Desentrañando el paquete de Belém de la COP30, cargado de connotaciones políticas

André Corrêa do Lago, presidente de la COP30 de Belém, en la Amazonia brasileña, durante la sesión plenaria de clausura de la cumbre, tan intensa como tensa. Imagen: Kiara Worth / ONU Cambio Climático

BELÉM – Tras tensas negociaciones que se prolongaron toda la noche y la madrugada entre el viernes 21 y el sábado 22 , con acaloradas discusiones entre más de 190 delegaciones nacionales, finalmente se forjó un «paquete de Belém con gran carga política» en la COP30, llamado así debido a los temas altamente controvertidos y difíciles de negociar dentro de las negociaciones sobre el clima.

Se suponía que Belém sería una conferencia climática sobre «cómo» actuar, «cómo» implementar y, también, «cómo» adaptarse.

Las decisiones con las que concluyó la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmncc) determinarían cómo se pasaría de las palabras a los hechos en el Acuerdo de París y en qué medida se podrían alcanzar las acciones climáticas globales.

En esta COP celebrada en la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, que debió ser de «implementación y multilateralismo en acción», la política se impuso en más de un sentido y no para bien.

Observadores como Wesley Githaiga, de la sociedad civil, dijeron a IPS que las cuestiones relacionadas con el comercio, la financiación climática y los combustibles fósiles tienen una gran carga política debido a los intereses nacionales contrapuestos y conflictivos.

«Algunos países tienen más responsabilidad que otros en la crisis climática y una mayor responsabilidad financiera para hacer frente al cambio climático», afirmó Githaiga. «Es difícil lograr un equilibrio entre las necesidades de los países en desarrollo vulnerables y las prioridades económicas de los países ricos desarrollados», acotó.

Los intereses nacionales en conflicto se intensificaron cuando la COP30 se suspendió para realizar consultas adicionales apenas una hora antes del resultado final del sábado 22, un día después de cuando debía concluir la cumbre, tras una discusión que estalló por cuestiones de procedimiento.

El presidente de la COP30, el brasileño André Corrêa do Lago, determina el sábado 22, con el martillo la conclusión de su sesión plenaria de clausura, sin una hoja de ruta para acabar con los combustibles fósiles, ni concreciones en otros temas existenciales para contener el calentamiento planetario. Imagen: Kiara Worth: ONU Cambio Climático

El elefante en la habitación: los combustibles fósiles

Por un lado, algunos Estados petroleros altamente organizados del Grupo Árabe de naciones, entre ellos Arabia Saudí, se opusieron a Colombia, que contaba con el apoyo de la Unión Europea y otros países latinoamericanos como Chile, Panamá y Uruguay en lo que respecta a los combustibles fósiles.

Los combustibles fósiles son, con diferencia, los que más contribuyen al calentamiento global. Los científicos han advertido de un aumento catastrófico de la temperatura de hasta 2,5 °C para mediados de siglo.

Githaiga afirma que la cuestión era de procedimiento, ya que Colombia se oponía a un texto ya aprobado. El principal punto de discordia era la transición para abandonar los combustibles fósiles.

La COP28, celebrada en Dubái en 2023, logró un avance histórico al abogar por un cambio global para abandonar los combustibles fósiles. La forma de llevar a cabo la transición había sido la cuestión más controvertida en Belém.

Tan controvertida que la COP30 decidió finalmente eludir por completo los «combustibles fósiles».

A pesar de que casi 80 países desarrollados y en desarrollo se mantuvieron firmes en su exigencia de poner fin al uso de combustibles fósiles que calientan el planeta, en el acuerdo final de la COP30 no se mencionan los combustibles fósiles, solo se hace una referencia indirecta al «consenso de los Emiratos Árabes Unidos».

A pesar de las demandas de los países latinoamerianos, entre ellos, el anfitrión y presidente de la cumbre: Brasil, y otros latinoamericanos como Colombia, Panamá y Uruguay, que pedían un lenguaje más contundente, se siguió adelante con el anuncio de una hoja de ruta voluntaria al margen del proceso de la propia COP.

