NACIONES UNIDAS – Unos 610 millones de niños en el mundo -uno de cada cuatro- vive con una madre que ha experimentado violencia física, emocional o sexual por parte de su pareja en los últimos 12 meses, reveló un estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) divulgado este miércoles 26.
“Todavía en la actualidad, millones de mujeres y niños viven en hogares donde la violencia forma parte de la vida cotidiana”, dijo Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef, y recordó que “la seguridad y la autonomía de las mujeres son fundamentales para el bienestar de los niños”.
Más de la mitad de los niños en Oceanía y alrededor de un tercio en África subsahariana y en Asia central y meridional viven en hogares marcados por la violencia, y en América Latina y el Caribe la cifra alcanza a 35 millones de menores de edad, revela el informe.
Las cifras muestran que esta forma de violencia, a menudo invisibilizada, es una realidad cotidiana en millones de hogares y una amenaza persistente para el desarrollo y el bienestar infantil.
La violencia que enfrentan millones de mujeres en sus hogares no solo viola sus derechos, sino que arrastra a sus hijos a entornos inseguros, adversos y marcados por el miedo, advirtió Unicef.
El estudio se publica a la par de las nuevas estimaciones globales sobre violencia contra las mujeres difundidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que confirman que 316 millones de mujeres (más de 10 % de las de 15 años o más) sufrió violencia física o sexual por parte de su pareja en el último año.
Casi una de cada tres mujeres -unos 840 millones en todo el mundo- ha sufrido actos violentos por parte de su pareja o de carácter sexual a lo largo de su vida, una cifra que apenas ha variado desde el año 2000, según el estudio de la OMS.
El informe de Unicef contiene por primera vez datos regionales de la exposición infantil a la violencia de pareja contra sus madres, y muestra marcadas diferencias en las diferentes zonas del mundo, reflejando desigualdades estructurales y patrones geográficos ampliamente documentados de violencia contra las mujeres.
En Oceanía, cabeza de lista -excluidas Australia y Nueva Zelanda-, más de la mitad de los niños -unos tres millones- viven con una madre que ha sufrido violencia de pareja en el último año.
En África al sur del Sahara la incidencia llega a 32 %, lo que significa que 187 millones de niños crecen en hogares donde la violencia contra sus madres es una realidad reciente.
Les siguen Asia central y meridional, donde 29 % de los niños están expuestos a este tipo de violencia. Aunque su porcentaje es menor que el de otras regiones, representa la mayor carga global, con 201 millones de niños afectados.
El informe también detalla la situación en otras regiones: en el Norte de África y Asia Occidental, 26 % o 52 millones de niños; en América Latina y el Caribe: 19% o 35 millones; en Asia oriental y sudoriental, 21 % o 105 millones, y en Europa y América del Norte 13 % o 28 millones de niños.
Las cifras más bajas corresponden a la región de Australia y Nueva Zelanda, con cinco por ciento o 400 000 niños.
En el caso de América Latina y el Caribe, el 19 % representa casi una quinta parte de los niños de la región viviendo en hogares donde la violencia de pareja forma parte de la dinámica familiar reciente.
Unicef expone que la violencia contra las mujeres no se limita a sus víctimas directas, y alude a numerosos estudios que muestran que los hijos que crecen en hogares donde las madres sufren maltrato tienen un riesgo significativamente mayor de experimentar violencia física o psicológica.
Así, la disciplina violenta se convierte en una práctica más habitual en estos entornos.
La exposición constante a la violencia afecta la salud mental, la percepción de seguridad, el desempeño escolar y la capacidad de establecer relaciones saludables en la vida adulta.
Además, incrementa la probabilidad de que los niños repitan patrones violentos más adelante, ya sea como víctimas o como perpetradores.
Ante la magnitud del problema, Unicef pidió a los gobiernos implementar de inmediato estrategias integrales para frenar tanto la violencia contra las mujeres como la violencia contra los niños.
Entre sus recomendaciones destacan coordinar y ampliar planes que reduzcan simultáneamente ambas formas de violencia, incluyendo el apoyo a organizaciones dirigidas por mujeres y niñas.
Asimismo, expandir los servicios centrados en las sobrevivientes, garantizando que mujeres y niños tengan acceso a atención, protección y espacios seguros.
Además, invertir en prevención, desde programas de apoyo a la crianza hasta iniciativas escolares que promuevan la igualdad de género y relaciones no violentas, transformar las normas sociales que sostienen la desigualdad y la violencia, y amplificar las voces de jóvenes y sobrevivientes.
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