Aromático cacao se expande por compleja zona de Perú gracias a las mujeres

Una cultivadora peruana con una mazorca de cacao en sus manos. El cacao es una planta de origen americano, de climas tropicales. Se trabaja con este producto en 16 regiones de Perú, entre ellos los que son parte del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro que abarca 69 municipios en 10 provincias amazónicas de cinco departamentos. Imagen: AgrovallePerú

LIMA – El trabajo y esfuerzo de las mujeres que producen cacao en una de las zonas más complejas del Perú, conocida como el Vraem, en la parte central de la Amazonia, está dando sus frutos, aunque siguen enfrentando barreras para desarrollar todo su potencial.

El Vraem es el acrónimo del denominado Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro que abarca 69 municipios en 10 provincias de los sectores amazónicos de los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Cusco, Huancavelica y Junín, donde habitan cerca de medio millón de personas en un territorio de 43 841 kilómetros cuadrados.

En la zona persiste la producción de hoja de coca con fines ilícitos y se mantiene presencia militar para controlar a los remanentes del grupo maoísta Sendero Luminoso, que sembró la violencia interna en este país sudamericano entre los años de 1980 y el 2000 y que en la actualidad, según diversos analistas, está al servicio de mafias del narcotráfico.

“Antes la realidad era terrible, ahora estamos mejor, con tranquilidad. Específicamente donde yo vivo, en el municipio de Santa Rosa, en la provincia de La Mar, en Ayacucho, la población está organizada, tenemos comités de autodefensa por cada cuadra y estamos al tanto de todo lo que ocurre”, dijo Nelia Soto, orgullosa cacaotera.

Presidenta en Ayacucho de la Asociación de Productores Agropecuarios Sumak Sunku (Bonito corazón, en quechua) y lideresa de su emprendimiento Chocolates Bella Moza, continúa el sueño de sus padres, también cacaoteros, quienes le contagiaron la pasión por este fruto originario de la Amazonia y cuyo nombre científico es Theobroma cacao, alimento de los dioses en griego.

“En mi parcela de una hectárea tengo variedades de cacao. Soy madre soltera y con mi trabajo estoy sacando adelante a mis tres hijas, ellas tienen 24, 15 y 10 años y he estado en constante proceso de capacitación para poder emprender y liderar”: Nelia Soto.

En diálogo con IPS en la ciudad de Lima, donde fue electa presidenta de la Red Nacional de Mujeres Productoras de Cacao de la Asociación Peruana de Productores de Cacao, recordó que en su infancia los tiempos eran muy duros y que el trabajo no redundaba en beneficios significativos pues el precio del producto era muy bajo.

La elección de Soto se produjo en el marco del XVI Salón del Cacao y Chocolate realizado en Lima en julio. Se trata de un evento anual impulsado por organismos del Estado, gremios y organizaciones no gubernamentales, entre otros. Participan delegaciones de los 16 departamentos donde se trabaja con este producto y es una oportunidad para generar mercados.

En uno de los 200 puestos de exposición y venta estaba la diversidad de los productos Sumak Sunku como chocolates, bombones, mermelada y hasta yogur endulzado con la cascarilla del cacao.

“En mi parcela de una hectárea tengo variedades de cacao. Soy madre soltera y con mi trabajo estoy sacando adelante a mis tres hijas, ellas tienen 24, 15 y 10 años y he estado en constante proceso de capacitación para poder emprender y liderar”, remarcó Soto, mientras invitaba a la degustación de la mermelada.

Ella maneja la cadena productiva desde la siembra, pasando por la recolección y el secado de los graños, para seguir con la fase de comercialización, en un proceso con un enfoque agroecológico que está dando trabajo a mujeres y hombres en su Asociación.

“Nosotras pasamos por muchas dificultades, las puertas se nos cierran incontables veces, pero les decimos ‘no están solas’ y buscamos formarlas y darles esa oportunidad que puede cambiar su vida y, sumando, vemos que le está cambiando la cara al Vraem”, agregó.

Nelia Soto es una orgullosa cacaotera, de una de las zonas de la Amazonia de Perú. Ella se ha capacitado, logrado emprender y generar su propia marca Sumak Sunku para una diversidad de productos desde chocolates hasta mermeladas. En la imagen, en el evento XVI Salón del Cacao y Chocolate realizado en julio, en la capital Lima. Imagen: Mariela Jara /IPS

En vez de satanizar, más apoyo estatal

Susy Berrocal nació en el departamento centro andino de Huancavelica, pero ahora vive en el municipio de Sivia, en la provincia de Huanta, en Ayacucho, también parte del Vraem. Es la vicepresidenta del Consejo de Administración de la Cooperativa Agraria El Quinacho, integrada por pequeños productores, mujeres y hombres, de cacao y café.