A lo largo de las cada día más tensas negociaciones sobre el clima, iniciadas el 10 de noviembre, los observadores especularon con que el resultado de la COP30 incluiría un texto sobre la «eliminación gradual» o la «reducción gradual» de los combustibles fósiles.

El resultado final no incluyó una hoja de ruta para abandonar el petróleo, el gas y el carbón. Reconociendo que el mundo esperaba más ambición, el presidente brasileño de la COP30, André Corrêa do Lago, dijo a los delegados: «Sabemos que algunos de ustedes tenían mayores ambiciones para algunas de las cuestiones que se estaban tratando».

A pesar de la falta de consenso, el presidente de la COP30 anunció el sábado 22 que la presidencia publicaría un «texto paralelo» sobre los combustibles fósiles y la protección de los bosques debido a la falta de acuerdo, en una cumbre climática anual que como todas están en ocasiones lastradas por la obligación de que sus decisiones sean por consenso.

Habrá dos hojas de ruta sobre estas dos cuestiones. El trabajo se realizará al margen de las negociaciones formales encabezadas por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y la presidencia brasileña de la COP. Pero se trata de una decisión con poca capacidad de impulso real.

Financiación climática

Sin embargo, no todo estaba perdido. Según Mohamed Adow, director de Power Shift Africa, la creación de un Mecanismo de Acción para una Transición Justa surgió como un avance positivo, al reconocer que el cambio global para abandonar los combustibles fósiles no dejará de lado a los trabajadores y las comunidades más afectadas.

No obstante, Adow subrayó que «los países desarrollados han traicionado a las naciones vulnerables al no cumplir con los planes nacionales de reducción de emisiones alineados con la ciencia y al bloquear las conversaciones sobre financiación para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático causado por el norte global».

«Los países ricos no pueden hacer un llamamiento genuino a favor de una hoja de ruta si ellos mismos siguen conduciendo en dirección contraria y se niegan a pagar por los vehículos que robaron al resto de la caravana», planteó.

Los desacuerdos no se refieren a la financiación climática en sí misma, sino a cómo fluirán los fondos de los países ricos del Norte global a los países pobres y vulnerables del Sur global.

Pero la falta de ambición no se reflejó en la declaración de ocho páginas elaborada en la boca de la selva tropical más grande del mundo: el Amazonas.

Las negociaciones lobtuvieron su objetivo de lograr una transición económica, aunque existe la preocupación de que algunos de los acuerdos de financiación climática, como los relativos a la adaptación, sean demasiado amplios, generales y carentes de detalles.

La COP29,  celebrada en Bakú hace un año, elevó el objetivo anual de financiación climática de los países en desarrollo de 100 000 millones de dólares a 300 000 millones.

La COP30 acordó ampliar la financiación y movilizar específicamente 1,3 billones (millones de millones) de dólares anuales para 2035 para la acción climática.

En cuanto a la adaptación, Adow afirmó: «Belém restauró en parte la integridad del Objetivo Global de Adaptación, eliminando indicadores peligrosos que habrían penalizado a los países más pobres simplemente por ser pobres».

«La lentitud de las negociaciones sobre financiación es preocupante. La promesa de triplicar la adaptación carece de claridad en cuanto al año de referencia y ahora se ha retrasado hasta 2035, lo que deja a los países vulnerables sin apoyo para hacer frente a las crecientes necesidades a las que se enfrentan las comunidades más afectadas», añadió.

A su juicio, «tal y como están las cosas, este resultado no contribuye en nada a reducir la brecha de financiación para la adaptación».

Adow recordó que «la COP30 tenía la intención de centrarse significativamente en la recaudación de fondos para ayudar a las naciones vulnerables a adaptarse al cambio climático; sin embargo, las naciones europeas han socavado estas discusiones y han eliminado las protecciones que los países más pobres buscaban en Belém».

