La concentración del ingreso permanece extrema en América Latina

Contraste entre las viviendas informales en una favela (barrio pobre) y edificios residenciales en Sao Paulo, Brasil. América Latina y el Caribe permanece como la región más desigual del mundo, de acuerdo con el Panorama Social 2025 publicado por la Cepal, que llama a trabajar en la educación, la formalización del empleo y la inclusión para las personas con discapacidad, migrantes y pueblos indígenas. Imagen: Yannick Martínez / BM

SANTIAGO – En América Latina y el Caribe el 10 por ciento más rico de la población capta 34,2 por ciento del ingreso total, mientras que el 10 por ciento más pobre apenas alcanza el 1,7 por ciento, alertó la Cepal al presentar el Panorama Social 2025 en la región, este miércoles 26.

Esa realidad, ya de por sí contundente, “es solo una de las dimensiones en las que se manifiesta la desigualdad en la región, al tratarse de un fenómeno estructural y multidimensional”, alertó el reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El documento, presentado en esta capital chilena, examina “la trampa” de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social en la que está sumida la región, y recomienda cinco estrategias de política pública para superarla.

Si bien muestra una lenta tendencia a la reducción, el coeficiente de Gini (medida que evalúa la desigualdad de ingresos o riqueza dentro de una población: un valor cero representa igualdad perfecta, y uno la desigualdad máxima) promedio de América Latina y el Caribe es el más alto de todas las regiones del mundo.

Ese coeficiente se ubica en 0,452 y la Cepal destaca que solo es inferior al de una subregión de África al sur del Sahara, y supera en 14 puntos porcentuales al de las naciones industrializadas reunidas en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El documento señala que 25,5 % de la población latinoamericana (162 millones de personas) se encontraba en situación de pobreza por ingresos en 2024, lo que significa una disminución de 2,2 puntos porcentuales respecto de 2023 y de más de siete puntos porcentuales en comparación con 2020, en plena pandemia covid-19.

De esta forma, la incidencia de la pobreza monetaria observada en 2024 en la región constituye el valor más bajo desde que hay datos comparables.

Por su parte, la pobreza extrema afectó a 9,8 % de la población regional (62 millones de personas) en 2024, lo que representa 0,8 puntos porcentuales menos que el año anterior, pero 2,1 puntos porcentuales por encima de la tasa registrada en 2014, cuando se alcanzó el nivel más bajo de las últimas tres décadas.

La reducción de la cantidad de población en situación de pobreza a nivel regional en 2024 se explica principalmente por los resultados de México y, en menor medida, de Brasil.

Para 2025, la Cepal proyecta una leve reducción de la pobreza debido a las limitadas perspectivas de crecimiento regional.

Según el informe, también se ha registrado un descenso de la pobreza multidimensional (que mide aspectos como salud, educación y calidad de vida), que pasó de 34,4 % de la población de América Latina en 2014 a 20,9 % en 2024, principalmente gracias a los avances en vivienda y servicios.

La pobreza multidimensional afecta más a las niñas, niños y adolescentes y a quienes viven en zonas rurales. Las mujeres también presentan mayores niveles de privación individual que los hombres: por cada 100 hombres con privación multidimensional hay 122 mujeres en la misma situación.

En materia de educación, se señala por ejemplo que 28 % de los jóvenes de 20 a 24 años no había terminado la secundaria en 2023 en América Latina, con una brecha de 37 puntos porcentuales entre quintiles extremos de ingresos.

Por otra parte, 71,2 % de los estudiantes de 15 años no alcanzaron en 2022 competencias básicas en matemáticas (86,7 % en el cuartil socioeconómico inferior y 47,3 % en el superior), y 77 % de los estudiantes de 15 años de escuelas públicas no logró el nivel mínimo en matemáticas, frente a 46 % de escuelas privadas.

Del mismo modo, la región enfrenta un mercado laboral poco dinámico, segmentado y excluyente, con alta informalidad, que afecta a 47 % de las y los ocupados.

Estimaciones indican que la formalización podría reducir tanto la pobreza entre las y los ocupados (de 14,9 % al 8,6 %) como la desigualdad (de 0,472 a 0,406 en el coeficiente de Gini de los ingresos laborales).

La Cepal también advierte que la sobrecarga de trabajo no remunerado limita la participación de las mujeres jóvenes en la educación, el mercado laboral, la esfera pública y política, y el tiempo de descanso.

Asimismo, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y las personas migrantes enfrentan mayores barreras. Por ejemplo, menos de 40 % de las personas con discapacidad de 15 a 59 años forma parte de la fuerza de trabajo, en comparación con 75 % de las personas sin discapacidad de esa edad.

José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal, dijo al presentar el informe que “hemos identificado siete factores principales que generan la trampa de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social, de los cuales cinco se analizan en el Panorama Social de este año”.

Por ello la Cepal propone “cinco estrategias para salir de esta trampa”, destacó Salazar-Xirinachs.

Ellas son reducir la desigualdad educativa; crear empleos de calidad; avanzar en la igualdad de género y la sociedad del cuidado; enfrentar la discriminación y el irrespeto a los derechos de las personas con discapacidad, pueblos indígenas y personas migrantes, y fortalecer la institucionalidad social y su financiamiento.

A-E/HM

 

 

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