Contaminación ahoga lago salvadoreño y amenaza medios de vida de pescadores

Desde el pueblo salvadoreño de Suchitoto, cuyo fuerte es el turismo, los visitantes han dejado de ver las aguas del lago Suchitlán y en su lugar observan una suerte de pradera verde, debido a que una ninfa ha cubierto la superficie de ese cuerpo de agua. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

SUCHIOTO, El Salvador – Los residuos de fertilizantes que llegan por los ríos o las escorrentías que fluyen al lago de Suchitlán, en el centro de El Salvador, han sido un alimento que ha potenciado la expansión descontrolada de una planta acuática que amenaza con cubrirlo completamente, y ahora amplias áreas sobresalen como una inmensa y desolada pradera verde.

La explosiva invasión en julio de la ninfa (Pistia stratiotes), como se llama localmente a la lechugilla de agua, está impactando ya los medios de vida de cientos de familias cuyos ingresos están vinculados al lago, como pescadores, lancheros que ofrecen paseos a turistas o comercios de comida en el malecón del lago, Puerto San Juan, en las cercanías del distrito de Suchitoto, en el departamento de Cuscatlán.

“Ahorita no hay mucho pescado, la pesca ha bajado, así que mejor nos decidimos a trabajar aquí”, dijo a IPS la pescadora Guadalupe Alemán, oriunda del caserío Coyotera, en el distrito de El Paraíso, en el otro extremo de Puerto San Juan, ya en tierras del vecino departamento de Chalatenango.

“El objetivo es desalojar la ninfa aquí, porque allá en nuestra zona ya nos está afectando también en la pesca”: Guadalupe Alemán.

Debido a esa merma, Alemán se ha unido a las cuadrillas gubernamentales que trabajaban ahí frenéticamente, cuando IPS visitó la zona, el domingo 31 de agosto. Ellos amontonaban en la orilla las toneladas de ninfa que removían y sacaban del lago cinco barcazas utilizadas para ese fin, en un intento por frenar la expansión de la planta acuática y evitar que cubra el lago completamente.

Luego de que las cuadrillas apilaban la planta acuática en la orilla, varias retroexcavadoras la recogían con sus palas mecánicas y la cargaban en camiones de volteo para depositarla en un terreno lejano.

Guadalupe Alemán es una pescadora que, ante la merma de la pesca debido al efecto de la ninfa en el lago salvadoreño de Suchitlán, trabaja temporalmente en la remoción de esa planta, para obtener ingresos y para poder volver a su actividad. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

Un lago artificial contaminado

El Suchitlán es en realidad un lago artificial que vio la luz entre 1973 y 1976 como parte de los trabajos de construcción de la presa hidroeléctrica Cerrón Grande. Las aguas del río Lempa, el más largo de este país centroamericano, se embalsaron ahí para mover las turbinas de la represa.

Sin embargo, el embalse generó el desplazamiento forzoso de cientos de familias campesinas cuyas casas y parcelas quedaron inundadas.

Con el tiempo, el embalse y las tierras que lo circundan se convirtieron en el humedal Cerrón Grande, de 60 000 hectáreas, declarado sitio Ramsar en noviembre de 2005, por la diversidad de especies de flora y fauna que ahí habitan o migran, en el caso de las aves.

Si bien esa y otra variedad de ninfa acuática siempre aparecían en el lago, en la temporada de lluvias, de mayo a noviembre, la explosión que ha experimentado la especie Pistia stratiotes ha sido descomunal y enteramente inusual.

La causa estaría ligada a la presencia de residuos de fertilizantes que desde las tierras más altas bajan al lago con las escorrentías, durante las lluvias, o por medio de los ríos contaminados con esos componentes, explico al IPS el biólogo Gabriel Cerén. Esos residuos resultan ser una suerte de alimento para el desarrollo descomunal de la ninfa.

“Está documentado que este tipo de plantas se desarrolla cuando encuentra sustancias nutritivas en el agua, ya sabemos que si queremos tener una planta bien verde, hay que ponerle nitrógeno”, presente en los fertilizantes, comentó Cerén.

