NACIONES UNIDAS – Cuando se celebre la sesión de alto nivel de la Asamblea General, del 22 al 30 de septiembre, con más de 150 líderes políticos mundiales en la ciudad de Nueva York, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estará en modo de cierre con medidas de seguridad extremadamente estrictas.
Con una serie de amenazas y asesinatos políticos en Estados Unidos, incluido un atentado contra Donald Trump cuando estaba en campaña para la presidencia de Estados Unidos en julio de 2024, la lista continúa.
Con el asesinato del activista ultraconservador Charlie Kirk, el 10 de septiembre, el incendio provocado a principios de 2025 en la residencia del gobernador Josh Shapiro en Pensilvania y los asesinatos de la legisladora del estado de Minnesota Melissa Hortman y su marido como telón de fondo, es previsible que la ONU tome medidas de precaución adicionales.
Preguntado en una rueda de prensa el 15 de septiembre sobre la seguridad a raíz de esta violencia política en Estados Unidos, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, dijo a los periodistas: «La seguridad dentro del complejo de la ONU durante las sesiones de la Asamblea General es tan estricta como puede ser».
«Obviamente, estamos en estrecho contacto con las autoridades del país anfitrión, el Servicio Secreto de los Estados Unidos, el Departamento de Estado y, por supuesto, la policía de Nueva York (NYPD). Ellos tomarán las medidas que consideren necesarias en el exterior», puntualizó.
Tradicionalmente, los diplomáticos y delegados no se someten a controles de seguridad ni pasan por detectores de metales dentro del edificio de la ONU.
Cuando se le preguntó si este año habría nuevas restricciones, Dujarric respondió: «No lo sé».
Las restricciones a la libertad de movimiento de los periodistas acreditados durante las reuniones de alto nivel fueron detalladas el 17 de septiembre por la Unidad de Acreditación y Enlace con los Medios de Comunicación (Malu, en inglés) de la ONU.
Los representantes de los medios de comunicación acreditados, incluidos los fotógrafos y videógrafos oficiales, deben estar acompañados en todo momento por personal de la Unidad de Acreditación y Enlace con los Medios de Comunicación en las zonas restringidas, incluidos el edificio de conferencias y el edificio de la Asamblea General.
Los titulares de pases de prensa NO pueden acceder a la segunda planta del edificio de conferencias ni al edificio de la Asamblea General.
Pero, echando la vista atrás, hubo varios fallos de seguridad en el pasado, que dieron lugar a un ataque terrorista con bazuca contra el edificio de la Secretaría General en 1964, el único ataque de este tipo en la historia de la ONU.
Sin embargo, el año pasado, la seguridad de la ONU, consciente de las armas de alta tecnología que se utilizan actualmente en los conflictos militares, colocó un cartel fuera del edificio en el que se declaraba la ONU como «Zona Libre de Drones».

Durante la semana de alto nivel que comienza el lunes 22, como en años anteriores las calles estarán repletas de agentes de policía, personal del Servicio Secreto de los Estados Unidos, agentes de seguridad de la ONU, el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), perros detectores de bombas, cortes de tráfico y una ambulancia de guardia en el recinto de la ONU, lista para hacer frente a cualquier emergencia médica.
En años anteriores, el Servicio Secreto también contaba con un capellán oficial preparado para administrar la extremaunción en caso de que se produjera algún asesinato político en las instalaciones de la ONU.
Mientras tanto, se comprueba dos y tres veces la identificación con fotografía de cientos de empleados de la ONU y periodistas, lo que recuerda a la seguridad del Pentágono y la sede de la Agencia Central de Inteligencia, la Cia, donde la identificación de los visitantes cambia automáticamente de color si se excede el tiempo de visita.
Sin embargo, en 1964, cuando quizá la seguridad era relativamente menor, el edificio de la ONU sufrió un ataque terrorista —quizá el primero en la historia del organismo mundial— con un lanzacohetes mal dirigido.
