RÍO DE JANEIRO – Brasil, que se destaca por exportar productos básicos, como mineral de hierro, petróleo, café y soja, en lugar de bienes industrializados de mayor valor agregado, pretende ahora un vuelco en relación a las tierras raras, un componente clave en las nuevas tecnologías y con el que cuenta en abundancia.
Brasil es el segundo país en existencias de ese recurso natural, estimadas en 21 millones de toneladas, superado solo por China, con 44 millones de toneladas, apuntó Julio Nery, director de asuntos mineros del Instituto Brasileño de Minería (Ibram). Juntos los dos países concentran cerca de dos tercios del total.
Pero Brasil recién empieza a explotar esa riqueza en gran escala, mientras China tiene prácticamente el monopolio de su refinación, cerca de 90 % del total mundial, para abastecer su propia industria del sector electrónico, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y muchos otros equipos, y la industria de casi todo el mundo.
“La fase crítica del procesamiento y la que más agrega valor es la separación de los elementos de las tierras raras, con costos elevados por numerosos y sucesivos tratamientos, no tanto por la tecnología”: Fernando Landgraf.
Las tierras raras se volvieron la nueva fiebre minera y tecnológica, por el crecimiento acelerado de su demanda y, ahora, por la guerra comercial desatada por Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.
La amenaza china de condicionar las exportaciones de sus elementos químicos de las tierras raras forzó a Trump a retroceder en su escalada de aranceles adicionales contra su mayor rival económico, que alcanzaron 145 % en abril, y entablar negociaciones que prosiguen con el arancel reducido a 30 %.
Las tierras raras llevan ese nombre no por su escasez, ya que existen en muchas partes, sino por sus propiedades físicas, como el magnetismo, que sí son limitados, explicó Nery a IPS, por teléfono desde Brasilia, sobre ese sector integrado por 17 elementos químicos que tienen también otras propiedades únicas como las electroquímicas y las luminiscentes.
Las disputas geopolíticas tienden a acentuar un movimiento de muchos países en reducir su dependencia en relación a las tierras raras de China.

Agregar valor
En Brasil una alianza de 38 empresas, instituciones científicas y fundaciones de fomento, impulsada por la Federación de las Industrias del estado de Minas Gerais (Fiemg), a través de su brazo del Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial, pretende desarrollar toda la cadena de las tierras raras, “de la minería al imán permanente”.
Ese imán, que lleva cuatro de los 17 elementos químicos de las tierras raras, es el derivado de mayor valor agregado, por su uso hoy indispensable en motores eléctricos, teléfonos celulares, muchos aparatos electrónicos, turbinas eólicas y tecnologías de defensa y espaciales.
Ese será el foco del proyecto denominado MagBras, como se decidió llamar al Demostrador Industrial del ciclo completo de producción brasileña de imanes permanentes de tierras raras, lanzado oficialmente el 14 de julio en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais.
El objetivo es unir la industria a la universidad y centros de investigación para que Brasil no siga principalmente como gran exportador de materias primas, sin valor agregado, como pasa con el café, el hierro, el petróleo y la soja.
La tecnología de procesamiento de las tierras raras se desarrolló hace algunas décadas en muchos países, que abandonaron la actividad ante la producción a bajos costos de China, recordó André Pimenta, quien conduce el proyecto como coordinador del Instituto de Tierras Raras de la Fiemg.

Mejores yacimientos
Además de contar con los grandes yacimientos en arcilla iónica, con ventajas sobre las rocosas de otros países, la escala de producción y la escasas o inexistentes exigencias ambientales contribuyeron al avance chino hacia el casi monopolio, apuntó.
Brasil cuenta con áreas similares de arcilla iónica, un factor que con el avance de las tecnologías favorece a que el país pueda alzarse a un productor alternativo, con posibilidades de competir, aunque sea “difícil o mismo imposible” superar a China, reconoció el químico Pimenta en entrevista telefónica a IPS, desde Belo Horizonte.
El MagBras cuenta con un laboratorio en instalaciones originalmente diseñadas para una fábrica con capacidad para producir 100 toneladas anuales de imanes, la única existente en el hemisferio sur, que servirá para investigaciones e incluso la producción en esa escala limitada.
“La incertidumbre no justifica quedar de brazos cruzados. La demanda crecerá y el movimiento por reducir la dependencia empezó antes, durante la pandemia que dejó muchos sin los respiradores y equipos médicos indispensables, porque no había de donde importar. Es un camino sin vuelta”: André Pimenta.
Nery, del Ibram, alerta para el riesgo de fijarse en un solo recurso en desmedro del conjunto de minerales críticos, que además de las tierras raras incluye el litio, el cobalto y el níquel, entre otros. Son productos sujetos a la escasez.
Ya hubo el entusiasmo por el litio, ante el aumento de la demanda para las baterías de teléfonos celulares y vehículos eléctricos, algunos anos antes pasó lo mismo con el niobio, recuerda.
“Las tecnologías cambian y alteran las prioridades”, advirtió. Por eso es necesario definir una política de fomento de los 22 minerales críticos y estratégicos, con prioridades definidas y flexibles.