El biólogo, con una maestría en botánica, sostuvo que, además de nitrógeno, esos fertilizantes contienen sulfato, amonio y potasio, y eso “genera esa explosión en el desarrollo de estas plantas”, las que, por otro lado, tienen la característica de limpiar de contaminantes el agua de los lagos, afirmó.

De modo que la presencia inusual de la llamada ninfa, un tipo de lirio o lechuguilla de agua, como también se le conoce, estaría demostrando el esfuerzo del espejo de agua por purificarse, pero paradójicamente, al desarrollarse en demasía, por la alta contaminación, también ponen en riesgo la vida asociada al lago.

“¿Qué me indica esta alta proliferación? Que tenemos una agua altamente contaminada, y la naturaleza ella misma se trata de curar”, añadió el experto.

Tres de las cinco barcazas que extraen del lago Suchitlán la ninfa (Pistia stratiotes), durante un receso en la zona de Puerto San Juan, Suchitoto, en el centro de El Salvador. Las máquinas parecen insuficientes para la magnitud de la tarea: liberar al cuerpo de agua de la planta acuática que lo asfixia. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

Cerén sostuvo que al cubrir el lirio la superficie del lago, la luz solar no penetra en la profundidad y las algas, que son el primer eslabón en la cadena alimenticia, no realizarían la fotosíntesis, el mecanismo natural para producir su alimento.

En consecuencia, las algas morirían y de paso harían desaparecer a las especies que se alimentan de ellas.

“Si el lago pasa varios meses cubierto, va a llegar el momento en que se van a morir las algas, y estas algas son el alimento para peces, moluscos y otros organismos que viven o están asociados al agua”, afirmó el biólogo.

Añadió que si el lago sigue cubierto por seis meses ya hay riesgo de que eso suceda.

Pero la contaminación no solo llega de las tierras altas, con residuos de fertilizantes.

También hay presencia de otros componentes químicos generados por la industria, como metales pesados, mucho más peligrosos para la salud humana.

Un documento técnico elaborado para el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en el que se compilaba las características ecológicas, hidrológicas, sociales y de uso de suelo del humedal Cerrón Grande, ya advertía en 2004 sobre la contaminación que ahí llegaba sobre todo de las zonas industriales de San Salvador, la capital del país, entre otras.

El informe es una evidencia de la contaminación sufrida por el lago por muchos años. “El embalse recibe la mayor cantidad de desechos industriales y orgánicos de todo El Salvador. A sus aguas llegan los vertidos sin tratar del área metropolitana de San Salvador y ciudades cercanas a través del río Acelhuate”, indica.

La contaminación también llega, citaba el informe, de la ciudad de Santa Ana a través del río Suquiapa; de Quezaltepeque, Ciudad Arce y zonas agroindustriales mediante el río Sucio, junto con los vertidos de las ciudades limítrofes de Chalatenango y Suchitoto.

El documento también advertía que la vegetación original del área ribereña del humedal ha desaparecido en su gran mayoría, al ser transformada en cultivos o áreas de pastos, y también para la extracción de leña y madera.

“Estamos cortando los bosques, que son nuestros primeros filtros ante esa contaminación”, añadió el biólogo Cerén, quien recomendó realizar nuevos estudios para ver cómo se encuentra ahora la calidad del agua.

Juan Antonio Alas ha dejado de trabajar ofreciendo a turistas paseos en lancha, en el lago Suchitlán, en el centro de El Salvador. Pero está esperanzado de que pueda realizar alguno de esos paseos en los claros donde ya se ha removido la ninfa, como el que se ve a su espalda. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

Impactos en la pesca y turismo

Mientras tanto, la pescadora Alemán sostuvo que es clave extraer la planta y frenar su avance, antes de que cubra completamente el espejo de agua y acabe con la pesca completamente y afecte otras comunidades, como su caserío, que está siendo ya impactado.

“El objetivo es desalojar la ninfa aquí, porque allá en nuestra zona ya nos está afectando también en la pesca. Hay varios lugares que ya está saturado de esta planta y si se termina de cubrir, ya no se podría pescar”, dijo Alemán, con tono de preocupación.

