NACIONES UNIDAS – El gasto militar mundial lleva más de 20 años aumentando y, en 2024, se disparó en las cinco regiones del mundo hasta alcanzar un récord de 2,7 billones (millones de millones) de dólares. Ese crecimiento se ha producido a costa de desviar recursos financieros de los esfuerzos de desarrollo sostenible, lo que, según advierten las Naciones Unidas y su secretario general, agrava la presión sobre un «contexto financiero ya de por sí tenso».
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, afirmó el martes 9 que los Estados miembros deben dar prioridad a la diplomacia y al multilateralismo para proteger la seguridad y el desarrollo mundiales.
Su nuevo informe, «La seguridad que necesitamos: reequilibrar el gasto militar para un futuro sostenible y pacífico», detalla las condiciones que han permitido el aumento del gasto militar en contraste con la reducción general de la financiación del desarrollo mundial.
En medio de las crecientes tensiones y los conflictos mundiales y regionales, el gasto militar ha aumentado como indicio de las prioridades de los gobiernos de abordar las preocupaciones de seguridad mundial y regional mediante la fuerza militar y la disuasión.
Cuando algunos países se ven envueltos en conflictos, las naciones vecinas pueden aumentar el gasto militar para mitigar lo que el informe describe como «los riesgos externos de propagación del conflicto».
El gasto militar también ha aumentado en su proporción de la economía mundial. Entre 2022 y 2024, pasó de 2,2 % a 2,5 % del producto interior bruto (PIB) mundial. Más de 100 países aumentaron su gasto militar en 2024, y los 10 que más gastaron representaron 73 % del gasto mundial.
Europa y Medio Oriente registraron los aumentos más pronunciados en los últimos años, mientras que África solo representó 1,9 % del gasto militar mundial total.
Para poner esto en perspectiva, los 2,7 billones de dólares en gasto militar equivalen a que cada persona en el mundo contribuya con 334 dólares.
Es diecisiete veces mayor que el gasto total en vacunas contra la covid-19, el PIB total de todos los países africanos y trece veces mayor que la cantidad de ayuda oficial al desarrollo (AOD) proporcionada por los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en 2024.
Es 750 veces superior al presupuesto anual de las Naciones Unidas para 2024.
El informe también advierte de que la financiación para el desarrollo no ha seguido el ritmo de este aumento del gasto. A medida que se amplía la brecha de financiación para el desarrollo, la AOD se ha reducido.
La brecha de financiación anual para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ya asciende a 4 billones de dólares y podría ampliarse hasta los 6,4 billones de dólares en los próximos años. Esto es crítico en un momento en que el mundo está muy lejos de cumplir los 17 ODS y sus 169 metas.
El informe indica que los gobiernos destinan menos parte de sus presupuestos a inversiones sociales cuando aumentan su gasto militar. Esto ha tenido repercusiones en múltiples sectores civiles, en particular la educación, la salud pública y la energía limpia.
El gasto militar puede crear empleo y estos beneficios pueden ser fundamentales en tiempos de grave inseguridad. Pero también genera menos puestos de trabajo por dólar en comparación con los sectores civiles necesarios para contribuir a mantener la productividad y la paz a largo plazo.
Si 1000 millones de dólares pueden generar 11 000 puestos de trabajo en el ejército, esa misma cantidad puede crear 17 200 puestos de trabajo en la sanidad y 26 700 en la educación.
Lo que revela este último informe de las Naciones Unidas es la desalineación de las prioridades en el gasto mundial y la creciente escasez de recursos para inversiones sociales y de desarrollo esenciales. También advierte de que los países se están alejando de la diplomacia y dando prioridad a las estrategias militarizadas.
En la presentación del informe, Izumi Nakamitsu, alta representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, señaló que las tendencias mundiales en materia de gasto militar indicaban un desequilibrio sistémico, en el que «se da prioridad a la militarización sobre el desarrollo».
