NACIONES UNIDAS – La amenaza que plantea el grupo terrorista Estado Islámico, conocido por los acrónimos Isis o Daesh, persiste en regiones de Asia y mantiene una fuerte actividad en África, indicó un reporte presentado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Aunque varios líderes de Isis/Daesh han muerto en los últimos años, “el grupo ha logrado conservar su capacidad operativa”, dijo en su reporte Vladimir Voronkov, jefe de la Oficina de las Naciones Unidas contra el Terrorismo (Onuct).
Destacó que Daesh utiliza filiales regionales y nacionales, y continúa recibiendo importantes donaciones globales, operando a través de centros regionales y redes financieras transfronterizas.
La amenaza que plantea el grupo extremista se ve notablemente exacerbada en la región africana del Sahel, la extensa franja semiárida entre el Sahara y la región de los bosques y que cruza el continente desde el Atlántico hasta el mar Rojo.
Esas filiales, como la “Provincia de África Occidental del Estado Islámico”, han surgido como “prolíficos productores de propaganda terrorista, que sigue atrayendo a reclutas extranjeros”, según el reporte.
Isis/Daesh surgió hace dos décadas como una importante fuerza islamista que creció hasta contar con unos 30 000 y controlar extensas áreas en Iraq y Siria con más de 10 millones de habitantes, sobre los que ejercía un férreo control y una marcada, y a menudo cruel, intolerancia política, social y religiosa.
Tras un conflicto con fuerzas estadounidenses, iraquíes y kurdas, Isis perdió el control de todos sus territorios de Oriente Medio en 2019, aunque persisten focos que operan contra autoridades y movimientos islámicos rivales. En paralelo, ha ganado adhesiones entre grupos islamistas africanos alzados en armas.
El informe presentado al Consejo señala que en Afganistán el brazo de Isis en Jorasán “sigue representando una de las amenazas más graves para Asia Central y otros lugares”, pues sigue atacando a civiles y explotando el descontento con las autoridades de facto del país, el movimiento talibán.
Mientras, sigue activo en Iraq y Siria, a pesar de las derrotas militares sufridas, intentando restaurar su capacidad operativa en la región de Badia (el desierto en el este de Siria) y renovando esfuerzos para desestabilizar a las autoridades locales.
En Siria, donde la situación sigue siendo frágil desde la toma del poder liderada por el movimiento Hay’at Tahrir al-Sham el pasado diciembre, Isis “sigue explotando las brechas de seguridad, realizando operaciones encubiertas e incitando tensiones sectarias en el país”.
Por otra parte, “la situación de seguridad, humanitaria y de derechos humanos en los campamentos y otras instalaciones del noreste de Siria sigue siendo profundamente preocupante”, dijo Voronkov.
En esos campamentos, algunos custodiados por fuerzas kurdas, están recluidas familias de combatientes de Isis que cayeron abatidos o prisioneros durante la contienda.
El informe destaca que “en la actualidad, campamentos como Al Hol albergan a decenas de miles de personas, principalmente mujeres y niños, muchos de ellos presuntos vinculados a Isis, que permanecen detenidos durante períodos prolongados en condiciones inseguras e indignas”.
“Estos entornos presentan graves riesgos de radicalización hacia el terrorismo y son contrarios a las obligaciones derivadas del derecho internacional”, afirmó.
Por ello pidió “repatriación segura, voluntaria y digna de todas las personas afectadas, con especial atención a los niños”. Entre los retenidos en los campamentos hay personas de muchas nacionalidades.
Al respecto, Voronkov comentó que “la prevención sigue siendo nuestra mejor respuesta al terrorismo y al extremismo violento que conduce al terrorismo. Es más efectivo prevenir el terrorismo que remediar sus impactos”.
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