Una exposición en Venecia recuerda los amores, aventuras sentimentales, viajes y desventuras de Giacomo Casanova en el bicentenario de su muerte, así como sus pretensiones culturales y filosóficas.
Intrigante y provocador, Casanova (1725-1798) atraviesa y es parte constituyente de todo el siglo XVIII europeo, en particular del mundo veneciano, señala el organizador de la exposición, Giandomenico Romanelli.
Obras de los más significativos pintores venecianos y europeos provenientes de los principales museos, libros, documentos, objetos cotidianos y joyas cuentan su vida y la cultura de su tiempo y de las grandes ciudades en las que vivió: Dresde, Berlín, París, Praga, Londres, Madrid, Viena, Lisboa y Estambul.
La exposición, que se inauguró el 12 de septiembre y estará abierta al público hasta el 10 de enero próximo en el Museo del 1700 veneciano, Ca Rezzonico, tiene una sala dedicada a la seducción, presente en numerosas pinturas.
Se exhiben obras de los pintores del siglo XVIII Canaletto, Bernardo Belloto, Gianbatista Crosato, Raphael Mengs, Antonio Graff, Antonio Joli, Giovanni Fiorentino, Marco Ricci, Michel-Ange Houesse, Michele Marieschi, Francesco Guardi y Francesco Casanova, hermano del personaje.
Resultó "difícil seguir a Casanona a través de las camas y los palacios, los casinos y las bibliotecas, los campos de batallas y los salones", comentó Cesare de Seta, otro de los organizadores de la exposición.
Italia era considerado el centro de Europa y el país de la cultura, y la intelectualidad europea de la época se trasladaba allí. Casanova, sin embargo, va contra la corriente, y decide de vivir fuera de Italia.
El historiador Elio Bartolini dice que Casanova tenía un talento versátil, era un intelectual dúctil, que le gustaba la buena vida y se adaptaba de inmediato a las costumbres del país al que llegaba.
Otro experto, Federico Di Trocchio, recuerda una de las frases preferidas por Casanova: "porque no existe la mujer ideal ni el amor ideal es que se transforma en necesario seducir". En base a esta convicción basó su vida, crando al mismo tiempo un mito literario y un arquetipo sentimental.
Por el mundo y la mujer mostraba respeto e interés porque "eran las únicas realidades que conocía y de las cuales podía extraer placer". Aceptó sin vacilar la paradoja de Eros: "amar no es en realidad entrar en relación íntima con el otro ser, sino con la otra parte, aquella aún oscura, de uno mismo".
Para Casanova, la infidelidad es sólo un falso problema porque "el amor no requiere necesariamente de la sinceridad, sino de la autenticidad".
Casanova lo dice en su lenguaje atrevido: "yo he amado a las mujeres hasta la locura, pero a ellas prefiero mi libertad, cuando me he encontrado en peligro de sacrificarla, me he salvado por casualidad y me río cuando algunas mujeres llaman pérfidos a los hombres que acusan de inconstantes".
Giacomo Girolamo Casanova nació el 2 de abril de 1725, en Venecia, hijo de Gaetano, un modesto actor de teatro, y Giovanna, quien también frecuenta el teatro en compañía de su esposo, según lo cuenta en "Historia de mi vida".
Pero en realidad sería hijo de una relación de su madre con Michele Grimaldi, el dueño del teatro donde trabajaba su padre, rumor que recoge él mismo en el libro "Ni amores, ni mujeres".
Casanova llega a ser un buen latinista, se interesa en la lengua griega y se dedica a la lectura de libros prohibidos, dando muestras de curiosidad insaciable y memoria prodigiosa.
Quizo ser médico, pero su madre lo inscribe en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Padua, donde asiste a cursos de derecho canónico, instituciones civiles y filosofía. El interés por la ciencia lo lleva a tomar lecciones de anatomía, botánica, astronomía y matemática.
Comienza la carrera eclesiástica y en febrero de 1740 recibe la tonsura y en enero de 1741 las cuatro ordenes menores. Pero no pone freno a su vida sentimental y termina por abandonar la carrera eclesiástica.
A principios de 1746 cuenta ya con un pasado universitario, eclesiástico y militar. El 25 de julio de 1755 es condenado en Venecia a cinco años de cárcel por ultraje a la moral. Después de 15 meses de prisión, huye y pasa largos años de exilio.
Durante los siguiente 18 años va a Francia, Holanda, Bélgica, Suiza, Gran Bretaña, Rusia, Polonia y España, donde pasa largos períodos.
En los últimos años de su vida, a partir de 1785, trabaja como bibliotecario en el castillo de un conde, en el norte de Bohemia, donde escribe sus memorias, de cerca de 3.600 páginas. Muere el 4 de junio de 1798. (FIN/IPS/jp/ag/cr/98