NACIONES UNIDAS – «¿Ha renunciado el mundo a luchar contra el cambio climático?», fue la pregunta retórica que planteó estos días el diario The New York Times, tal vez con cierto sarcasmo. La respuesta de Estados Unidos la tuvo cuando la Casa Blanca anunció que no enviará ningún funcionario de alto nivel a la COP30, que hospeda Belém do Pará, en Brasil.
Podría parecer así, responde a la pregunta del diario neoyorquino Christiana Figueres, socia fundadora de la organización no gubernamental Global Optimism, «ya que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, alardea sobre los combustibles fósiles, Bill Gates da prioridad a la salud infantil sobre la protección del clima y las empresas petroleras y gasísticas proyectan décadas de mayor producción».
Pero eso está lejos de ser el panorama completo, dijo Figueres, al destacar que la abrumadora mayoría de la población mundial quiere medidas climáticas más contundentes.
Ese es el resultado de sondeos de Cobertura Climática Actual, un consorco mundial de medios, que destaca que entre 80 % y 89 % de la población exige esa contundencia climática, según sus redacciones asociadas.
Las tecnologías de energía limpia están atrayendo el doble de inversión que los combustibles fósiles, y la energía solar y la agricultura regenerativa están en auge en todo el Sur global, afirmó Figueres, quien fue secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc) entre 2010 y 2016, cuando se aprobó, en 2015, el Acuerdo de París sobre el clima.
Estados Unidos resaltará su deserción de la lucha climática al no enviar negociadores representativos a la COP30, la 30 Conferencia de las Partes de la Cmnucc, que comienza el lunes 10 en la ciudad de Belém, en plena Amazonia de Brasil.
Eso sucede después que el presidente Donald Trump iniciase el proceso de abandono del Acuerdo de París, nada más retornar a la Casa Blanca en enero, después de haberlo hecho ya durante su primer mandato (2017-2021), aunque Estados Unidos sigue siendo uno de los 197 Estados Parte de la Cmnucc.
John Noel, activista de Greenpeace International, dijo a IPS que la actual administración está cediendo el liderazgo y la influencia sobre el futuro de la energía limpia a otros países.
«Es trágico, pero no sorprendente. Sin embargo, para aquellos de nosotros que nos dirigimos a Belém desde Estados Unidos, contamos con el sólido respaldo de la opinión pública, que apoya ampliamente el Acuerdo de París, y estamos más comprometidos que nunca», aseguró.
Señaló que existen vías para la ambición climática a nivel subnacional, como los mecanismos de «quien contamina paga» y los incentivos estatales para la energía limpia durante el lapso federal de apoyo.
«Los líderes mundiales de la COP30 deben avanzar para adoptar objetivos climáticos ambiciosos, poner fin a la deforestación mundial para 2030 y promover una transición energética justa, y la acción climática debe continuar», dijo Noel.
La COP30 ha sido precedida en esta ocasión por una Cumbre de Lideres, en que participan el jueves 6 y este viernes 7 los gobernantes de cerca de 60 países, para concentrarse desde el lunes las negociaciones sobre el financiamiento climático y otras prioridades de la crisis.
En su discurso ante la sesión plenaria de esa Cumbre de Líderes sobre el clima en Belém, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo el jueves 6 que «la cruda realidad es que no hemos logrado garantizar que nos mantengamos por debajo de 1,5 grados».
«La ciencia nos dice ahora que es inevitable un rebasamiento temporal del límite de 1,5 grados, que comenzará a más tardar a principios de la década de 2030. Necesitamos un cambio de paradigma para limitar la magnitud y la duración de este rebasamiento y reducirlo rápidamente», reclamó.
Insistió que incluso un rebasamiento temporal tendrá consecuencias dramáticas para el planeta y quienes habitan en él. Adujo que podría empujar a los ecosistemas más allá de puntos de inflexión irreversibles, exponer a miles de millones de personas a condiciones inhabitables y amplificar las amenazas a la paz y la seguridad.
Cada fracción de grado significa más hambre, desplazamientos y pérdidas, especialmente para los menos responsables. Se trata de un fracaso moral y una negligencia mortal, advirtió.
«Las Naciones Unidas no renunciarán al objetivo de 1,5 grados», subrayó.
Aunque la tecnología de energía limpia está progresando rápidamente, se considera que la voluntad política se está debilitando y que los esfuerzos actuales son insuficientes para evitar un calentamiento significativo.
Por ejemplo, a pesar del compromiso de reducir las emisiones de metano, un nuevo informe de la ONU indica que es probable que no se cumpla el objetivo.
Anuradha Mittal, directora ejecutiva del estadounidense Instituto Oakland, dijo a IPS que la gente debe estar muy preocupada por el hecho de que los gobiernos, especialmente los de los países occidentales del Norte global, que son los principales responsables de la crisis climática, estén lejos de cumplir sus compromisos en cuanto a la reducción de los gases de efecto invernadero y de ayudar a los países con niveles adecuados de asistencia financiera para la mitigación y la adaptación.
«Debería ser igualmente preocupante que esos mismos gobiernos, y destacadas instituciones financieras como el Banco Mundial, estén promoviendo soluciones climáticas falsas, como los mercados de carbono, que han demostrado ser totalmente ineficaces para reducir las emisiones», afirmó.
Además, debe quedar claro para todos que la nueva fiebre minera «que estamos presenciando por los llamados minerales críticos no tiene nada que ver con la transición energética, sino más bien con la competencia mundial por los minerales para diversas industrias, como la militar, las tecnologías de la comunicación y los vehículos eléctricos».
