PORTLAND, Estados Unidos – La mayor parte de la población de este país quiere inmigrantes, pero el gobierno actual no comparte el mismo sentimiento. El país en cuestiónes Estados Unidos, a menudo referido como “una nación de inmigrantes”, hogar de más inmigrantes que cualquier otro país en el mundo y ha recibido más de 100 millones de inmigrantes desde su fundación en 1776.
Las encuestas de opinión muestran que la mayoría de la población de Estados Unidos tiene una visión positiva sobre la inmigración. Una encuesta nacional realizada en junio reveló un récord de 79 % de adultos estadounidenses considerando que la inmigración es beneficiosa para el país, mientras que 17 % la ve de manera negativa (Gráfico 1).

La encuesta también encontró que 62 % de los adultos estadounidenses desaprueba las medidas estrictas de aplicación de la ley migratoria del presidente. En particular, la mayoría se opone a los arrestos de inmigrantes en áreas protegidas como lugares de culto, escuelas, hospitales y clínicas.
Se estima que las autoridades del gobierno actual han deportado al menos 180 000 personas hasta ahora. A comienzos de agosto, se reportaba que el número de deportaciones alcanzaba casi 1500 personas por día.
Un análisis de datos recientes del censo muestra que en los primeros siete meses de 2025, la población extranjera en Estados Unidos disminuyó significativamente, con una disminución estimada de entre 1,5 millones y 2,2 millones.
La población nacida en el extranjero pasó de 53,3 millones de inmigrantes, un récord que representaba 15,8 % de la población, a 51,9 millones (15,4 %), con otras estimaciones aún más bajas, de 51,1 millones. La caída marcó la primera disminución en la población inmigrante desde la década de 1960.
Muchos en el país, alrededor de un tercio de la población, han expresado su acuerdo con el principio general de deportar a migrantes indocumentados, especialmente a aquellos que han cometido crímenes violentos.
Sin embargo, una encuesta nacional realizada a fines de junio encontró que 54 % cree que el programa de aplicación migratoria del gobierno “ha ido demasiado lejos”, con métodos y tácticas extremas, agresivas y autoritarias.
Además, 78 % favorece ofrecer caminos hacia la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados ya residentes en el país, y la proporción aumenta a 85 % cuando se trata de niños inmigrantes.
La proporción de adultos que desea mantener la inmigración en su nivel actual es 38 %, mientras que 26 % quisiera verla aumentar. En contraste, 30 % prefiere una reducción (Gráfico 2).

