GINEBRA – El mundo es hoy más rico, más sano y más educado que hace tres décadas, pero los beneficios no se han distribuido de manera equitativa y la reducción de las desigualdades se ha detenido, evidencia un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgado este miércoles 24.
Gilbert Houngbo, director general de la OIT, afirmó que “el mundo ha progresado de manera innegable, pero no podemos ignorar que millones de personas siguen excluidas de la oportunidad y de la dignidad en el trabajo”.
“La justicia social -agregó- no es solo un imperativo moral: es esencial para la seguridad económica, la cohesión social y la paz” en el planeta.
El nuevo informe destaca progresos en la reducción de la pobreza, la educación y la productividad, pero muestra un estancamiento en los últimos años, con desigualdades profundas y una pérdida de confianza en las instituciones.
Entre los avances significativos desde 1995, cuando se reunió en Copenhague la primera Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, el informe menciona que la pobreza extrema cayó de 39 a 10 % de la población mundial.
“El mundo ha progresado de manera innegable, pero no podemos ignorar que millones de personas siguen excluidas de la oportunidad y de la dignidad en el trabajo. La justicia social no es solo un imperativo moral: es esencial para la seguridad económica, la cohesión social y la paz”: Gilbert Houngbo.
La tasa de trabajo infantil, de niños de cinco a 14 años, se redujo a la mitad (de 20 a 10 %); en 2024 las personas ocupadas en situación de pobreza eran 6,9 % (27,9 % en el año 2000) y, por primera vez, más de la mitad de la población mundial cuenta con cobertura de protección social.
El informe “La situación de la justicia social: Progresos en curso”, se publica en camino a la segunda cumbre, que se realizará el venidero noviembre en Doha.
El documento subraya déficits graves y persistentes, como que 71 % de los ingresos sigue determinado por las condiciones de nacimiento, como el país o el sexo.
El uno por ciento más rico de la población mundial sigue controlando 20 % del ingreso y 38 % de la riqueza, y 800 millones de personas (10 % de la población) viven con menos de tres dólares al día.
La brecha de participación laboral entre hombres y mujeres se ha reducido solo tres puntos desde 2005 y se mantiene en 24 %, y, al ritmo actual, se necesitará un siglo para cerrar la brecha salarial de género.
La informalidad ha bajado apenas dos puntos en dos décadas y todavía afecta a 58 % de los trabajadores en el mundo.
La confianza en las instituciones ha caído en todo el globo desde 1982, reflejo de una frustración creciente por la falta de reconocimiento justo del esfuerzo.
La OIT advierte de que, si no se refuerza el contrato social, esta erosión puede poner en riesgo la legitimidad de los sistemas democráticos y de la cooperación internacional.
Las conclusiones y la cumbre de Doha llegan en momento de transformaciones profundas, se indica en el estudio, con cambios ambientales, digitales y demográficos que están reconfigurando los mercados laborales a gran velocidad. Y sin políticas deliberadas, estas transiciones podrían agravar las desigualdades.
Con medidas adecuadas –inversión en capacidades, protección social, sistemas salariales justos y políticas activas de empleo–, pueden convertirse en motores de inclusión y resiliencia, subraya el informe.
El informe reclama una acción urgente para combatir las desigualdades en el acceso a las oportunidades, garantizar una distribución más equitativa de los beneficios económicos y gestionar las transiciones ambientales, digitales y demográficas para que nadie quede atrás.
Subraya la necesidad de situar la justicia social en el centro de todas las políticas -desde la financiera y la industrial hasta la sanitaria y la climática- y de reforzar la cooperación entre gobiernos, instituciones internacionales y actores sociales para ofrecer respuestas coherentes a los desafíos globales.
Esta visión comienza por volver a aplicar las instituciones del trabajo existentes, como los sistemas de protección social, las políticas activas del mercado de trabajo y las protecciones.
Entre las políticas activas del mercado de trabajo la OIT propone acentuar los programas de formación, los servicios de intermediación laboral, los programas públicos de empleo de corta duración, lo subsidios salariales, los incentivos a la contratación, y el apoyo a la iniciativa empresarial y al empleo independiente.
Un elemento central requerido es “un diálogo social sólido, mediante el cual los interlocutores sociales contribuyan a formular los resultados y las soluciones”, y para la OIT también “es esencial acabar con la fragmentación de las políticas a escala nacional y mundial”.
A-E/HM