La inseguridad alimentaria urbana está aumentando: así pueden responder las ciudades

Este es un artículo de opinión de Esther Ngumbi, profesora adjunta de Entomología de de la estadounidense Universidad de Illinois.

Abordar la crisis de inseguridad alimentaria urbana requerirá visión, acciones y estrategias coordinadas, y un compromiso sostenido por parte de los gobiernos municipales, la academia, el sector privado y las oenegés. Imagen: Shutterstock

URBANA, Estados Unidos – Millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo siguen enfrentándose a la inseguridad alimentaria, lo que significa que no pueden acceder a los alimentos seguros y nutritivos necesarios para vivir plenamente y, a menudo, no saben de dónde vendrá su próxima comida.

Según Feeding America (Alimentación Estados Unidos), 47 millones de personas en Estados Unidos sufren inseguridad alimentaria. En todo el mundo, 673 millones de personas sufren esa inseguridad alimentaria.

Tradicionalmente, los esfuerzos para abordar la inseguridad alimentaria se han centrado en las poblaciones de las zonas rurales y suburbanas; sin embargo, los datos y estadísticas del último censo muestran que ahora hay más personas que viven en zonas urbanas.

Según el censo de 2020 de Estados Unidos, 80 % de la población estadounidense reside en zonas urbanas, y se espera que esta cifra aumente hasta 89 % en 2050. Del mismo modo, un informe de las Naciones Unidas afirma que más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas, y se prevé que esta proporción aumente hasta 70 % en 2050.

A medida que la población de las ciudades sigue creciendo y la inseguridad alimentaria urbana sigue siendo un problema persistente y urgente, replantearse los espacios urbanos y periurbanos como centros de innovación en el cultivo de alimentos ya no es opcional, sino esencial.

La autora, Esther Ngumbi

Como era de esperar, un innovador informe de 2024 del Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición reveló que más de 75 % de la población mundial que sufre inseguridad alimentaria vive en zonas urbanas y periurbanas, y depende de los mercados para obtener sus alimentos en lugar de cultivarlos ellos mismos.

Por lo tanto, cada vez es más importante ampliar las iniciativas centradas en abordar la inseguridad alimentaria para incluir a las poblaciones de las zonas urbanas y periurbanas. Para lograrlo, se pueden poner en marcha varias estrategias interconectadas.

La inseguridad alimentaria en las comunidades urbanas se puede abordar mediante diversas estrategias.

En primer lugar, se deben apoyar los esfuerzos para expandir la agricultura urbana a través de huertos comunitarios, huertos en azoteas o en contenedores y otros métodos innovadores de agricultura urbana que transforman los espacios y las tierras agrícolas no utilizados en áreas productivas para el cultivo de alimentos.

Invertir en la producción de alimentos cerca de las ciudades urbanas ofrece varias ventajas, entre ellas el acortamiento de las cadenas de suministro, la reducción de la dependencia de las importaciones, la mejora de la nutrición y el fortalecimiento de la resiliencia local frente a las perturbaciones relacionadas con el clima y las interrupciones del sistema alimentario.

En segundo lugar, es necesario mejorar la distribución de alimentos dentro de las comunidades urbanas. Incluso cuando los alimentos son abundantes y de fácil acceso, la distribución y el acceso desiguales pueden seguir causando hambre en las zonas urbanas.

Por lo tanto, sigue siendo esencial invertir en mercados móviles, ampliar las instalaciones de almacenamiento en frío y explorar formas innovadoras y creativas de distribuir alimentos a los hogares y comunidades vulnerables. De este modo, se contribuirá a cerrar esta brecha y se garantizará que los alimentos lleguen a quienes más los necesitan.

En tercer lugar, es necesario apoyar y promover inversiones y políticas que tengan como objetivo crear sistemas alimentarios urbanos sostenibles e inclusivos. Por lo tanto, los ayuntamientos y los gobiernos deben incorporar de forma intencionada los objetivos de seguridad alimentaria en su planificación.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Estos objetivos pueden incluir la asignación de tierras para la producción local de alimentos, el establecimiento de consejos municipales formales de política alimentaria y la lucha contra el acceso desigual a alimentos asequibles y saludables para todos los residentes en las zonas urbanas.

La buena noticia es que varias ciudades de Estados Unidos han adoptado este cambio. Por ejemplo, la iniciativa de Seattle se estableció en el marco del programa alimentario local de la ciudad para crear un sistema alimentario fuerte y resiliente. Se han llevado a cabo iniciativas similares en otras ciudades de los Estados Unidos, como Detroit, Minneapolis, Austin y Chicago.

Como complemento a estas iniciativas, es necesario reforzar los programas de protección social y las redes de seguridad para las poblaciones vulnerables que viven en las ciudades. Entre ellas se incluyen iniciativas como programas de alimentación escolar, vales de comida y otros proyectos innovadores de nutrición y asistencia alimentaria.

Estas iniciativas también pueden incorporar campañas de educación y sensibilización para promover una alimentación saludable, reducir el desperdicio de alimentos y motivar a los miembros de la comunidad urbana a participar en actividades de cultivo local de alimentos.

A medida que la población de las ciudades sigue creciendo y la inseguridad alimentaria urbana sigue siendo un problema persistente y urgente, replantearse los espacios urbanos y periurbanos como centros de innovación en el cultivo de alimentos ya no es opcional, sino esencial.

Abordar la crisis de inseguridad alimentaria urbana requerirá visión, acciones y estrategias coordinadas, y un compromiso sostenido por parte de los gobiernos municipales, el mundo académico, el sector privado y las oenegés.

Al invertir en sistemas alimentarios inclusivos y en evolución, y al empoderar a las comunidades para que den forma a su futuro alimentario, nuestras ciudades pueden transformarse de zonas afectadas por el hambre en comunidades vibrantes y bien alimentadas, donde todos los residentes tengan acceso a alimentos saludables, asequibles y nutritivos. Es hora de actuar.

Esther Ngumbi, doctora, es profesora adjunta del Departamento de Entomología y del Departamento de Estudios Afroamericanos de la estadounidense Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.

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