El fútbol podrá ser la gran oportunidad para que Portugal, uno de los países menos conocidos de Europa, deje de ser considerado por los viajantes como una suerte de apéndice de España y consolide su propio peso en los lucrativos flujos del turismo internacional.
A pocos meses del inicio de la Eurocopa de Fútbol, Portugal se prepara para recoger los frutos de una inversión de 745 millones de dólares empleados en la construcción de 10 nuevos estadios, un número jamás antes alcanzado por los países sede de los precedentes campeonatos.
El certamen, que se realizará del 14 de junio al 4 de julio es una oportunidad única para afirmar nuestra individualidad, de mostrar nuestra diferencia, de seducir mediante la gran diversidad de la oferta turística, de convidar a visitar Portugal, opinó la vicepresidenta del Instituto Portugués de Comercio Exterior (ICEP), Madalena Torres.
Para Torres, a quien el Estado designó presidenta de la comisión de promoción del país en el ámbito del campeonato, éste es una ventana de oportunidades porque su alcance no es sólo europeo.
Nuestro país ya es objeto de diversos reportajes en la comunicación social de países de América Latina y Asia, que sobrepasan en mucho el tema deportivo, destacó.
Es probable que el campeonato atraiga a medio millón de visitantes, además de los 9,5 millones que llegan normalmente cada año, 61 por ciento de ellos españoles, dijo Torres a IPS.
A eso se añadirá el efecto multiplicador cuando los turistas, al regresar a sus países de origen, aconsejen a otras personas visitar Portugal, destacó.
Encuestas realizadas a extranjeros muestran que 99,8 por ciento realizan ese tipo de recomendaciones, y que la mitad llegaron al país por consejo de familiares y amigos, apuntó la funcionaria.
Desde la perspectiva de la industria turística, el sector que genera más ingreso de divisas al país, el aporte estatal de 132 millones de dólares para la construcción de los 10 estadios es una inversión razonable, sobre todo si se considera su probable retorno en años venideros.
Con el fútbol como pretexto, el ICEP busca mostrar los encantos de un pueblo de santos, navegantes, poetas, aventureros y emigrantes, apreciadores del bacalao y del buen vino, de la tolerancia y de la amistad, que a través de los siglos han construido el itinerario de su historia sobre catedrales, castillos y fuertes que dan la vuelta al mundo, desde Brasil hasta Macao.
Cuando se consulta a los turistas, es unánime el agrado porque la Unión Europea (UE) no ha logrado imponer sus ritmos a Portugal. Un escandinavo decía hace unos días a un periodista: Vuestro país no es del Tercer Mundo, sino con lugares donde parece posible navegar en la maquina del tiempo y ver la Europa de hace cien años.
El tiempo transcurre de modo distinto en este inmenso balcón ibérico de 89.000 kilómetros cuadrados, adornado con una naturaleza fuerte y un sol cálido, desde donde 10,2 millones de habitantes miran al Atlántico, el vasto océano que determinó toda su historia.
El escritor italiano Antonio Tabucchi, tras vivir más de dos décadas en Lisboa, reconoce que Portugal se está convirtiendo en europeo, pero manteniendo una fisonomía muy fuerte que lo caracteriza, conserva su autenticidad, no fue devastado por la globalización y espero que continúe así. Un país donde la más ácida de las discusiones, termina alrededor de una buena mesa repleta de sardinas asadas.
Los más modernos estadios de Europa conviven en perfecta armonía con esa historia, que en Lisboa ya tiene 3.200 años desde su fundación por el rey griego Ulises, con el nombre de Olissipolis.
La polémica sobre la necesidad real de construir 10 estadios ya quedó atrás, y hoy predomina el interés por captar turistas, avanzar en materia de seguridad, construir nuevos hoteles, mejorar transportes, aeropuertos, carreteras, hospitales y servicios públicos, y aumentar la publicidad de las grandes multinacionales.
El presidente Jorge Sampaio, calificó la Eurocopa 2004 de desafío colectivo para el país, y el primer ministro José Manuel Durao Barroso de oportunidad inigualable para consolidar nuestra imagen. Ambos se han empeñado en primera línea en la batalla de la promoción mundial de Portugal.
Según Sampaio, habrá que recurrir a nuestro orgullo nacional para, en conjunto, estar a la altura del desafío.
El ICEP invirtió también en la promoción de los estadios, ubicados de sur a norte del país, invitando a 18 corresponsales extranjeros a visitarlos.
El certamen se iniciará con el partido entre Portugal y Grecia en Oporto, la segunda ciudad de Portugal, ubicada 320 kilómetros al norte de Lisboa. Se jugará en el Estadio do Dragao, con capacidad para 52.000 espectadores, que pertenece al club Porto y costó 124 millones de dólares.
En la misma ciudad, fue reconstruido el Estadio de Boavista, con un costo de remodelación de 56 millones de dólares y capacidad para recibir a 30.000 espectadores. En los estadios de Oporto jugarán también las selecciones de Alemania, Dinamarca, España, Holanda, Italia, Letonia y Suecia.
En el otro extremo del país, en la región meridional de Algarbe, se enfrentaran España y Rusia, en un estadio par 30.000 personas que costó 42 millones de dólares y no pertenece a un club, sino a las alcaldías de las ciudades de Luolé y de Faro.
En el Estadio da Luz, del club Benfica de Lisboa, considerado uno de los 20 mejores del mundo y con capacidad para 65.000 espectadores, se jugarán partidos iniciales entre Croacia, Francia, Inglaterra, Portugal y Rusia, así como la final entre las dos selecciones que dejen por el camino a las 14 restantes. Ese estadio costó unos 147 millones de dólares.
En Guimaraes, la ciudad del extremo norte del país, donde Don Afonso Henríques fundó Portugal en el siglo XIII, se construyó el estadio que lleva el nombre de ese primer rey lusitano, que costó 106 millones de dólares y puede recibir 30.000 personas.
Ese estadio, perteneciente al club Vitoria, ganó triste fama mundial el 25 de enero, cuando allí falleció por un paro cardíaco el joven jugador húngaro Miklos Fehér, delantero del Benfica.
A 100 kilómetros, en Braga, la capital católica del país según el viejo dicho Oporto trabaja y Braga reza, mientras Lisboa se divierte, se construyó un estadio que costó 103 millones de dólares y podrá recibir a 30.000 personas.
En los estadios de Guimaraes y de Braga jugarán las selecciones de Bulgaria, Dinamarca, Holanda, Italia y Letonia.
Al descender hacia 120 kilómetros hacia el sur, se encuentra el estadio de Coimbra, que costó 45 millones de dólares y podrá recibir a 30.000 personas para ver exhibiciones de Francia, Inglaterra y Suiza.
Los estadios de Aveiro y de Leiria, ubicados 150 kilómetros al norte de la capital, fueron diseñados por el polémico arquitecto luso Tomás Taveira, acusado por los puristas de haber iniciado en 1983 la destrucción de Lisboa, al construir el centro comercial de Amoreiras, una obra moderna y multicolor.
El costo sumado de ambos estadios fue 114 millones de dólares, y recibirán a las selecciones de Croacia, Francia, Inglaterra y Suiza.
El Estadio lisboeta Alvalade, del club Sporting, fue seleccionado para la final de la copa europea de clubes de 2005 debido a su calidad y particular diseño, también de Taveira, que en este caso renunció al juego multicolor y optó por una fantasía de varias tonalidades de verde, el color del Sporting.
El Alvalade tiene capacidad para 55.000 personas, y en él se presentarán Alemania, Bulgaria, España, Portugal, República Checa, Suecia y Portugal. (