«Europa, que colonizó gran parte del Sur global y luego lo puso aún más en peligro con sus emisiones industriales de carbono, ahora trabaja en contra de los esfuerzos para ayudarlo a adaptarse a la crisis climática», añadió.

Muchos de los países que han presentado sus planes nacionales de adaptación carecen de financiación. El acuerdo alcanzado es duplicar la financiación para la adaptación para 2025 y triplicarla para 2035. Pero no está claro de dónde procederá el dinero: si de la financiación pública, privada o de los países ricos.

En primera línea de la crisis climática, Sierra Leona cuestionó el énfasis en el capital privado para financiar los esfuerzos de adaptación al clima, afirmando que el sector privado no es conocido por su sólido apoyo a la adaptación. Observadores como Githaiga afirman, en cambio, que es necesario triplicar la financiación pública para la adaptación.

«Si se lee el texto con atención, se comprueba que no hay ningún acuerdo que obligue a los países a aportar más fondos para actividades climáticas», afirmó.

Pérdidas y daños

En cuanto al Fondo de Pérdidas y Daños, ya se han confirmado los ciclos de puesta en marcha y reposición. Por primera vez en la historia de las COP, el comercio se debatió y se debatirá en el marco de la Cmnucc, y no solo en la Organización Mundial del Comercio, en reconocimiento de la intersección entre el comercio y el cambio climático.

La cumbre climática también presentó nuevas iniciativas, como el lanzamiento del Acelerador de la Implementación Global y la Misión de Belém para 1,5 °C, con el fin de impulsar la ambición y la implementación.

Se trata de colmar la brecha de ambición mediante la reducción de las emisiones. El «Paquete de Belém» pretende aumentar la ambición estableciendo un nuevo objetivo de calentamiento de 1,5 °C para adaptarse al ritmo de la crisis climática.

En la ciudad amazónica también se asumió el compromiso de promover la integridad de la información y contrarrestar las narrativas falsas.

En última instancia, la COP30 será recordada por el aumento del activismo climático y, más aún, por la visibilidad de los pueblos indígenas y el reconocimiento de los afrodescendientes.

Es de muy de destacar que se reconoció la intersección entre el cambio climático y la acción y la justicia de pueblos originarios y razas diversas, aunque la demanda de algunos liderazgos indígenas es que les debería corresponder un puesto formal y propio en la mesa de negociación.

Belém también elevó las ambiciones para proteger los bosques del mundo, ya que la Hoja de ruta para la financiación forestal ya cuenta con el respaldo de 36 gobiernos, que representan 45 % de la cobertura forestal mundial y 65 % del producto interno bruto (PIB) mundial.

Esta hoja de ruta pretende cubrir un déficit anual de 66 800 millones de dólares para la protección y restauración de los bosques tropicales.

El secretario ejecutivo de la ONU Cambio Climático y de la Cmnucc, Simon Stiell, resumió los aspectos positivos.

«La COP30 demostró que la cooperación climática está más viva que nunca. Mantiene a la humanidad en la lucha por un planeta habitable. Y eso a pesar de los fuertes vientos políticos en contra. Aunque un país dio un paso atrás, 194 países se han mantenido firmes en su solidaridad. Firme en su apoyo a la cooperación climática», dijo.

«Con o sin ayudas a la navegación, la dirección del viaje está clara: el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables y la resiliencia es imparable y está cobrando impulso», afirmó Stiell en una rueda de prensa al final de la COP», añadió.

Sin embargo, son mayoría los que recordarán la COP30 por su falta de ambición para cumplir la promesa hecha al mundo en 2023 de eliminar gradualmente los combustibles fósiles.

La falta de una vía basada en la ciencia para facilitar una eliminación rápida, justa y financiada de los combustibles fósiles es una mancha en el débil acuerdo climático de Belém.

T: MF / ED: EG

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