Al igual que ella, un buen porcentaje de pescadores ahora desempleados por los efectos de la ninfa se han incorporado a los trabajos, con lo cual obtienen algo de ingresos.

Sin embargo, Alemán señaló que la paga de 16 dólares diarios no compensa el dinero que obtendría de la pesca, antes de la aparición de la ninfa. Aseguró que en ese oficio suele ganar regularmente unos 40 o 50 dólares al día, pescando guapotes (Parachromis managuensis), tilapias y sardinas, entre otras especies.

Parte del producto obtenido lo consumen ella y su familia, compuesta por su esposo y tres hijas y un hijo, y el resto lo venden localmente.

El turismo conectado con el lago Suchitlán también está siendo golpeado por la invasión del lirio.

Elio León, el administrador del Centro Turístico Municipal Puerto San Juan, afirmó a IPS que ha habido una baja de turistas de 40 % aproximadamente, “y eso golpea a muchísimas familias”.

Por ejemplo, el lanchero Juan Antonio Alas dijo que hace más de un mes que está “varado”, sin poder ofrecer paseos en lancha a los visitantes.

“Primera vez que vemos esto aquí, nos está afectando bastante. Nos preocupa, pues ahorita no se puede salir a pescar ni andar con turistas en las lanchas, nada”, aseguró Alas, de 41 años, en diálogo con IPS.

Indicó que en un fin de semana regular solía ganar unos 75 dólares en unos tres viajes, más los del resto de la semana. Cuando IPS lo entrevistó él tenía esperanzas de poder ganarse un poco de dinero con algún paseo corto, en un claro del lago del que ya se había removido la ninfa.

En los ocho restaurantes del lugar, adyacentes al malecón, también había mucha incertidumbre. Son en realidad pequeños negocios cuyas cocinas se ubican en reducidas áreas de trabajo bajo un mismo techo, aunque divididos por paredes, y las mesas se comparten con los otros restaurantes en un espacio más amplio.

Rina Beltrán, una mesera (camarera) del restaurante Los Olivos, dijo que a ella y a sus colegas les afecta la situación de la falta de clientes, pues las propinas son una fuente importante en sus ingresos.

“Nos ha golpeado bastante, los turistas no están viniendo, desde julio. Ahora es domingo, y si se fija hay poquita clientela, y en un domingo normal estuviera lleno todo esto”, se quejó Beltrán, de 51 años, señalando las mesas vacías.

Rina Beltrán es una camarera del restaurante Los Olivos, en Puerto San Juan, a orillas del lago Suchitlán, en el centro de El Salvador. Sus ingresos han disminuido notablemente debido a que casi no están llegando comensales a los que atender. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

Invasión de zancudos

Otro de los impactos sociales de la desmedida reproducción de la ninfa es la aparición de una plaga de zancudos y otros insectos, con repercusiones en la salud de la gente en las comunidades cercanas al lago pero también llegan a otras más alejadas.

Como el agua superficial del lago no circula, los insectos ponen sus huevos en un ambiente propicio para su reproducción.

“Mi comunidad está a 10 kilómetros de distancia del lago, hacia el sur, pero tenemos ya invasión de zancudos, de mosquitos”, señaló a IPS Narciso Rivera, de 36 años, oriundo de El Papaturro, un asentamiento rural.

Su amigo Orlando Torres, de la comunidad Sitio Cenicero, más cerca de la ribera, señaló que al menos dos personas han enfermado ya de dengue y otros tres casos más están por confirmarse.

Torres, de 39 años y maestro de profesión, comentó que desde lo alto de un cerro en su caserío se puede ver el avance desproporcionado de la ninfa, y calcula que la planta ya cubrió el lago en 70 %.

Tanto Rivera como Torres apuntaron que, pese al esfuerzo gubernamental por remover la ninfa, el avance es lento.

“Está bien el intento, pero dudo que se logre, se sacan toneladas pero los niveles de contaminación son tan altos que el lirio se duplica día tras día”, subrayó.

ED: EG

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