WASHINGTON – El secretario de Guerra de Estados Unidos, Peter Hegseth, informó este viernes 3 que la fuerza aeronaval de su país hundió en el Caribe una nueva lancha señalada de transportar drogas y cuyos cuatro ocupantes perecieron.
“El ataque se llevó a cabo en aguas internacionales frente a la costa de Venezuela mientras el buque transportaba cantidades sustanciales de narcóticos con destino a Estados Unidos para envenenar a nuestro pueblo”, escribió Hegseth en su cuenta de la red X.
La tensión política y los aprestos militares se incrementan entre Estados Unidos y Venezuela desde que en agosto el presidente estadounidense Donald Trump ordenó desplegar una flota en el Caribe sur para luchar contra carteles del narcotráfico.
Washington acusa al presidente venezolano Nicolás Maduro de dirigir el “Cartel de los Soles” (así llamado en alusión a insignias de sus mandos militares) que facilitaría el flujo de drogas en América del Sur, y de impulsar al “Tren de Aragua”, una banda delictiva venezolana que se ha expandido en el hemisferio.
El 2 de septiembre Trump informó del hundimiento en aguas internacionales del Caribe de una lancha que, según dijo, transportaba desde Venezuela cocaína y fentanilo con destino a Estados Unidos, y sus 11 ocupantes fueron abatidos.
Le siguieron acciones similares y el hundimiento informado este 3 de octubre sería el cuarto o quinto, con unos 20 “narcoterroristas” abatidos, contraviniendo normas internacionales que pautan intercepción y captura de los civiles sindicados de transportar drogas ilícitas, pero no su ejecución sumaria.
Los hundimientos se efectúan mediante ataques cinéticos (un proyectil cae desde el espacio y destruye con la energía liberada por su impacto) y ninguna autoridad de Estados Unidos, Venezuela o países vecinos se ha abocado a buscar restos de los tripulantes o de los supuestos alijos de drogas.
Hegseth dijo que la lancha recién dinamitada pertenecía a “una de las organizaciones terroristas designadas” por su gobierno (lista que ya incluye el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles), y anunció que estos ataques “continuarán hasta que terminen los ataques contra el pueblo estadounidense”.
Venezuela colocó en alerta a su Fuerza Armada, pidió a los civiles alistarse como milicianos para defender el país de una posible invasión, y denunció la escalada de aprestos frente a su espacio marítimo y costas por parte de Estados Unidos.
Asimismo, Maduro decretó un estado de conmoción exterior (el nivel más alto de los estados de excepción en Venezuela), cuyas disposiciones precisas no se conocen pero se prevé que se activen apenas se produzca un ataque al territorio venezolano.
Desde que Estados Unidos desplegó su flota en el Caribe en agosto, menudean en medios y redes los más diversos estimados y pronósticos acerca de una eventual acción militar estadounidense sobre Venezuela que pueda derrocar a su gobierno.
Washington considera ilegítimo a Maduro, pues habría robado la elección presidencial del 28 de julio de 2024, la cual ganó con dos terceras parte de los votos su contendor Edmundo González -exiliado en España-, según las actas de escrutinio que la oposición recogió y presentó en instancias internacionales.
Incluso el gobierno de Estados Unidos divulga carteles ofreciendo una recompensa de 50 millones de dólares por la captura de Maduro, y de 25 millones por la de sus ministros de Interior, Diosdado Cabello, y de Defensa, el general Vladimir Padrino.
En la escalada de la cual hacen parte los hundimientos de las lanchas, destaca el sobrevuelo de los sofisticados cazas F-35 estadounidenses, de los cuales 10 fueron estacionados en Puerto Rico, que han volado junto a los límites del espacio aéreo venezolano, según denunció Padrino el 2 de octubre.
Esos aviones complementan el fuerte dispositivo naval desplegado por Estados Unidos, con una decena de navíos de guerra, incluyendo un crucero, tres destructores, buques anfibios, con una unidad de infantería de marina, y un submarino de propulsión nuclear.
Maduro y Padrino han dicho que el despliegue y las acciones de Estados Unidos son “una provocación y una amenaza” amenazan para su país y la región, lo cual “nos preocupa, pero no nos intimida”.
Y con respecto a un eventual ataque territorial, Padrino recomendó a las autoridades estadounidenses: “Piénselo bien”.
También el 2 de octubre se informó que Trump envió una comunicación al Congreso indicando que Estados Unidos “está en un conflicto armado” con carteles de la droga, formalidad para cambiar parámetros legales y encuadrar las acciones de la flota en el Caribe como de lucha militar contra combatientes ilegales.
Senadores demócratas habían exigido a la Casa Blanca explicaciones sobre la legalidad de los ataques, recordado que el Congreso debe autorizar al presidente para que los ordene. Expertos en derechos humanos, incluidos los de las Naciones Unidas, consideran que esos ataques son ilegales.
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