Los judíos de Israel podrán eludir el mes próximo la inexistencia de casamiento civil en su país y las prohibiciones religiosas que a veces impiden la unión. Para ello, contraerán matrimonio… en territorio autónomo palestino.
Este quizá sea un efecto jamás imaginado por quienes negociaron en 1993 los acuerdos de Oslo que condujeron a la creación de zonas de autogobierno palestino enclavadas en territorio israelí.
Parejas como la integrada por Yair y Ruti Cohen afirman que si hubieran contado con esa posibilidad la habrían aprovechado antes de irse a vivir bajo el mismo techo sin casarse. "Es una gran idea. Si me fuera a casar ahora, lo haría en Jericó", dijo Ruti.
La posibilidad fue concebida por un legislador izquierdista israelí poco después de que este pequeño oasis en el desierto fuera entregado a los palestinos. Y, hace pocos días, el ministro de Justicia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Freih Abu Middain, dio su visto bueno.
Los dirigentes del judaísmo secular se dieron cuenta rápidamente de que una entidad jurídica autónoma llamada Jericó (o cualquier otra área de autogobierno palestino) podría celebrar ceremonias civiles que luego deberían ser reconocidas por el estado de Israel.
El estado de Israel sólo acepta aquellos matrimonios celebrados bajo la Halajá, la ley religiosa judía.
De acuerdo con la Halajá, Yair y Ruti no pueden casarse porque él pertenece a la tribu Cohen, la casta sacerdotal del Israel en tiempos bíblicos, y ella es divorciada. Esta unión está prohibida por normas contenidas en la Torá o Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia, atribuidos a Moisés).
La Halajá, tal cual es concebida por el Ministerio de Asuntos Religiosos, tampoco reconoce los matrimonios entre judíos y no judíos, de hijos ilegítimos o celebrados por rabinos de sectores judíos reformistas o conservadores, ajenos a la ortodoxia oficial.
Muchas veces, quienes desean eludir esas estrictas disposiciones religiosas optan por casarse en el extranjero, pues las normas internacionales disponen que los estados deben aceptar los matrimonios celebrados fuera de sus territorios.
En general, las parejas se unen legalmente en Chipre, isla cercana a la costa de Israel sobre el mar Mediterráneo, o por correspondencia, de acuerdo con la ley de Paraguay.
Varias parejas "prohibidas" volaron en diciembre pasado a Atlanta, Estados Unidos, para casarse allí en una ceremonia ampliamente promocionada. Cinco mil personas recibieron a los nuevos matrimonios y asistieron al multitudinario festejo.
Y, en teoría, las mismas normas ampararían a los casamientos que, por estar "prohibidos" de acuerdo con la lectura ortodoxa de la Halajá, se celebren en Jericó.
Las estadísticas son reveladoras. Aunque el número de matrimonios celebrados en Israel se ha mantenido constante en 20 años, la cantidad de parejas legalmente casadas aumentó en una proporción que no se condice con las ceremonias efectuadas.
"¿Dónde se casan todas esas parejas? ¿Dónde están? La respuesta es simple. Se van al extranjero", dijo el parlamentario Dedé Zucker, del partido izquierdista Meretz, que impulsó con fuerza la reconciliación con los palestinos.
Zucker es uno de los cada vez más judíos seculares o laicos (que conciben al judaísmo en términos de pertenencia a una cultura o de respeto a una ética más que una simple reproducción de ritos religiosos) que presiona al gobierno para que institucionalice el matrimonio civil.
El legislador insiste en que cada vez más y más israelíes optan por el modo de vida secular, pero no es optimista en cuanto a que las leyes reconozcan en el corto plazo matrimonios que no sean sancionados por rabinos.
Desde la creación del estado de Israel, el Ministerio de Asuntos Religiosos ha sido ocupado por partidos ortodoxos y ultraortodoxos cuyos votos eran necesarios para la conformación de coaliciones de gobierno.
El actual, encabezado por el derechista Benyamin Netanyahu, no es diferente de sus antecesores, y la ortodoxia religiosa se opone a cualquier cambio. "Las posibilidades son muy reducidas. Los partidos religiosos hacen uso de su poder", admitió Zucker.
El Meretz no logró su propósito ni aun cuando integró la anterior coalición de gobierno, encabezado por los laboristas Yitzhak Rabin y Shimon Peres.
El gobierno centroderechista de Netanyahu integra a los partidos religiosos, que conquistaron 23 de los 120 escaños parlamentarios, cuando en el anterior período tenian 16.
El Partido Religioso Nacional, que hoy ocupa el Ministerio de Asuntos Religiosos, es el más estrecho aliado del movimiento de colonos judíos en enclaves ubicados en territorio autónomo palestino.
Este partido asegura que Israel debe cumplir con la orden divina de establecerse en los territorios bíblicos de Judea y Samaria, en la actual Cisjordania administrada por la ANP.
Zucker ya no insiste en la institucionalización del casamiento civil en Israel. Ahora, se volvió hacia la alternativa del matrimonio en Jericó. Luego de una reunión con el ministro de la ANP Abu Middain, anunció que podrían celebrarse matrimonios dentro de un mes.
Este trayecto de 30 minutos entre Jerusalén y Jericó sería mucho más breve que el viaje a Chipre para los aspirantes al matrimonio cercados por la prohibición religiosa.
Pero la alternativa de Jericó no es la ideal, pues quienes desean casarse preferirían un matrimonio celebrado en suelo israelí.
"No quiero exportar los problemas civiles de Israel a los territorios de autogobierno palestino. Nuestra meta y nuestro propósito es resolver esto en nuestro país", dijo la dirigente de Meretz Anat Maor, quien se apresta a presentar otro proyecto sobre matrimonio civil en el parlamento de Israel. (FIN/IPS/tra- en/dho/rj/mj/ip pr cr/96