Otra encuesta halló que 60 % desaprueba la suspensión de la mayoría de las solicitudes de asilo y la terminación del Estatus de Protección Temporal. Muchos objetan los pasos de la administración para bloquear el acceso al proceso de asilo, en violación de la ley estadounidense.
Además, el primer día en el cargo, el presidente emitió una orden ejecutiva destinada a poner fin al derecho de ciudadanía por nacimiento para los hijos de inmigrantes indocumentados y de personas con estatus temporal.
Si se pusiera fin a ese derecho en Estados Unidos, se verían afectados aproximadamente 6 % de los nacimientos anuales, es decir, unos 225 000 bebés cada año.
Sin embargo, una encuesta nacional de junio reveló que 68 % de los votantes registrados apoyan el derecho de ciudadanía por nacimiento, establecido por la 14ª Enmienda de la Constitución en 1868.
La Sección 1 de esa enmienda establece: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos, y estén sujetos a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en que residen”. La orden ejecutiva del presidente ha desatado una importante batalla legal que probablemente termine en la Corte Suprema.
La administración actual considera a todos los inmigrantes indocumentados como criminales y ha afirmado falsamente que son responsables del aumento de la delincuencia, pese a que los datos muestran que las tasas de criminalidad están disminuyendo.
Es importante señalar que estar ilegalmente en Estados Unidos es una infracción civil, no un delito penal. Muchos inmigrantes indocumentados arrestados no han sido condenados por un crimen.
En junio, la Corte Suprema dictaminó que la administración podía reanudar las deportaciones aceleradas de migrantes a países que no son sus lugares de origen, conocidas como deportaciones a terceros países. La administración ha firmado acuerdos con Honduras, Ruanda y Uganda para aceptar migrantes deportados que no son sus propios ciudadanos.
Estos acuerdos permiten redirigir a los solicitantes de asilo a naciones distintas a las suyas si el gobierno de Estados Unidos considera que pueden evaluar sus solicitudes de protección humanitaria de manera justa.
De manera confusa, el presidente ordenó recientemente un “nuevo” censo poblacional que excluye a los inmigrantes indocumentados.
Se trata de una exigencia histórica, ya que Estados Unidos ha contado a todas las personas en su censo durante más de 230 años, desde 1790. Durante su primer mandato, el presidente intentó cambiar el censo de 2020 añadiendo una pregunta sobre ciudadanía, pero la Corte Suprema lo bloqueó.
La Oficina del Censo proyecta que aproximadamente un millón de inmigrantes por año impulsará el crecimiento poblacional del país durante el resto del siglo XXI. La tasa de fertilidad, de 1,63 nacimientos por mujer en 2024, se espera que siga por debajo del nivel de reemplazo en las próximas décadas.
Hacia mediados de siglo, se prevé que la inmigración aporte el doble de personas a la población que el aumento natural. Según la proyección principal, para 2080 la población actual de 342 millones alcanzará casi 370 millones (Gráfico 3).

Sin embargo, sin inmigración futura y con la fertilidad por debajo del reemplazo, la población comenzará a disminuir cuando las muertes superen a los nacimientos. La Oficina de Presupuesto del Congreso espera que eso ocurra en 2031.
Hacia fines de siglo, se calcula que sin inmigración el país tendrá casi 2 millones más de muertes que nacimientos. La población en un escenario de inmigración cero se reduciría a unos 226 millones, es decir, 116 millones menos que hoy.
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Actualmente, Estados Unidos enfrenta una gran necesidad de trabajadores en diversos sectores de la economía, incluyendo agricultura, construcción, salud, hotelería e industria manufacturera.
Los trabajadores inmigrantes son vistos como cruciales para cubrir esas vacantes, especialmente en empleos como el trabajo agrícola, que la población nativa suele rechazar.
Muchos economistas han enfatizado que la inmigración es vital para una economía saludable. Se considera que las políticas de deportación y aranceles del presidente están contribuyendo a un shock inflacionario.
La inmigración puede ayudar a reducir la inflación, fortalecer la manufactura e incrementar las tasas de empleo. El presidente de la Reserva Federal ha señalado que las políticas migratorias más estrictas son una de las razones del menor crecimiento económico.
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Además de cubrir empleos, los trabajadores inmigrantes contribuyen al crecimiento económico y a los ingresos fiscales. La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que el crecimiento de la inmigración agregará 1,2 billones de dólares en ingresos federales entre 2024 y 2034.
Se espera que la población estadounidense experimente un envejecimiento demográfico significativo en las próximas décadas. Para 2035, el número de personas de 65 años o más superará al de menores de 18.
A medida que la población envejece, el número de personas en edad de trabajar por cada jubilado disminuye. En 1975, la tasa de dependencia potencial era de algo más de cinco. Actualmente es de tres y se espera que baje a dos en 2075. Sin inmigración futura, esa tasa sería de aproximadamente 1,5 en 2075.
En resumen, está claro que la mayoría de la población de Estados Unidos apoya la inmigración, mientras que el gobierno no. A pesar del respaldo generalizado y de los importantes impactos demográficos, económicos y sociales de la inmigración, la nueva administración se concentra en reducirla drásticamente, con políticas, programas y órdenes ejecutivas para lograrlo.
Joseph Chamie es demógrafo y consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
T: GM / ED: EG