Conjunto de factores
Además, proyectos de agregación de valor exigen una mirada amplia en los distintos factores que afectan toda la cadena. Una infraestructura adecuada, con buenas carreteras, disponibilidad de energía y una demanda suficiente para los productos elegidos son indispensables al éxito, ejemplificó.
“¿Tenemos demanda firme para imanes permanentes? Los productos que los incorporan, como baterías, motores de autos eléctricos y turbinas eólicas hoy son importados”, destacó Nery.
A su juicio, “el gobierno debe promover condiciones para generar una demanda interna, en un esfuerzo general, ya que la participación industrial en la economía brasileña se redujo mucho en las últimas décadas”.
Centros de investigación ya desarrollaron soluciones para la refinación de las tierras raras, el proceso más costoso, pero hacerlo en escala industrial exigirá muchas inversiones y tiempo, según Nery, un ingeniero de minas.
En la minería cualquier proyecto demora por lo menos cinco años en investigaciones geológicas, trámites para la autorización ambiental y preparación para la operación, acotó.
“Las tecnologías cambian y alteran las prioridades”: Julio Nery.
Brasil, que en el pasado buscó tierras raras en monacita, desfavorable por contener material radioactivo, ahora concentra su extracción en arcilla iónica, más ventajosa. “Sus depósitos son superficiales, lo que facilita la investigación y limita los impactos ambientales”, apuntó.
Una experiencia concreta en ese tipo de suelo es de la empresa Serra Verde, de dos fondos de inversión estadounidenses y uno británico, con una planta en Minaçu, en el estado de Goiás, en el centro-oeste de Brasil.
Inició sus operaciones en 2024 y este año ya exportó a China 7,5 millones de dólares, según Nery. Produce el concentrado de óxidos, un primer paso en el procesamiento, que enriquece y eleva el índice de tierras raras contenido en la arcilla, que en el suelo es de solo 0,12 %, según Serra Verde.
Un dato positivo es que su concentrado contiene los elementos más demandados porque sirven para hacer los imanes permanentes: los livianos neodimio y praseodimio, además de los pesados disprosio y terbio. Los pesados son más raros, son menos presentes en los yacimientos rocosos o de monacita.
Pero Serra Verde sufre las dificultades de los comienzos. Su meta de producir 5000 toneladas del concentrado por año y duplicar esa cantidad en 2030 parece lejana. En el primer semestre de 2025 solo exportó 480 toneladas, trascendió, ya que la empresa no divulga sus datos.
En el mismo estado de Goiás, el actual epicentro brasileño de las tierras raras, otro proyecto, el Módulo Carina, de la empresa canadiense Aclara Resources, espera extraer principalmente disprosio y terbio, a partir de 2026, con inversiones de 600 millones de dólares.
“La fase crítica del procesamiento y la que más agrega valor es la separación de los elementos de las tierras raras, con costos elevaos por numerosos y sucesivos tratamientos, no tanto por la tecnología”, señaló Fernando Landgraf, ingeniero y profesor de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo.
Un kilogramo de óxido de neodimio, presente en esas tierras raras pesadas, vale por lo menos 10 veces más que los cinco dólares de un kilogramo del concentrado, comparó a IPS telefónicamente desde São Paulo.

La incertidumbre amenaza
En su evaluación, “el mayor riesgo del negocio es la incertidumbre sobre el futuro”, especialmente ahora que las tierras raras se convirtieron en objetivo y arma de la geopolítica.
La demanda de tierras raras crecerá mucho, pero un gran aumento de la producción en Estados Unidos puede generar exceso de oferta. Se trata de un mercado limitado, lejos de los volúmenes de otros minerales, como el de hierro.
“La incertidumbre no justifica quedar de brazos cruzados. La demanda crecerá y el movimiento por reducir la dependencia empezó antes, durante la pandemia que dejó muchos sin los respiradores y equipos médicos indispensables, porque no había de donde importar. Es un camino sin vuelta”, sentenció Pimenta.
El geólogo Nilson Botelho, profesor de la Universidad de Brasilia, considera segura la estimación de las existencias en Brasil. Su minería en Goiás es exitosa por contar con tierras raras pesadas, las “más críticas” y que se incluyen entre “los cuatro o cinco elementos de más valor”.
Pero hay muchos yacimientos en otras partes de Brasil. Además de la formación geológica de su muy extenso territorio de más de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, el clima tropical templado, lluvias que se infiltran en el suelo y el altiplano favorecen la presencia de tierras raras, explicó a IPS desde Brasilia.
Otro geólogo, Silas Gonçalves, se contrapone a la idea de que la minería en arcilla iónica presenta menos impactos ambientales.
La minería allí altera el paisaje y el suelo, provoca deforestación y daños difusos, como modificaciones y contaminación de la capa freática, son impactos distintos, no menores, argumentó a IPS desde Goiânia, la capital de Goiás, donde tiene su empresa de estudios geológicos y ambientales, llamada Gemma.
ED: EG