MANILA – La estrategia económica del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para su segundo mandato busca que el resto del mundo, especialmente sus aliados más ricos y con mayores recursos, contribuyan más al fortalecimiento de la economía norteamericana.
Las últimas iniciativas de Estados Unidos han acelerado sin duda la desdolarización, pero estas han sido en gran medida consecuencias inevitables de sus propias acciones, más que resultado de una conspiración externa con ese fin.
Distracción por la desdolarización
El economista de Harvard, Kenneth Rogoff, observó recientemente: “Nos encontramos ante el punto de inflexión más importante del sistema monetario global desde el shock de Nixon, que puso fin al último vestigio del patrón oro”.
Tras la Conferencia de Bretton Woods en 1944, el precio del oro se fijó en 35 dólares la onza. En agosto de 1971, el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, puso fin a esta paridad oro-dólar.
La desdolarización ha continuado gradualmente desde entonces, con breves impulsos y retrocesos ocasionales. Por ejemplo, los flujos de capital hacia el extranjero aumentaron tras la crisis financiera mundial de 2008-2009.

La creciente instrumentalización de las relaciones económicas probablemente ha acelerado la desdolarización. Rogoff observó: “Esto venía ocurriendo una década antes de Trump. Trump es un acelerador”.
Los gobiernos, los bancos centrales y los países del bloque de los Brics (encabezado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se han estado desdolarizando. Incluso los defensores de la hegemonía del dólar estadounidense ya no niegan la existencia de alternativas a su papel como moneda de reserva mundial.
Mientras tanto, los inversores extranjeros privados, incluidos los gestores de activos extranjeros, los bancos de inversión y los fondos de pensiones, no quieren quedarse atrás.
Los gestores de fondos de inversión están reduciendo cada vez más su exposición a los activos en dólares.
Plan Mar-a-Lago
El economista Stephen Miran ha propuesto una nueva iniciativa de Trump para exigir a otros gobiernos que paguen a Estados Unidos por servicios supuestamente prestados.
Miran, quien fue nombrado inicialmente presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump, fue posteriormente designado miembro de la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Pocos días después de que Trump anunciara sus aranceles en la que denominó el Día de la Liberación, el 2 de abril, Miran expuso cinco expectativas. Estas exigen que otras naciones paguen a Estados Unidos por los servicios de «bienes públicos» que supuestamente proporciona al mundo.
Se espera que los aliados paguen más a Estados Unidos por el «paraguas de seguridad» que brinda a la Otan y a otros aliados. Estados Unidos también espera que quienes compren bonos del Tesoro paguen más por este «privilegio».
En noviembre de 2024, Miran, en su obra «Guía del usuario para la reestructuración del sistema de comercio mundial», propuso el acuerdo de Mar-a-Lago, que toma su nombre del exclusivo complejo turístico y residencia de Trump en el estado de Florida.
También hizo referencia al Acuerdo Plaza, que la administración de Ronald Reagan (1981-1989) impuso en septiembre de 1985 a sus aliados del Grupo de los Cinco (G5), conformado por Alemania, Francia, Japón, Reino Unido y el propio Estados Unidos.
En aquel entonces, Estados Unidos obligó también a la entonces Alemania Occiddental y Japón a apreciar sus monedas frente al dólar.
La valorización del yen alimentó una enorme burbuja de precios de activos japoneses que estalló con consecuencias devastadoras en 1989, poniendo fin a su auge de posguerra.
Trump ahora busca la apreciación de otras monedas importantes. Ya ha logrado que sus aliados europeos estén de acuerdo.
Sin embargo, parece improbable que Trump consiga que China y las demás economías del Brics hagan lo mismo, ya que son conscientes de cómo afectó el Acuerdo Plaza a Japón y, en consecuencia, al resto del mundo.
Bonos a 100 años
La compra de bonos del Tesoro estadounidense por parte de otras autoridades monetarias nacionales para estabilizar sus propias monedas ha provocado durante mucho tiempo la apreciación del dólar.
Ahora se espera que contribuyan a la depreciación del dólar. Miran ha propuesto que Estados Unidos emita bonos a 100 años con tasas de interés muy bajas, muy por debajo de las tasas actuales de los títulos del Tesoro estadounidense.
Miran quiere que los gestores de las reservas internacionales vendan sus activos en dólares. Deberían extender el plazo de sus reservas restantes y refinanciar la deuda a corto plazo con préstamos a largo plazo.
Miran es explícito: “El Tesoro estadounidense puede, en la práctica, recomprar duración en el mercado y sustituir esos préstamos con bonos a 100 años vendidos al sector oficial extranjero”.
Su plan pretende, por lo tanto, obligar a los tenedores extranjeros de deuda pública estadounidense (bonos del Tesoro) a extender el plazo de sus préstamos.
Los tipos de interés muy bajos para los bonos a 100 años garantizarán que los tenedores extranjeros paguen, en la práctica, más a Estados Unidos por el «privilegio» de pedir prestado en dólares.
Para Miran, la apreciación de otras monedas frente al dólar también fortalecerá la economía estadounidense. La industria manufacturera estadounidense se fortalecerá a medida que sus exportaciones se vuelvan más competitivas.
Así pues, su plan del Acuerdo de Mar-a-Lago prevé que otras naciones contribuyan aún más a fortalecer la economía más grande y rica del mundo
El plan de Miran para el Acuerdo de Mar-a-Lago aún no es política oficial de Estados Unidos. Sin embargo, esto podría cambiar con su probable nombramiento como próximo presidente de la Reserva Federal, en sustitución de Jerome Powell, designado por Trump en su primer mandato.
¿Desdolarización en los Brics?
Sin embargo, el plan declarado de Miran para fortalecer la economía estadounidense mediante la depreciación del dólar frente a otras monedas importantes también ha acelerado la desdolarización.
En los últimos años, se ha acusado a los Brics de conspirar para acelerar la desdolarización a nivel mundial, pero esta no es, sin duda, una ambición compartida.
Al carecer de superávits comerciales significativos, Brasil y Sudáfrica han abogado durante mucho tiempo por la desdolarización. Pero las quejas de Rusia tienen más que ver con la reciente instrumentalización de instrumentos financieros por parte de la Otan en su contra.
No existe un entusiasmo comparable entre los demás Estados miembros de los Brics, que cuentan con superávits comerciales mucho mayores y más activos en dólares.
Su reciente ampliación de miembros hará aún más improbable una postura oficial de desdolarización por parte de los Brics.
No obstante, el liderazgo de Trump se basa en que el público estadounidense crea que el resto del mundo conspira contra ellos.
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