NUEVA YORK – Los desafíos climáticos y ambientales golpean con mayor fuerza y frecuencia, transformando la vida de las personas en todo el mundo. Si bien los desastres afectan a todos, sus impactos no se sienten por igual. Las personas más marginadas, especialmente las mujeres y las niñas, suelen ser las primeras en sufrir y las últimas en recuperarse.
Los roles sociales, la discriminación y las desigualdades económicas amplifican los riesgos que enfrentan las mujeres en tiempos de crisis y socavan la capacidad de las comunidades para reconstruir sus medios de vida. Situar la igualdad de género en el centro de la reducción del riesgo de desastres no es solo una cuestión de justicia, sino clave para un futuro más resiliente para todos.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) trabaja con sus socios para traducir esta visión en acción, promoviendo la igualdad y la inclusión en cada etapa de la reducción del riesgo de desastres, desde la preparación hasta la respuesta y la recuperación.
Basándonos en nuestra experiencia, identificamos cinco maneras poderosas en que el liderazgo y la participación significativa de las mujeres pueden fortalecer la capacidad de las comunidades para resistir y recuperarse de futuras crisis.
El liderazgo de las mujeres fortalece la resiliencia
En el Pnud, facilitamos activamente la participación de las mujeres en la toma de decisiones y políticas a todos los niveles, desde los comités locales hasta las plataformas nacionales. Nos basamos en su experiencia y perspectivas, a la vez que potenciamos el liderazgo y la innovación que ya aportan al desarrollo de la resiliencia.
Al invertir en las ideas de las mujeres y apoyar sus iniciativas, contribuimos a generar soluciones que impactan en las comunidades, fortaleciendo la seguridad alimentaria, sustentando los medios de vida e impulsando el progreso en todos los ámbitos.
En Bosnia y Herzegovina, la Coalición Feminista por la Justicia Climática, con el apoyo del Pnud, ha mejorado las condiciones laborales de más de 75.000 mujeres, ha capacitado a 1.500 funcionarias en gestión energética y climática, y ha abierto nuevas oportunidades para empresas lideradas por mujeres.
Mientras tanto, en Chad, con el apoyo de Francia a través de la iniciativa global Mujeres, Paz y Seguridad, las cooperativas de mujeres han combinado la agricultura climáticamente inteligente, el riego solar y los sistemas de alerta temprana para reducir los riesgos de inundaciones y apoyar la recuperación, demostrando cómo los enfoques liderados por mujeres pueden fortalecer las medidas de reducción de riesgos, la preparación, los medios de vida y la consolidación de la paz, incluso en entornos frágiles.

La resiliencia depende del cuidado
La resiliencia depende del cuidado, y las mujeres asumen más de tres cuartas partes del cuidado no remunerado en el mundo, apoyando a niños, adultos mayores, personas con discapacidad y comunidades enteras. Estas responsabilidades aumentan durante las crisis, ya que los desastres interrumpen las escuelas, los sistemas de salud y los servicios básicos, lo que ejerce una presión aún mayor sobre las mujeres.
Reconocer y priorizar el cuidado en la gestión de desastres, mediante sistemas de alerta temprana, espacios seguros y la continuidad de los servicios esenciales, ayuda a proteger vidas y a acelerar la recuperación para todos.
El Pnud apoya a los países para integrar la atención en las estrategias contra desastres y cambio climático. En Honduras, Cuba, Belice y Guatemala, una herramienta de mapeo georreferenciado de la atención ayuda a identificar deficiencias en los servicios de cuidado infantil, de adultos mayores y de inclusión para personas con discapacidad.
En Honduras, este análisis ayudó a las autoridades a identificar «desiertos de atención» en zonas propensas a inundaciones y deslizamientos de tierra, priorizar la modernización de espacios seguros y garantizar que la continuidad de la atención se tenga en cuenta en los planes de evacuación y rehabilitación.
En Ucrania, la iniciativa «Mamá en el Refugio» transformó un sótano en un refugio adaptado para niños, activado durante los bombardeos aéreos, vinculando la alerta temprana con el apoyo continuo a la atención materna e infantil, incluso en situaciones de conflicto agudas.
Los datos de género significan una mejor planificación y una mejor respuesta
buena planificación comienza con datos de calidad. Sin información desglosada por sexo, edad y discapacidad, las políticas de reducción del riesgo de desastres pueden pasar por alto las necesidades y fortalezas únicas de los diferentes sectores de la comunidad, especialmente de los grupos marginados. Los datos de alta calidad desglosados por género ayudan a garantizar que las estrategias sean específicas, eficaces e inclusivas.
El año pasado, el Pnud incrementó los datos desglosados por sexo y el análisis de género en 20 países afectados por crisis. Cuba, Indonesia, Maldivas, Myanmar, Samoa y Yemen desarrollaron sistemas de alerta temprana que fortalecen la participación y el liderazgo de las mujeres.
En Etiopía, las medidas de reducción del riesgo de desastres ayudaron a los hogares encabezados por mujeres a recuperarse de los deslizamientos de tierra, mientras que en Armenia, las evaluaciones de riesgos inclusivas dirigidas por mujeres se incorporaron directamente a los planes locales de desarrollo y recuperación.

Instituciones con capacidades de género, mejor preparadas para la resiliencia
Las comunidades resilientes parten de instituciones resilientes. Cuando las organizaciones, desde las autoridades nacionales que gestionan riesgos hasta los comités locales de riesgo, integran consideraciones de género en sus políticas, planificación y programación, las buenas intenciones se convierten en progreso real, pasando de la retórica a la rutina.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
La autoridad nacional de gestión del riesgo de desastres de Guatemala estableció un nuevo estándar al obtener el Sello de Igualdad de Género del Pnud para Instituciones Públicas. Esto significa que los mandatos, los datos y la participación en materia de género, incluyendo a las mujeres indígenas, se integran en la gestión local del riesgo. Instituciones más sólidas como estas están mejor preparadas para satisfacer las necesidades de las personas y desarrollar una resiliencia duradera.
Derribar barreras, construir resiliencia
A pesar de los avances reales, persisten brechas. La igualdad de género sigue siendo relegada con demasiada frecuencia a un segundo plano en las iniciativas relacionadas con desastres, clima, ayuda humanitaria y desarrollo. Trabajemos juntos para que el liderazgo, el cuidado y la inclusión de las mujeres sean fundamentales en todos los planes y políticas.
Juntos, podemos:
- Lograr que el liderazgo de las mujeres sea innegociable en la toma de decisiones y la financiación de la reducción del riesgo de desastres.
- Destinar más capital a la resiliencia de las mujeres, incluyendo la financiación de riesgos, la protección social y el apoyo a las empresas lideradas por mujeres.
- Priorizar la atención en los planes de preparación y continuidad para que las alertas se traduzcan en protección para los cuidadores, los niños, las personas mayores y las personas con discapacidad.
- Fortalecer las capacidades institucionales nacionales y locales para aplicar una perspectiva de género a la gestión de riesgos, desde la prevención, la preparación, la respuesta y la recuperación ante eventos peligrosos.
- Cuando estas medidas se apliquen de forma sistemática, las comunidades de todo el mundo estarán mejor preparadas para afrontar los desafíos y recuperarse con confianza.
Raquel Lagunas es directora global de Igualdad de Género del Pnud; Ronald Jackson es director del Pnud para la Reducción del Riesgo de Desastres, la Recuperación y el Desarrollo de la Resiliencia.