Señaló que la enorme cantidad de minerales como el litio y el cobalto será imposible de suministrar sin crear otra crisis medioambiental y humana. «Es hora de que los gobiernos tomen decisiones responsables para lograr una verdadera transición energética y dejen de expandir sectores como el militar, que desvían los recursos públicos y contribuyen en gran medida a las emisiones», dijo.
Está ampliamente documentado, remarcó, que es imposible sustituir simplemente los vehículos de gasolina existentes por vehículos eléctricos. «Si se proyecta la demanda actual de vehículos eléctricos hasta 2050, solo el mercado estadounidense de vehículos eléctricos necesitaría el triple de la cantidad de litio que se produce actualmente en todo el mundo», advirtió.
«Necesitamos políticas agresivas para reducir el número y el tamaño de los vehículos personales y desplegar infraestructuras públicas eficaces y otros medios de transporte con bajas emisiones de carbono», dijo Mittal.
una reunión en Qatar, el 4 de noviembre, Guterres afirmó que los gobiernos deben acudir a la reunión de la COP30 con planes concretos para reducir drásticamente sus propias emisiones durante la próxima década, al tiempo que garantizan la justicia climática a quienes se encuentran en primera línea de una crisis que ellos no han provocado.
«Basta con mirar a Jamaica», dijo, en referencia a la catastrófica devastación causada a fines de octubre por el huracán Melissa.
La revolución de la energía limpia significa que es posible reducir las emisiones y, al mismo tiempo, hacer crecer las economías. Sin embargo, los países en desarrollo siguen careciendo de la financiación y las tecnologías necesarias para apoyar estas transiciones.
En plena Amazonia, la mayor selva del planeta, los países deben acordar un plan creíble para movilizar 1,3 billones (billones de billones) de dólares anuales en financiación climática para 2035 para los países en desarrollo, afirmó Guterres.
«Los países desarrollados deben cumplir su compromiso de duplicar la financiación para la adaptación hasta alcanzar al menos 40 000 millones de dólares este año. Y el Fondo de Pérdidas y Daños debe capitalizarse con contribuciones significativas», demandó.
Para Guterres, la COP30 en Belém debe ser el punto de inflexión, en el que el mundo presente un plan de respuesta audaz y creíble para cerrar las brechas de ambición y aplicación.
«Movilizar 1,3 billones de dólares al año para 2035 en financiación climática para los países en desarrollo; y promover la justicia climática para todos. El camino hacia los 1,5 grados es estrecho, pero está abierto», consideró.
Y exhortó: «Aceleremos para mantener vivo ese camino por las personas, por el planeta y por nuestro futuro común».
Mientras tanto, una nueva investigación de Oxfam y CARE Climate Justice Centre revela que los países en desarrollo del Sur global están pagando ahora más a las naciones ricas por los préstamos para la financiación climática de lo que reciben: por cada cinco dólares que reciben, pagan siete dólares. Ello porque 65 % de la financiación se entrega en forma de préstamos.
Esta forma de especulación con la crisis por parte de los países ricos está agravando la carga de la deuda y obstaculizando la acción climática.
Para agravar este fracaso, los profundos recortes en la ayuda exterior amenazan con reducir aún más la financiación climática, traicionando a las comunidades más pobres del mundo, que son las que más sufren los efectos de los crecientes desastres climáticos, según el informe conjunto.
Algunas conclusiones clave del informe:
• Los países ricos afirman haber movilizado 116 000 millones de dólares en financiación climática en 2022, pero el valor real es solo de entre 28 000 y 35 000 millones de dólares, menos de un tercio de la cantidad prometida.
• Casi dos tercios de la financiación climática se concedieron en forma de préstamos, a menudo a tipos de interés estándar sin concesiones. Como resultado, la financiación climática aumenta cada año la deuda de los países en desarrollo, que actualmente asciende a 3,3 billones de dólares. Países como Francia, Japón e Italia se encuentran entre los principales responsables.
• Los países menos adelantados solo recibieron 19,5 % y los pequeños Estados insulares en desarrollo 2,9 % del total de la financiación pública para el clima entre 2021 y 2022, y la mitad de esa cantidad fue en forma de préstamos que deben devolver.
• Los países desarrollados se están beneficiando de estos préstamos, ya que los reembolsos superan los desembolsos. En 2022, los países en desarrollo recibieron 62 000 millones de dólares en préstamos para el clima. Estimamos que estos préstamos darán lugar a reembolsos de hasta 88 000 millones de dólares, lo que supondrá «un beneficio» de 42 % para los acreedores.
• Solo 3 % de la financiación se destina específicamente a mejorar la igualdad de género, a pesar de que la crisis climática afecta de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas.
«Los países ricos están tratando la crisis climática como una oportunidad de negocio, no como una obligación moral», afirmó Nafkote Dabi, responsable de políticas climáticas de Oxfam. «Están prestando dinero a las mismas personas a las que han perjudicado históricamente, atrapando a las naciones vulnerables en un ciclo de deuda. Se trata de una forma de especulación con la crisis», añadió.
Este fracaso se produce en un momento en que los países ricos están llevando a cabo los recortes más drásticos en la ayuda exterior desde la década de 1960.
Los datos de la Organización de la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) muestran una caída de 9 % en 2024, y las previsiones para 2025 apuntan a un recorte adicional de 9-17 %.
A medida que se intensifican los efectos de los desastres climáticos provocados por los combustibles fósiles —que solo en 2024 han desplazado a millones de personas en el Cuerno de África, han afectado a otros 13 millones en Filipinas y han inundado a 600 000 personas en Brasil—, las comunidades de los países de bajos ingresos disponen de menos recursos para adaptarse al rápido cambio climático, según el estudio.


