CUSCO, Perú – “No es fácil cambiar la idea de que lo masculino es superior a lo femenino no solo en los adolescentes, sino en toda la sociedad”, aseveró el docente David Acasi, mientras un grupo de estudiantes hombres y mujeres jugaban juntos al vóley en el patio de una escuela en Lamay, en la región andina de Cusco, en el sur de Perú.
Con cerca de 1,4 millones de habitantes, 4 % de la población de Perú, Cusco, situado en el sur andino de este país sudamericano, es uno de los departamentos con más altos índices de masculinidad machista, que se expresa en una amplia tolerancia a las diferentes formas de violencia de género.
Según la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales, publicada en julio, 66 % de los varones mayores de 18 años del departamento de Cusco justificó la violación sexual, 10 puntos por encima del promedio nacional. Una posición reflejada en afirmaciones como que “si una mujer se emborracha y luego es violada, ella es responsable por lo que le pasó”.
“El varón tiene esa mentalidad machista y un ego elevado, tiende a agredir y a menospreciar a las mujeres, sienten que no puede ser menos que ellas, y en los adolescentes lo vemos en agresiones como el insulto, el menosprecio, en hacer sentir mal a sus compañeras”, refirió Acasi a IPS en el patio de la escuela Eusebio Corazao.
Coordinador de Tutoría de la institución educativa, informó que tienen 210 estudiantes mujeres y hombres del grado de secundaria, que comprende cinco años de formación, al término de los cuales les correspondería seguir con estudios superiores técnicos o universitarios. En Cusco la población de 13 a 17 años bordea los 126 000.
“El varón tiene esa mentalidad machista y un ego elevado, tiende a agredir y a menospreciar a las mujeres, sienten que no puede ser menos que ellas, y en los adolescentes lo vemos en agresiones como el insulto, el menosprecio, en hacer sentir mal a sus compañeras”, David Acasi.
El municipio de Lamay, situado a 2900 metros sobre el nivel del mar y perteneciente a la provincia de Calca, se ubica a 45 kilómetros al noreste de la ciudad del Cusco y cuenta con cerca de 6000 habitantes. Las familias, la gran mayoría quechua hablantes, se dedican mayoritariamente a la agricultura familiar y actividades pecuarias.
Consciente de los impactos negativos del machismo en la vida personal, comunitaria y social, Acasi consideró importante introducir el tema de las nuevas masculinidades para promover entre el alumnado masculino el cambio de creencias y actitudes, y fomentar el respeto y la igualdad entre hombres y mujeres.
Observó, sin embargo, que no es una tarea sencilla por las resistencias que puede causar.
“El 56% de las familias de nuestro alumnado es disfuncional, padres que han abandonado los hogares, madres que deben asumir la responsabilidad del sustento; hay un descuido de los hijos y maltratos, todo eso influye en el comportamiento de los chicos”, afirmó el docente.

El machismo, fuente de tristeza y dolor
La influencia del hogar, como destacó el docente, es significativa. En el caso de Simeona Quispe, una mujer quechua de la comunidad campesina de Poques, en Lamay, ella tiene muy claro que las personas deben saber tratarse con respeto unas a otras. Y con esa sabiduría, junto con su esposo Feliciano Condori, han educado a sus seis hijos.
“Muy mal es el machismo, hace daño, da tristeza y dolor, no respeta a las mujeres, los mismos varones no se respetan entre ellos”, relató a IPS durante una visita a su comunidad.
Explicó que desde la infancia enseñó a sus hijas e hijos a ser parte de las tareas del hogar y del campo, sin hacer diferencias. “Todos han aprendido a barrer, a cocinar, a lavar, a trabajar en la chacra (finca de cultivo), a respetar a las personas, a los mayores, a los ancianos”, detalló.
Quispe explicó que con su esposo procede del mismo modo, es decir, comparten las tareas domésticas y agrícolas, apoyándose mutuamente. “Eso hemos enseñado a nuestros hijos, ejemplo hemos dado, no solo palabras; buen trato tiene que haber en la pareja, en la familia, en el hogar”, remarcó.

