Las cruzadas, que enfrentaron del siglo XI al XIII a cristianos y musulmanes y determinaron el encuentro entre esas dos culturas, son recordadas después de 700 años por Roma, con una exposición abierta hoy.
La muestra, que se denomina "Las cruzadas: Oriente y Occidente, desde Urbano II a San Luis (1096-1276)" y permanecerá abierta hasta el 30 de abril, recuerda hechos históricos con significado antagónico para esos dos mundos, el cristiano europeo y el islámico.
"He disparado sobre el nuevo cruzado", declaró el turco Alí Agca cuando el 13 de mayo de 1981 atentó contra el Papa Juan Pablo II.
La prensa árabe, puesta a condenar alguna empresa de Occidente, no resiste a la tentación de hablar de los modernos cruzados. Mientras, el contacto cotidiano entre las dos culturas continúa: millones de jóvenes procedentes del mundo islámico llegan en este fin de siglo a Europa, empujados por la pobreza.
Los caballeros de armadura y la plebe que los acompañaba a pie partían hacia Oriente de castillos helados e incómodos, los primeros, y de cuevas dignas de animales, los segundos.
Llegaron a una tierra donde los médicos consultaban los textos helénicos y los filósofos, los matemáticos, los agricultores, los arquitectos, habían alcanzado una cultura superior.
Pero la civilización árabe islamica se encontraba en su luminoso crepúsculo: los califas eran una sombra del poder y quienes mandaban eran los emires kurdos, como Saladino, y los turcos.
Los documentos expuestos en Roma evidencian que los primeros cruzados no fueron golpeados por la superioridad de la civilización árabe, sino fundamentalmente por la fuerza de los turcos, y que sólo más tarde se sintió en Europa la influencia de de la cultura predominante en Oriente.
Corría el año 1095 cuando el Papa Urbano II, preocupado por el avance de los musulmanes en Palestina, lanzó un llamamiento desde la ciudad francesa de Clérmont para liberar Jerusalén y unir a los cristianos de Occidente con sus hermanos de Oriente.
"Dios lo quiere", gritó el Papa, y centenares de miles de personas renunciaron a todo para tomar las armas y salvar la llamada Tierra Santa.
El año siguiente comenzó la fascinante epopeya de las cruzadas. Ocho expediciones militares fueron sucesivamente organizadas para asegurar a la Iglesia Católica el control del Santo Sepulcro, amenazado por los musulmanes.
Caballeros y monjes, mercaderes y aventureros, llegaron a Jerusalén y combatieron para retener los lugares sagrados del cristinismo.
Entraron en contacto con la civilización islámica, y de ese encuentro, que cambió profundamente la historia de Europa, nacieron nuevas formas de arte y cultura, que la exposición revive.
Un total de 130 museos de todo el mundo facilitaron las 200 obras exhibidas en el Palacio Venecia, que ilustran las cruzadas a través de diversos puntos de vista, para documentar la evolución política, cultural y económica del encuentro entre Oriente y Occidente en el arco de dos siglos.
Están expuestas las corazas, las armas y las armaduras medievales, junto a una serie de miniaturas que representan a los caballeros de la época, listos a combatir por Jerusalén.
A Jerusalén está dedicada una sección especial, que recrea esa capital de la cristiandad en el siglo XI.
Una parte importante, dedicada al arte nacido del intercambio entre el mundo occidental y el oriental, reúne casi todos los manuscritos realizados en Tierra Santa durante las cruzadas.
Después de Roma, la muestra se presentará del 15 de mayo al 4 de agosto en el Convento de los Jacobinos de Tolosa, Francia. (FIN/IPS/jp/ff/cr/97