La falta de acciones concretas para resolver el drama de cientos de miles de refugiados en Zaire es una vergüenza para la comunidad internacional y pone en juego no sólo la credibilidad de la Unión Europea (UE) sino también de las Naciones Unidas (ONU), declaró la comisionada Emma Bonino.
Bonino, responsable para la Ayuda Humanitaria de la UE, afirmó el lunes 3 que no menos de 500.000 personas arriesgan la muerte por hambre, penurias y violencia armada, lo cual constituye "una irresponsabilidad escandalosa a nivel mundial".
"No estoy dramatizando, lo vi con mis propios ojos", afirmó Bonino, quien regresó este lunes de un viaje de inspección por la región de los Grandes Lagos que, además de Zaire, integran Burundi y Ruanda.
"La selva en la zona adyacente a Tingi-Tingi es muy espesa, pero de repente, desde el aire, apareció un enorme hueco en la espesura y allí estaban, eran al menos 200.000 refugiados. La visión de esa gente, bajo 35 grados de temperatura a la sombra y desprovista de medios de subsistencia, fue alucinante", expresó.
Según Bonino, hay otros 200.000 desplazados perdidos en la jungla, cuya suerte se desconoce. "Espero que no hayan muerto de hambre", dijo. "Estamos haciendo de todo para saber qué suerte corrieron", agregó.
Apuntó que, además, se deben contar 100.000 naturales de Zaire desplazados por los combates entre fuerzas de Kinshasa y de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (ADFL) lideradas por Laurent-Desire Kabila, antiguo oponente del presidente Mobutu Sese Seko, en el poder desde 1965.
Las milicias rebeldes de la Alianza están coaligadas con guerrilleros banyamulengue.
Los banyamulenge son tutsis originarios de los actuales territorios de Ruanda y Burundi y llegaron a lo que actualmente es el este de Zaire en sucesivas migraciones que comenzaron hace más de 200 años.
Esta minoría se estableció en las tierras altas cercanas a la ciudad de Uvira entre los siglos XVI y XIX. Su situación es precaria desde 1981, cuando una ley les negó la nacionalidad zaireña.
En noviembre pasado, cientos de miles de refugiados que habían llegado a ciudades fronterizas de Zaire en viaje de retorno voluntario a sus lugares de origen debieron internarse nuevamente en la selva ante el avance de las tropas rebeldes.
Si bien la mayoría de los observadores diplomáticos coincidió que la región oriental de Zaire estuvo relativamente en calma en los últimos dos meses, la situación cambió con la nueva ofensiva de las fuerzas gubernamentales que colocó en primera línea del frente a las ciudades centrales de Walikale y Tingi-Tingi.
"Yo comprendo que la opinión mundial se emocione porque hay 70 rehenes atrapados en la embajada japonesa en Lima, o por las ballenas que van a morir en las costas de Australia, pero aquí se trata de medio millón de personas… Esa situación pone en juego la credibilidad de la UE y de la ONU", dijo Bonino a IPS.
Subrayó que los damnificados en la región de los Grandes Lagos fueron abandonados por todos menos los operadores de ayuda humanitaria, a pesar de las críticas y la reticencia de muchos gobiernos que decidieron suspender el envío de una misión militar para proteger la asistencia a los refugiados.
Señaló que agencias y organizaciones no gubernamentales (ONG), en estos momentos representan "la imagen de una Europa que, pese a todo, pretende dar dignidad a los valores humanos".
"El 'Gotha' de las potencias militares dijo que ya no hacía falta enviar una fuerza de protección porque los desplazados estaban volviendo voluntariamente a sus aldeas. Nosotros previnimos que no era así y tuvimos razón", acotó.
En diciembre último, Bonino apeló en numerosas oportunidades a una intervención militar internacional para garantizar el acceso de las organizaciones humanitarias a las víctimas, desarmar a los extremistas hutus de las milicias Interahamwe y a los soldados del ex ejercito ruandés.
Las Interahamwe y el ex ejército de Ruanda, además de ser responsables del genocidio de medio millón de tutsis hace dos años, hasta octubre pasado impusieron un régimen de terror en los campos de refugiados en el este de Zaire.
La comisionada sigue siendo partidaria de una presencia militar para proteger la asistencia y poder descubrir el paradero de aquellos cientos de miles que se internaron en la selva y cuya suerte se ignora.
"No puedo creer que el ultramoderno material militar de detección y los satélites espía de las grandes potencias no puedan descubrir cuánta gente está perdida en la jungla. Si así fuera, entonces significaría que hasta nuestra seguridad corre peligro…", acotó.
Martin Griffiths, coordinador humanitario de la ONU, previno la semana pasada en Nueva York que "el acceso a los refugiados es cada vez más difícil y resulta extremadamente peligroso suministrar ayuda", aunque la ONU buscará un acceso limitado si la lucha entre rebeldes y gubernamentales se extiende.
Sin embargo, Bonino dijo que mediante el apoyo de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO), las agencias que actúan sobre el terreno por ahora logran aportar el equivalente de 600 a 1.000 calorías por persona "porque el hambre es la principal causa de mortalidad".
"Para aliviar de algún modo la situación en esa zona hacen falta mil toneladas diarias de víveres, medicamentos y otros materiales de subsistencia", observó la comisionada.
Hervé Lefeuvre, responsable de ECHO para los Grandes Lagos, informó que se iniciaron trabajos para abrir caminos en la zona y facilitar el pasaje de camiones con víveres y medicamentos. También se mejorará el improvisado aerodromo de Tingi-Tingi que, según Bonino, es impracticable para aviones pesados.
Acerca de las informaciones que circulan sobre la contratación de mercenarios, Bonino dijo que en Kisangani vio aterrizar un avión cargado con esos soldados de fortuna. "Creo que los mercenarios están actuando en todos los bandos", observó.
El problema de un conflicto entre grandes potencias respecto a Zaire, es que tanto Estados Unidos como Francia pueden vetar resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU destinadas a resolver la catástrofe humanitaria en la región.
Francia, la principal aliada de Zaire, interrumpió su asistencia a Mobutu, en tanto existe evidencia que Estados Unidos entrenó y asesoró a tropas ruandesas antes que la Alianza comenzara sus ataques en octubre con apoyo de Kigali.
Bonino dijo que dadas las condiciones imperantes en la región, la ayuda humanitaria debe estar por encima de razones geopolíticas. "Un embajador estadounidense dijo que no se debe alimentar a esos grupos genocidas. Esa fue una declaración impropia del representante de un país civilizado". (FIN/IPS/ego/dg/hd-pr/97