Cuando el carismático Che Guevara, que en su día fue el segundo al mando del líder cubano Fidel Castro, se encontraba en las Naciones Unidas para intervenir en las sesiones de la Asamblea General, la sede de la ONU fue objeto de un ataque, literalmente.
El discurso del revolucionario marxista quedó momentáneamente ahogado por el sonido de una explosión.
Las fuerzas anticastristas de Estados Unidos, respaldadas por la Cia, habían montado una insidiosa campaña para impedir que el Che Guevara hablara.
Se disparó un bazuca de 3,5 pulgadas contra el acristalado edificio de 39 plantas de la Secretaría, situado junto al río Este, mientras se celebraba una ruidosa manifestación anticastrista y anticheguevarista frente al edificio de la ONU.
Pero el lanzacohetes, que aparentemente no era tan sofisticado como los misiles y granadas propulsadas por cohetes que se lanzan desde el hombro en la actualidad, falló su objetivo, hizo vibrar las ventanas y cayó al río a unos 200 metros del edificio.
Un periódico describió el ataque como «uno de los episodios más violentos desde que las Naciones Unidas se trasladaron a su sede del East River en 1952».
Como recouerdan los más antiguos empleados de la ONU, el fallido atentado contra el edificio de la ONU tuvo lugar cuando el Che Guevara lanzó un feroz ataque contra la política exterior estadounidense y denunció un pacto de desnuclearización propuesto para el hemisferio occidental.
Tras su discurso en la Asamblea, se le preguntó al Che Guevara por el atentado contra su persona. «La explosión le ha dado más sabor a todo», bromeó mientras fumaba su puro cubano durante una rueda de prensa.
Cuando un periodista le informó de que la policía de Nueva York había detenido a una mujer, descrita como una exiliada cubana anticastrista, que había sacado un cuchillo de caza y saltado el muro de la ONU con la intención de matarlo, el Che Guevara dijo: «Es mejor que te mate una mujer con un cuchillo que un hombre con una pistola».
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Un agente de seguridad recordó una vez un incidente en el que el primer ministro de un país africano, que se dirigía a la Asamblea General, fue interrumpido por un grupo de estudiantes africanos.
Como es habitual con los manifestantes, el ruidoso grupo fue expulsado de la galería de visitantes, interrogado, fotografiado y se le prohibió la entrada a las instalaciones de la ONU.
Pero unos cinco años más tarde, uno de los abucheadores regresó a la ONU, esta vez como ministro de Asuntos Exteriores de su país, y se dirigió al organismo mundial.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Sri Lanka, ACS Hameed, vivió uno de sus momentos más memorables cuando Krishna Vaikunthavasan, un abogado afincado en Londres que hacía campaña a favor de un Estado tamil independiente, se coló subrepticiamente en la ONU e intentó eclipsar a Hameed subiéndose al estrado de la sala de la Asamblea General y ocupando momentáneamente el puesto del orador, en un momento en que la seguridad era mucho más laxa que ahora.
El incidente, quizás una rareza en la historia de la ONU, vio al intruso lanzar una diatriba contra un Estado miembro acusándolo de genocidio y criticando al gobierno por cometer crímenes de guerra contra los tamiles que luchan por un Estado independiente en el norte de Sri Lanka.
Cuando el presidente de la Asamblea se dio cuenta de que tenía un intruso entre manos, le cortó el micrófono y llamó a los guardias de seguridad, que lo expulsaron físicamente de la sala y le prohibieron el acceso a las instalaciones de la ONU. Y cuando Hameed subió al estrado, se hizo un silencio sepulcral en la sala de la Asamblea.
Como miembro de la delegación de Sri Lanka en ese momento, el autor de este reportaje estaba sentado detrás de Hameed. Pero Hameed, imperturbable, sin que ninguno de sus delegados le diera pie, soltó una frase lapidaria: «Señor presidente», dijo, «quiero dar las gracias al orador anterior por haber sido breve en su discurso», y la Asamblea, conocida por sus discursos prolijos, estalló en carcajadas.
El intruso quedó eclipsado por el ministro al que pretendía eclipsar.
T: MF / ED: EG