en un banco de este país.
Bongo, quien gobierna a Gabón desde 1967, trasladó varias veces más de 130 millones de dólares de una a otra cuenta en el Citibank de Nueva York desde 1970, hasta que este año supervisores del banco las clausuraron, según el informe.
El mismo fue preparado para las audiencias sobre las cuentas amparadas por el secreto bancario que comenzarán esta semana los legisladores del gobernante Partido Demócrata en el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado.
Aunque se sospechaba que el dinero procedía de sobornos de compañías petroleras y de fondos del gobierno, ni el banco ni los controladores del gobierno que investigaron las cuentas a mediados de esta década ordenaron tomar medidas al respecto.
La ley estadounidense estipula que los bancos deben ejercer la "debida diligencia" para determinar que las fuentes de sus fondos sean legítimas, señala el informe del Congreso.
El estudio también abarcó los servicios que rindió la banca privada a los hijos del ex dictador nigeriano, general Sani Abacha, antes y durante su gobierno de 1993 hasta su repentina muerte en junio de 1998.
Reveló que los tres hijos de Abacha se apropiaron de más de 110 millones de dólares y los depositaron en cuentas confidenciales de Citibank en Londres entre 1988 y 1999, año en que fueron congeladas por el gobierno británico.
Alain Ober, el banquero de Abacha y Bongo, les brindó "todo tipo de servicios especiales", según el informe.
En un caso, accedió a permitirles a los Abacha un sobregiro de 39 millones de dólares para que pudieran trasladar rápidamente el dinero y evitar una investigación gubernamental de sus fondos sin tener sanciones financieras.
Ober atestiguará en las audiencias de esta semana.
Los casos de Abacha y Bongo ofrecen una vista del elitista mundo de las cuentas internacionales secretas. Los investigadores del Congreso creen que los bancos manejan 15,5 billones de dólares con este tipo de cuentas en todo el mundo, pero el acceso no está abierto a todos.
Para abrir una cuenta secreta, los clientes deben depositar un millón de dólares o más a cambio de que el banco les asigne un "banquero confidencial" o "gerente de relaciones" para actuar como enlace con el banco, y para que el cliente acceda con facilidad a los servicios, como el secreto y la confidencialidad.
La industria ha sido muy lucrativa. En Citibank, por ejemplo, el rendimiento de las cuentas confidenciales ascendió a 24 por ciento.
La mayoría de los bancos internacionales tienen departamentos de cuentas confidenciales, pero el de Citibank adquirió la notoriedad en 1995 en conexión con las actividades de lavado de dinero de Raúl Salinas.
Raúl, quien tuvo a su propio banquero confidencial en la sede de Citicorp en Nueva York, depositó entre 80 y 100 millones de dólares allí entre 1992 y 1995, año en que las cuentas fueron congeladas por un tribunal suizo, que concluyó que los fondos procedían del narcotráfico.
El informe del Congreso sostiene que las cuentas amparadas por el secreto bancario son especialmente útiles para quienes quieren lavar u ocultar dinero mal habido.
Las cuentas secretas son atractivas para los "carteles de drogas, corruptos y evasores de impuestos com forma de ingresar sus ganancias mal habidas en el sistema bancario mundial", declaró el senador Carl Levin, autor del informe.
"Las cuentas confidenciales son atractivas para esta gente porque venden el secreto, el servicio que quieren quienes lavan dinero", dijo.
Levin presidirá las audiencias de esta semana en que atestiguarán varios banqueros y ejecutivos de Citibank.
El senador presentará un proyecto de ley que exigirá mayor regulación estatal de las cuentas secretas y que amplía las leyes que penalizan el lavado de dinero a los casos de corrupción, soborno y evasión de impuestos.
La ley actual estipula que el lavado de dinero sólo es ilegal si se utiliza para el narcotráfico, el terrorismo o el fraude bancario internacional.
Citibank, uno de al menos 12 bancos estadounidenses con departamentos de banca confidencial, tiene al menos 40.000 cuentas secretas. De estas, declaró el banco, 350 corresponden a altos funcionarios extranjeros o sus familiares.
Además de Bongo, los hijos de Abacha y de Salinas, Citibank tiene cuentas de Asif Ali Zardari, el esposo de la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto, el ex presidente venezolano Jaime Lusinchi y las dos hijas del ex presidente indonesio Alí Suharto.
Pero el informe del Congreso sólo cubre a Salinas, Zardari, Bongo y los Abacha.
De los cuatro, Bongo fue el que movió más dinero de cuentas privadas de las filiales de Citibank en Nueva York, Londres, París, Luxemburgo, Suiza y la isla de Jersey.
En 1997, Francia comenzó a investigar el presunto soborno de Bongo por parte de la compañía petrolera Elf. Así mismo, tribunales suizos, a pedido de París, congelaron las cuentas del dictador.
El informe del Congreso no llegó a conclusión alguna sobre la fuente de las cuentas de Bongo que, como muchas de las cuentas confidenciales, están numeradas y corresponden a compañías fictas, en este caso a Tendin y Leontine.
El primer depósito en la cuenta numerada de Bongo, por 52 millones de dólares, correspondió en 1985 a Inversiones Tendin y procedió de la oficina de Citibank en Bahrein. También pidió un préstamo al banco, a menudo usando esos fondos como garantía.
En documentos internos obtenidos por el Congreso, ejecutivos del banco expresaron su preocupación por la posible revelación de la existencia de las cuentas y por la fuente del dinero.
Por ejemplo, en 1986 un documento interno destacó que se debía guardar la confidencialidad en referencia a Bongo. Existía un riesgo "político" asociado con el "conocimiento público de las transacciones crediticias" del dictador, señala un mensaje.
"Es muy probable que los grandes depósitos que tiene el cliente con nosotros en el exterior queden estigmatizados si esto se conoce", agrega.
Pero la mayor parte del tiempo, el personal de Citibank no se mostró interesado en la fuente de los fondos.
"Nunca le preguntamos a nuestro cliente de dónde venía este dinero", escribió Ober en un mensaje interno de 1996, poco después de que los controladores del gobierno comenzaron a manifestar su interés en las actividades financieras de Bongo. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq/if/99