“Me dedico a la producción orgánica de cacao hace 17 años. El amor me llevó al Vraem, conocí a mi esposo Isaías Muñoz cuando estudiaba en la ciudad de Huanta. Él tenía sembrados de coca y de herencia de su mamá, cacao, pero nos quedamos solo con el segundo”, relató a IPS durante el Salón del Cacao y Chocolate, donde también expuso y vendió sus productos.

En diálogo telefónico posterior desde Sivia, donde están ubicadas sus parcelas, describió que maneja toda la cadena productiva del cacao, desde la cosecha. “Tengo el orgullo de haber seleccionado las mejores semillas de mi suegra y hoy las cosecho; selecciono las mazorcas, los granos y hago un trabajo bastante minucioso”, indicó.

Tiene plantas de 14 y 15 años a las que cuida con dedicación, agradecida por lo que le han dado. “El cacao me ha abierto nuevos caminos, he aprendido a transformarlo en chocolate y todo lo que sé lo vuelco en la cooperativa, donde apoyo en esa tarea a las productoras que lo necesitan”, agregó Berrocal.

Deplora que pese a esa fuerza de trabajo y transformación que como productoras de cacao aportan, el Vraem siga siendo satanizado como un lugar inseguro, peligroso y violento.

“Yo pienso que las autoridades deben enfocarse más en todas estas iniciativas productivas que permiten a las familias luchar contra la pobreza, porque solas no vamos a poder derribar las dificultades. Por ejemplo, si queremos crecer, el banco te pone muchas trabas para darte un préstamo, y los créditos del Estado no son accesibles”, agregó.

La hija de Berrocal está por cumplir 16 años y el hijo 10. Son una motivación central de ella y su esposo para asegurarles educación de calidad, y tengan en el futuro oportunidades de empleo digno. Como dice, es el esfuerzo como familia y el apoyo de la cooperativa lo que impulsa sus logros.

“Pero el Estado nos debería promover como territorio, ir a la par del empuje de cada productor y productora”, puntualizó.

Susy Berrocal lleva 17 años como productora de cacao orgánico, que cultiva junto con su esposo en una zona amazónica peruana. Imagen: Mariela Jara / IPS

Gestión territorial del Vraem

Según el ministro de la Producción Sergio González, Perú es el segundo mayor productor de cacao orgánico a nivel mundial. Además son cerca de 100 000 los hombres y mujeres que trabajan en este sector que da trabajo a más de un millón de personas, al sumar los empleos indirectos.

Las exportaciones se mantienen al alza y según el ministro, han alcanzado al primer semestre del 2025 los 500 millones de dólares de cacao orgánico, que es el requerido por mercados externos como el europeo.

Para Gladys Vila, responsable de Género del proyecto Vraem Sostenible que gestionan las organizaciones no gubernamentales Agrónomos y Veterinarios Sin Fronteras (AVSF) y Progreso, es necesario trabajar en la zona con el enfoque de gestión territorial para que las personas sean conscientes de su territorio, cómo lo usan, las decisiones que toman y sus impactos.

“Buscamos con nuestro trabajo una contribución más integral, es decir, que el fortalecimiento organizativo y productivo que promovemos junto con el acompañamiento en las cadenas de comercio justo y de las economías circulares, estén ligados a la recuperación de los ecosistemas y conservación de la biodiversidad”, explicó.

Nacida en el departamento andino de Huancavelica y de origen quechua, tiene un claro compromiso con el desarrollo de las mujeres de la agricultura familiar, como son las productoras de cacao con las que vienen trabajando en Ayacucho, Cusco y Junín, y entre las que se encuentran Nelia Soto y Susy Berrrocal

“Las mujeres están rompiendo el silencio, hacen propuestas, sacan su propia marca y registro sanitario, algo que antes era un proceso. Generan sus propios ingresos, se apoyan entre ellas, pero vemos que todavía no hay paridad en todo el proceso de la cadena de valor del cacao”, dijo.

Destacó el valor del precio del cacao orgánico que dependiendo de la calidad llega a cerca de 11 dólares el kilógramo.

“Nuestra apuesta es que el mayor volumen de producción lo entreguen a las cooperativas que luego lo venden al mercado internacional, sobre todo a países de Europa, donde hay alta demanda por el cacao orgánico. Así vamos por precios justos a la vez que ellas siguen desarrollando sus emprendimientos con diversidad de productos”, añadió.

Vila sostuvo que la zona donde trabajan ha cambiado de cocalera a ser de cultivos de cacao y de café.

“La capacitación y acompañamiento técnico que brindamos promueve la recuperación de los suelos, desgastados por los sembríos de coca, y la agroforestería porque el cacao no puede producir solito, lo acompañamos con cultivos de plátano para que tenga sobra temporal”, apuntó.

El árbol de cacao vive de 20 a 25 años en las localidades peruanas donde se cultiva y aporta dos o tres cosechas al año. “Ofrece muchas oportunidades para el desarrollo sostenible del Vraem con calidad de vida para las mujeres y hombres que lo producen”, subrayó Vila.

ED: EG

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