WASHINGTON – El cólera resurge en Haití y se propaga por el departamento del Oeste -donde está la capital, Puerto Príncipe- en medio de colapso casi total de la infraestructura sanitaria de la ciudad, advirtió en un reporte este miércoles 5 la organización Human Rights Watch (HRW).
Nathalye Cotrino, investigadora sénior en HRW, dijo que el brote de cólera, acentuado por el período estacional de lluvias, “vuelve a amenazar miles de vidas en Haití porque la población carece de acceso a los servicios más básicos: agua potable, saneamiento y atención médica”.
“Los haitianos necesitan que el gobierno y la comunidad internacional realicen esfuerzos serios para hacer frente al brote y evitar más muertes prevenibles”, añadió.
Entre el 1 de enero y el 30 de octubre de este, las autoridades sanitarias haitianas registraron 2852 casos sospechosos de cólera, 186 casos confirmados y 48 muertes, indicó el reporte de HRW.
Más de un tercio de los casos sospechosos corresponden a niños menores de nueve años, según datos del gobierno.
El cólera es una infección intestinal causada por la bacteria Vibrio cholerae que provoca diarrea grave y deshidratación. Se transmite a través del consumo de agua y alimentos contaminados y requiere tratamiento médico, sin el cual puede resultar mortal en cuestión de horas.
Tras más de tres años sin casos confirmados, las infecciones reaparecieron en el país a finales de septiembre de 2022, y “ese resurgimiento marca una dolorosa continuación de la lucha del país contra el cólera”.
En 2010, el primer brote de cólera en Haití se rastreó hasta aguas residuales vertidas de manera negligente desde una base de mantenimiento de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas a un río. El brote causó unas 820 000 infecciones y 9800 muertes.
En 2016, la ONU reconoció su papel en el origen de la epidemia y aceptó la responsabilidad moral, pero no legal, para hacerle frente.
HRW destaca que las persistentes deficiencias en saneamiento, acceso al agua potable y preparación ante emergencias siguen dejando a la población peligrosamente expuesta a nuevos brotes. Gran parte de la infraestructura de servicios fue destruida por un terremoto en 2010.
“El agua estancada, las tuberías de alcantarillado rotas y la acumulación de basura en toda la ciudad crean las condiciones ideales para que los brotes se propaguen cada vez que llegan las lluvias”, dijo a HRW Diana Manilla Arroyo, jefa de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) Holanda en Haití.
En Haití solo 25 % de los hogares tiene acceso a instalaciones adecuadas para lavarse las manos con jabón, y 70 % de la población no tiene acceso a un sistema de saneamiento mejorado, según datos de la ONU; recuerda HRW.
Las fuertes lluvias provocadas en los últimos días de octubre por el huracán Melissa -que azotó también a Jamaica, República Dominicana, Cuba y Bahamas-, y que en Haití provocó al menos 43 muertes por inundaciones y derrumbes, aumentan el riesgo de que la bacteria del cólera se propague a más fuentes de agua no cloradas.
El resurgimiento del cólera se ve agravado por la extrema inseguridad. Los grupos criminales han expandido su control a gran parte del país, bloqueando carreteras, restringiendo acceso humanitario y aislando a las comunidades necesitadas.
La violencia desatada por bandas criminales, y la respuesta de las fuerzas policiales y grupos vecinales armados, causa centenares de muertes cada mes, incluidas masacres con decenas de víctimas, además de secuestros, violaciones y otros desmanes.
Más de 1,4 millones de personas -en un país de 11,5 millones de habitantes- se han desplazado de sus hogares para tratar de huir de la violencia, y miles de ellos se han instalado en asentamientos informales superpoblados con poco o ningún acceso a agua potable o saneamiento.
Para quienes se enferman, acceder a atención médica es difícil. Según agencias de la ONU, solo 11 % de los centros de salud con capacidad de hospitalización en la capital siguen funcionando a plena capacidad.
Mientras que las personas en barrios con recursos y seguros pueden acudir a hospitales privados, quienes viven en zonas controladas por los grupos criminales, como Cité Soleil y la parte baja de Delmas, se enfrentan a severas restricciones de movimiento y no tienen medios para pagar atención médica privada.
Aun así, el último brote de cólera ha llegado a Pétion-Ville, un barrio más acomodado de Puerto Príncipe donde se ubican la mayoría de las oficinas de la ONU y de misiones diplomáticas, y que en los últimos años había evitado en gran medida una transmisión significativa del cólera, indicó HRW.
Con la asistencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros entes humanitarios, el Ministerio de Salud de Haití se esfuerza en algunas de las zonas más afectadas, incluyendo campañas de desinfección, iniciativas de sensibilización pública y el suministro de cloro, agua potable y productos de higiene.
HRW plantea que, con el apoyo de socios internacionales, el gobierno de transición haitiano debería reparar urgentemente la red nacional de agua y alcantarillado, garantizar acceso humanitario seguro a las zonas de alto riesgo y restablecer la capacidad operativa de las instituciones de salud pública.
También destacó que a pesar del agravamiento de las condiciones humanitarias y de seguridad, varios países continúan devolviendo a Haití a un gran número de sus migrantes, en particular la vecina República Dominicana, Estados Unidos y Bahamas, así como el territorio británico Islas Turcas y Caicos.
Estos y otros países deportaron a más de 225 000 personas a Haití entre enero y octubre de 2025, según la Organización Internacional para las Migraciones.
“Nadie debería ser deportado ni devuelto a Haití, donde las crisis humanitarias, de seguridad y de salud pública se superponen y ponen en peligro vidas, y donde hay un alto riesgo de violencia sin acceso efectivo a protección o justicia”, afirmó HRW.
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