El estallido de un motín en una cárcel de Nicaragua, donde presos que reclamaban mejor alimentación tomaron varios rehenes, y que concluyó con al menos cuatro heridos, puso de manifiesto las difíciles condiciones de vida de los reclusos y se transformó en un llamado de atención para las autoridades.
"La situación carcelaria en Nicaragua ha sido todos estos años una bomba de tiempo, debido a las condiciones infrahumanas que privan por falta de presupuesto", comentó a IPS Vilma Núñez, directora del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).
"Año tras año hemos solicitado al gobierno y los diputados un aumento del presupuesto asignado al sistema penitenciario, pero nunca han atendido nuestras demandas. Ojalá lo hagan ahora", añadió.
En todo el país, según informes oficiales, hay más de 3.000 personas encarceladas, que se hacinan en ocho centros carcelarios donde las condiciones de vida son consideradas infrahumanas por los defensores de los derechos humanos.
El amotinamiento, el primero en 15 añosen este país, estalló este jueves en uno de ellos, el centro penal de Chontales, a 100 kilómetros de esta capital, luego que un grupo de reclusos tomó como rehenes a profesores y custodios.
Unos 30 amotinados redujeron por la fuerza a sus custodios y a un grupo de profesores que llegaron a impartirles clases y los mantuvieron cautivos por ocho horas, hasta que intervinieron las fuerzas de seguridad carcelaria.
Oficialmente se reportaron cuatro heridos (dos custodios y dos prisioneros), que fueron hospitalizados en la localidad de Chontales, cabecera del departamento de Juigalpa.
Los prisioneros exigían que las autoridades carcelarias cumplieran con la dieta alimenticia, que respetaran los horarios de visita de sus familiares, y los establecidos para tomar sol.
La situación carcelaria en Nicaragua, según los informes de derechos humanos, es paupérrima debido fundamentalmente a la superpoblación. Se estima que 70 por ciento de los internos duerme en el suelo, y 56 por ciento no tiene colchones ni sábanas.
En la cárcel donde se registró el amotinamiento, por ejemplo, las instalaciones están previstas para 300 personas, sin embargo, hay más de 500.
Además, de acuerdo al informe anual del CENIDH, en todos los centros de reclusión la alimentación de los prisioneros es muy pobre en calidad y cantidad, y el déficit de calorías es de 50 por ciento.
Debido al bajo presupuesto, se destinan apenas cinco córdobas diarios (unos sesenta centavos de dólar) para alimentar a cada preso.
"Esa cantidad sólo permite una dieta de arroz, frijoles y avena. Raras veces se les garantiza carne", dice el CENIDH en su informe de 1995.
El año pasado, el gobierno destinó un poco más de 26 millones de córdobas (tres millones de dólares), con lo que se cubrió un 40 por ciento de las necesidades reales del sistema penitenciario.
Este año, las autoridades solicitaron siete millones de dólares, pero sólo se destinaron cuatro millones.
"Están matando de hambre a los prisioneros, esa situación ha sido reiteradamente denunciada por los organismos de derechos humanos", dijo Núñez a IPS.
"Espero que esta vez los diputados se pongan la mano en el pecho y destinen mayores recursos. Tal vez el amotinamiento obligue a revisar las partidas presupuestarias", añadió.
El miércoles, el ministro de Finanzas, Emilio Pereira, presentó a los legisladores el anteproyecto de Presupuesto Nacional para el próximo año, que contempla una partida de 30 millones de dólares para el Ministerio de Gobernación, al cual está adscrito el sistema carcelario.
Esta cifra, según el anteproyecto, representa un aumento de 4,8 por ciento en relación a la partida del año pasado, sin embargo, no especifica cuánto corresponderá al sistema carcelario.
Los diputados deben aprobar el Presupuesto antes del 15 de noviembre, y de acuerdo con la Constitución tienen capacidad para reorientar las partidas que consideren necesario.
Mientras tanto, Núñez clamó porque no se repitan nuevos amotinamientos en las ocho prisiones del país.
"Espero que esto no se repita en otros prisiones", dijo la activista de derechos humanos. "Hay que evitar que el hambre siga impulsando a nuevos amotinamientos". (FIN/IPS/rf/jc/hd/96