«Necesitamos una nueva visión de la seguridad, centrada en el ser humano y basada en la Carta de las Naciones Unidas. Una visión que proteja a las personas, no solo las fronteras; que dé prioridad a las instituciones, la equidad y la sostenibilidad planetaria», afirmó Nakamitsu. «Reequilibrar las prioridades mundiales no es opcional, es imprescindible para la supervivencia de la humanidad», añadió.
El administrador interino del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Haoliang Xu, aseguró que «nos encontramos en un mundo en el que las fisuras se están profundizando, la ayuda oficial al desarrollo está disminuyendo y el progreso del desarrollo humano se está ralentizando».
«Pero sabemos que el desarrollo es un motor de la seguridad y que la cooperación multilateral para el desarrollo funciona. Cuando la vida de las personas mejora, cuando tienen acceso a la educación, la atención sanitaria y las oportunidades económicas, y cuando pueden vivir con dignidad y autodeterminación, tendremos sociedades más pacíficas y un mundo más pacífico», puntualizó.
Xu advirtió de que los avances logrados en materia de desarrollo en los últimos 30 años podrían empezar a disminuir e incluso retroceder, y señaló que el progreso en el Índice de Desarrollo Humano Mundial se ha ralentizado drásticamente en los últimos dos años.
El gasto militar supone una carga de deuda y restricciones fiscales tanto para los países desarrollados como para los países en desarrollo, pero el impacto es más significativo para estos últimos, ya que, según señala el informe, sus recursos nacionales se desvían de los proyectos de desarrollo, al tiempo que se reduce el apoyo internacional a través de la AOD.
Un aumento del1 % en el gasto militar de los países de ingresos bajos y medios también se traduce en una reducción casi equivalente del gasto en servicios de salud pública.
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En su declaración, Guterres reconoció que los gobiernos tienen responsabilidades legítimas en materia de seguridad, entre ellas la de proteger a la población civil y hacer frente a las amenazas inmediatas, pero también señaló que «la seguridad duradera no puede lograrse únicamente con el gasto militar».
«Invertir en las personas es invertir en la primera línea de defensa contra la violencia en cualquier sociedad», añadió. Señaló que incluso una pequeña parte del presupuesto destinado al gasto militar podría «cubrir carencias vitales» en sectores esenciales como la educación, la sanidad, la energía y las infraestructuras.
«Las pruebas son claras: el gasto militar excesivo no garantiza la paz. A menudo la socava, alimentando la carrera armamentística, profundizando la desconfianza y desviando recursos de los cimientos mismos de la estabilidad», afirmó Guterres.
El informe concluye con una agenda de cinco puntos para que la comunidad internacional aborde el gasto mundial en múltiples sectores y promueva el diálogo diplomático:
- Dar prioridad a la diplomacia, la resolución pacífica de controversias y las medidas de fomento de la confianza para abordar las causas subyacentes del aumento del gasto militar hasta 2030.
- Poner el gasto militar en primer plano en los debates sobre desarme y mejorar los vínculos entre el control de armas y el desarrollo.
- Promover la transparencia y la rendición de cuentas en torno al gasto militar para generar confianza entre los Estados miembros y aumentar la rendición de cuentas fiscal a nivel nacional.
- Revitalizar la financiación multilateral para el desarrollo.
- Impulsar un enfoque centrado en las personas para la seguridad y el desarrollo sostenible.
Justo antes de la presentación oficial del informe el martes 9, se supo que Israel había lanzado un ataque contra miembros de Hamás en la capital de Qatar, Doha, que son los mediadores clave en las negociaciones de alto el fuego entre Israel y la milicia armada palestina de Gaza.
Guterres calificó el ataque de «violación flagrante de la soberanía y la integridad territorial de Qatar».
«Pone de manifiesto una cruda realidad: el mundo está gastando mucho más en hacer la guerra que en construir la paz», sentenció.
T: MF / ED: EG