Hacer el cambio
¿Se nace machista o se aprende a serlo?, ¿qué relación existe entre machismo y la violencia a las mujeres?, ¿se puede ser hombre de una forma distinta a la tradicional?
Esas fueron algunas de las preguntas que orientaron la propuesta del no gubernamental Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán para trabajar el tema de nuevas masculinidades con los adolescentes varones de las escuelas Eusebio Corazao y Chumpe Poques.
Entre las actividades que promovieron está un concurso de relatos que lleva por título “Nosotros hacemos el cambio: adolescentes por la igualdad y la no violencia”, que busca contribuir a la reflexión crítica del machismo y a sensibilizar sobre los beneficios individuales y colectivos de vivir libres de él, según indicó a IPS Katherine Pozo, de esa institución feminista.
“Las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres afectan el tejido familiar y comunitario con rasgos de discriminación de género y violencia. Los adolescentes están creciendo con referentes de una masculinidad que reproduce y naturaliza el rol subordinado de las mujeres”, añadió.
Los adolescentes de las dos instituciones educativas participaron en jornadas lúdicas de información y sensibilización a cargo de Julio Lazo, especialista de la Red de Nuevas Masculinidades de Cusco, con la que el Centro Flora Tristán trabaja en alianza.
Las iniciativas a favor de nuevas masculinidades en las dos escuelas se realizan durante el actual curso escolar, que en este país va de marzo a diciembre, y son una actividad colateral a un proyecto que desarrolla la organización feminista en municipios de la provincia de Calca, a favor de los derechos de las mujeres productoras rurales.
Miradas furtivas, cierto recelo y comentarios en voz baja fueron las primeras reacciones en las dos escuelas, ambas públicas. No faltaron las bromas machistas entre ellos. Sin embargo, tras los juegos, bailes y cantos que formaron parte de la metodología en cada jornada, lograron soltarse y participar compartiendo sus reflexiones.

Paso a paso
IPS estuvo presente en distintas interacciones en las que los estudiantes desplegaron parte de su sentir en torno al machismo y la masculinidad. En la escuela de Chumpe Poques, situada en la comunidad campesina del mismo nombre, contaron que están creciendo con ideas como que los hombres son para atender la chacra y no para la cocina, o que solo lloran las niñas, los niños no.
En la institución educativa Eusebio Corazao, ubicada en la plaza mayor de Lamay, resaltó una mayor resistencia a involucrarse en la reflexión.
Pero cuando uno de los adolescentes, del cuarto grado, aseguró que “sí, se aprende a ser machista porque en la casa el papá maltrata a la mamá y te crían diciendo como un insulto que pareces bebita, pareces mujer”, muchos empezaron a expresar sus pensamientos y sentimientos.
“Dice mi papá que por ser hombres debemos trabajar más, para mantener el hogar; más te quiero más te pego es amor de verdad, siguen diciendo los mayores; el alcoholismo te hace más machista; no puedes dejar que una mujer te ponga los cuernos (sea infiel)”, fueron algunas de las ideas pronunciadas.
Venciendo las risas y bromas, la reflexión sobre los perjuicios del machismo para los propios adolescentes y sus relaciones de género, fue calando poco a poco en ambas instituciones educativas.

Chumpe Poques, sobre las diferentes formas de expresión del machismo a partir de sus propias vivencias, tras vencer sus iniciales resistencias frente al tema. Imagen: Mariela Jara / IPS
“Trabajar con las poblaciones más jóvenes para revertir los roles estereotipados de mujeres y hombres mediante la información y sensibilización es una estrategia para democratizar las relaciones de género y comunitarias y prevenir la violencia desde la adolescencia”, afirmó Pozo, abogada de profesión.
Adelantó que con el concurso de relatos que culminará con la premiación en noviembre, y con el que están comprometidas las autoridades y docentes de las dos escuelas, se da un paso significativo para impulsar un proceso de cambio entre este grupo de adolescentes.
“Como todo proceso es de largo aliento, pero ya estamos sembrando la semilla”, dijo.
El docente Acasi, del Eusebio Corazao, contó que como parte de su estrategia para erradicar el machismo están fomentando el deporte mixto, tanto en vóley o voleibol como en fútbol. También promueve la participación de los varones en juegos que habitualmente eran percibidos como exclusivos de las chicas.
“Mientras están en la cancha de juego colaboran, pero al salir, vuelven a lo mismo… este es un esfuerzo que necesita del compromiso no solo de la comunidad educativa y de instituciones no gubernamentales, sino de los municipios”, señaló.
Con marcada seriedad puntualizó que “a la municipalidad le decimos que de qué sirve invertir en cemento y fierro si descuidamos la parte humana, a nuestros adolescentes y niños, hombres y mujeres, es lo más delicado para sembrar un mejor futuro”.
ED: EG