EE.UU.: Indiferencia ante visita de secretario general de la ONU

De vuelta en Nueva York, Kofi Annan debe estar preguntándose si su viaje a Washington esta semana -el primero a esta capital desde que asumió como nuevo secretario general de la ONU- fue tan buena idea, después de todo.

No es que haya sido una mala experiencia. En realidad, el veterano diplomático ghanés insistió el viernes en que fue "un viaje maravilloso".

Pero la visita de tres días puso de manifiesto cuán poco les importa a ciertos políticos de Washington la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque esté prácticamente en la bancarrota y luche desesperadamente por sobrevivir.

Casi tan pronto como culminaron los brindis en la Casa Blanca el viernes, Annan se encontró virtualmente abandonado por sus anfitriones estadounidenses.

El presidente Bill Clinton dejó clara su intención de pagar los aportes atrasados al foro mundial, y también recomendó a Annan que abra un canal separado de comunicación con algunos de los más férreos detractores de la ONU en el Congreso, encabezados por el senador republicano ultraderechista Jesse Helms.

Annan tomó el té con Helms tras abandonar la Casa Blanca, pero no logró moverlo de su posición, según la cual Washington no debe pagar sus deudas hasta que se implementen grandes reformas (equivalentes a reducción de costos) en la ONU.

Mientras el secretario general se reunía con otros legisladores en el Capitolio y se dirigía al Club Nacional de la Prensa, el gobierno pareció olvidar que aún estaba en la ciudad.

Durante su primera conferencia de prensa desde que fue confirmada en su cargo el viernes, la secretaria de Estado Madeleine Albright ni siquiera mencionó como una de sus prioridades el pago de los 1.300 millones de dólares que Washington debe al foro mundial.

Mientras, del otro lado del río Potomac, el nuevo secretario de Defensa, William Cohen, sugirió que Washington debe reducir su participación en misiones de paz de la ONU y otras instituciones, ya que las fuerzas estadounidenses "se comprometen en demasiadas operaciones humanitarias".

Al mismo tiempo, Annan sugería a su audiencia en el Club Nacional de la Prensa que modestas inversiones en operaciones de paz pueden ayudar a prevenir todo tipo de crisis en el mundo.

"No tengo duda de que, si al comienzo del conflicto en Ruanda (en 1994) hubiéramos tenido a nuestra disposición una brigada de no más de 5.000 hombres, habríamos podido detener la matanza", destacó.

"Pero no obtuvimos una brigada cuando la necesitábamos", señaló, omitiendo diplomáticamente que la administración Clinton, y la propia Albright, que entonces era embajadora ante la ONU, constituyeron los principales obstáculos.

Aún los medios se mostraron indiferentes ante la iniciativa de Annan de visitar Washington en su primer viaje diplomático. Los principales canales de noticias ignoraron por completo su visita y dedicaron los programas nocturnos del jueves al juicio del ex futbolista O.J. Simpson y la toma de posesión de Albright.

The Washington Post puso en aprietos a Annan al publicar en primera página que el secretario general cambió de opinión en pocas horas acerca de la pertinencia de la realización de consultas directas con el Congreso sobre las reformas de la ONU.

Aunque en principio se oponía, tras reunirse con el presidente Annan accedió a la demanda de Helms de "abrir canales de comunicación de ambas partes", destacó el periódico.

Sin la participación personal de Clinton, la lucha para que el Congreso pague a la ONU las deudas de Estados Unidos será mucho más difícil.

"No le corresponde a Annan ir al Capitolio y discutir con Helms sobre la ONU. Ese es el trabajo de Clinton, y es muy significativo que se niegue a hacerlo", opinó un colaborador del Congreso.

No obstante, el gobierno parece ganar apoyo a un nuevo plan para pagar la mayor parte de los aportes atrasados al foro mundial en los próximos tres años. Estados Unidos es el mayor deudor de la ONU, y su deuda es seis veces más grande que la del segundo mayor deudor, Rusia.

De los 1.300 millones de dólares que Washington debe al foro mundial, el gobierno espera que el Congreso autorice 1.000 millones para el año fiscal 1998, que comienza el 1 de octubre, aunque de esa suma sólo 100 millones se pagarían de hecho a la ONU durante el mismo año.

El resto sería retenido hasta el año fiscal 1999, para asegurar que la ONU realice las reformas exigidas por la Casa Blanca y el Capitolio.

¿Podrá este plan obtener la aprobación del Congreso? Aún es muy pronto para predecirlo, pero el gobierno está logrando notables progresos, señalan los analistas políticos. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mk/ml/ip/97

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