Opinión

El Norte agrava la catástrofe tropical

Este es un artículo de opinión de Jomo Kwame Sundaram, exprofesor de economía que fue secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico y premio Wassily Leontief por promover un pensamiento económico sin fronteras.

Imagen: Cortesía de Algor Cards

KUALA LUMPUR – Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han aumentado en los últimos dos siglos, y las emisiones actuales y acumuladas por habitante de los países ricos superan con creces las del Sur global.

Vulnerabilidad tropical

En los últimos seis milenios, la «capacidad de carga», la fertilidad del suelo, la densidad de población y la urbanización han sido mucho mayores en los trópicos que en la zona templada.

La mayor parte de la población mundial vive en zonas tropicales y subtropicales de países del Sur en desarrollo, ahora cada vez más amenazados por el calentamiento global.

Los diferentes entornos, geografías, ecologías y medios afectan a la vulnerabilidad al calentamiento global. Los efectos del cambio climático varían considerablemente, especialmente entre las regiones tropicales y templadas.

Los fenómenos meteorológicos extremos —ciclones, huracanes o tifones— suelen ser mucho más graves en los trópicos, que también son mucho más vulnerables al calentamiento planetario.

Aunque han emitido relativamente menos GEI por habitante, los países tropicales en desarrollo deben ahora adaptarse mucho más al calentamiento planetario y sus consecuencias.

Muchos medios de vida rurales se han vuelto cada vez más inviables, lo que obliga a «los refugiados climáticos» a marcharse. Cada vez más personas del campo no tienen más remedio que marcharse.

Peor aún, los cambios económicos y tecnológicos de las últimas décadas han limitado la creación de empleo en muchos países en desarrollo, lo que ha provocado que el empleo se quede aún más rezagado con respecto al crecimiento de la población activa.

El desarrollo desigual también ha agravado la injusticia climática. Los esfuerzos de adaptación son mucho más urgentes en los trópicos, ya que el calentamiento global ha dañado mucho más estas regiones.

¿Soluciones tecnológicas?

Si bien la ciencia puede ofrecer soluciones, la innovación se ha comercializado cada vez más con fines lucrativos. Anteriormente, los países en desarrollo podían negociar acuerdos de transferencia de tecnología, pero esta opción es cada vez menos viable.

Jomo Kwame Sundaram
El autor, Jomo Kwame Sundaram

El refuerzo de los derechos de propiedad intelectual (DPI) limita la transferencia de tecnología, la innovación y el desarrollo. La Organización Mundial del Comercio (OMC) amplió considerablemente el alcance de los DPI en 1995 con sus nuevas disposiciones sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (Adpic).

Por lo tanto, el acceso a la tecnología depende cada vez más de la capacidad de pago y de la obtención de permisos gubernamentales, lo que ralentiza la acción climática en el Sur global. Las restricciones financieras perjudican doblemente a los más desfavorecidos.

A pesar del rápido aumento de las muertes debido a la pandemia sin precedentes de la covid-19, los gobiernos europeos se negaron a respetar la concesión de la excepción de salud pública (PHE, en inglés) de Occidente en 2001 para reiniciar las conversaciones ministeriales de la OMC tras la debacle de la tercera Conferencia Ministerial, celebrada en la ciudad estadounidense de Seattle en 1999.

En lugar de aplicar la PHE de los Adpic ante la rápida propagación de la pandemia, los europeos alargaron las negociaciones hasta que se alcanzó un pobre compromiso años después de que se declarara oficialmente la pandemia y millones de personas murieran en todo el mundo.

Con el segundo gobierno de Donald Trump retirándose de nuevo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y recortando la financiación para la investigación, las amenazas tropicales seguirán dominando la lista de enfermedades desatendidas de la OMS.

Financiación climática inadecuada

Citando la crisis financiera mundial de 2008, los países ricos afirmaron que solo podían permitirse aportar cien mil millones de dólares anuales a la financiación climática para los países en desarrollo, en consonancia con el principio de desarrollo sostenible de «responsabilidad común pero diferenciada».

Esta promesa de 100 000 millones de dólares se hizo antes de la 15 Conferencia de las Partes (COP15) sobre cambio climático, celebrada en Copenhague en 2009, para garantizar el apoyo a un nuevo acuerdo climático significativo después de que el Senado de los Estados Unidos rechazara el Protocolo de Kioto antes de finales del siglo XX.

Los países ricos prometieron aumentar sus contribuciones concesionales a la financiación climática a partir de 2020, tras la recuperación de la recesión que siguió a la crisis financiera mundial. Sin embargo, la ayuda oficial al desarrollo ha disminuido, mientras que los compromisos de gasto militar han aumentado considerablemente.

Los países ricos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) afirman ahora que la promesa de 100 000 millones de dólares para la financiación climática se ha cumplido con una nueva «contabilidad creativa», que incluye entre otras anomalías la financiación del gobierno italiano a una cadena comercial de heladerías en el extranjero.

En las recientes conversaciones sobre financiación climática, los gobiernos occidentales insisten cada vez más en que solo la financiación para la mitigación debe considerarse financiación climática, alegando que los esfuerzos de adaptación no frenan el calentamiento del planeta.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Mientras tanto, los fondos de reparación por «pérdidas y daños» siguen siendo vergonzosamente bajos. Peor aún, en los últimos años, gran parte de Occidente ha abandonado sus promesas específicas de frenar el calentamiento del planeta.

A pesar de estar entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero per cápita, Estados Unidos es el país que menos ha avanzado. Los agresivos cambios de rumbo de las dos administraciones Trump con respecto a los modestos compromisos anteriores de Estados Unidos han reducido aún más los insignificantes avances logrados hasta ahora.

A finales de 2021, la COP26 sobre el clima de Glasgow se comprometió a poner fin a la quema de carbón para obtener energía. Pero menos de medio año después, Occidente abandonó esta promesa para bloquear las importaciones de energía de Rusia tras su invasión de Ucrania.

Financiación concesional frente a financiación comercial

En respuesta a las demandas de los países en desarrollo de más recursos financieros en condiciones concesionales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y hacer frente a la crisis climática, el presidente del Banco Mundial, Jim Kim, promovió el eslogan de financiación «de miles de millones a billones (millones de millones)».

El eslogan se utilizó para instar a los países en desarrollo a que solicitaran muchos más préstamos comerciales, ya que el acceso a la financiación en condiciones favorables disminuyó y las condiciones de los préstamos se endurecieron.

Con la bajada de los tipos de interés en Occidente debido a las políticas monetarias no convencionales tras la crisis financiera mundial de 2008, muchos países en desarrollo aumentaron sus préstamos hasta que los tipos de interés subieron drásticamente a principios de 2022.

La salida precipitada de fondos de los países en desarrollo precipitó una crisis generalizada de la deuda, especialmente en muchos de los países en desarrollo más pobres. Así, las supuestas soluciones financieras del mercado agravaron la crisis climática en lugar de mitigarla.

Mientras tanto, las crecientes hostilidades geopolíticas, que han llevado a lo que algunos consideran una nueva Guerra Fría, están acelerando el calentamiento del planeta y amenazando aún más las ecologías tropicales, los medios de vida rurales y el bienestar.

T: MF / ED: EG

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