Muchos más niños pobres por el cambio climático en América Latina

Un paraje arrasado de la Amazonia sudamericana se ofrece a la vista de un niño. El cambio climático y sus impactos, como sequías que avivan los incendios forestales, o lluvias inesperadas que causan desastrosas inundaciones, impacta de manera creciente a la población latinoamericana y pueden ser la causa directa de que a millones de niños y jóvenes les aguarda una vida de pobreza. Imagen: Romani / Unicef

PANAMÁ – Al menos otros 5,9 millones de niños y jóvenes de la región vivirán en la pobreza para 2030 debido al impacto del cambio climático, alertaron en un informe este jueves 28 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Más aún, esa cifra podría alcanzar los 17,9 millones si los países no cumplen sus compromisos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero -que calientan el planeta-, y si el financiamiento climático no prioriza los servicios sociales y de resiliencia para la niñez, indicó el reporte.

En la región, con 667 millones de habitantes, 177 millones vivían el año pasado sin ingresos suficientes para cubrir sus necesidades elementales y, entre ellas, 66 millones no podían adquirir una canasta básica de alimentos, según la Cepal. Más de 40 % corresponde a la población menor de 25 años.

Roberto Benes, director regional de Unicef, advirtió que “si los niños y jóvenes no cuentan con los recursos para satisfacer sus necesidades básicas para desarrollar su potencial, y con sistemas adecuados de protección social, se perpetuarán las inequidades en la región”.

Por otra parte, expuso que “los niños, niñas y adolescentes sostienen el mayor peso del cambio climático. No sólo porque sus cuerpos en desarrollo son más vulnerables a fenómenos extremos como ciclones u olas de calor, sino también porque estos eventos interrumpen los medios de vida de su familia y su educación”.

El estudio recogió datos de 18 países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

La población de esos países representa 95 % del total en los 33 Estados miembros de la Cepal.

Para el estudio se cuantificaron los impactos de eventos climáticos extremos (sequías, inundaciones, ciclones tropicales y olas de calor) bajo tres escenarios, en función de trayectorias futuras de emisiones de gases de efecto invernadero y tres niveles de esfuerzos de los países para la reducirlas.

Unicef y Cepal coinciden en señalar que el financiamiento climático en América Latina no prioriza debidamente los servicios de salud, nutrición, educación, agua y saneamiento que la infancia necesita para un óptimo desarrollo cognitivo y físico.

En la región solo 3,4 % del total de la financiación climática es dedicada a la niñez, según el informe.

Además, “los recortes de fondos y reducción de ayuda para la cooperación coinciden con un momento de necesidad sin precedentes, en el que más que nunca millones de niños y jóvenes necesitan ese apoyo para mitigar el impacto desproporcionado del cambio climático en su desarrollo”, agrega el documento.

Cepal y Unicef recomiendan a los gobiernos de América Latina y el Caribe tomar acciones para impulsar políticas climáticas y de protección de la infancia y de las juventudes.

Entre ellas, aumentar la financiación climática para la infancia, con acciones dirigidas específicamente a las necesidades de los niños a diferentes edades, y fomentar políticas de protección social y de respuestas a emergencias que tomen en cuenta sus necesidades específicas.

Por ejemplo, la resiliencia climática de los servicios sociales y de la infraestructura crítica debe fortalecerse, para así proteger mejor a los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, con un enfoque especial en los primeros 1000 días de vida de cada niño.

También promover una mayor conciencia, educación y empoderamiento climático de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, “promoviendo su participación significativa, así como la incorporación de la educación ambiental y climática en los currículos escolares y los programas educativos”, concluye el reporte de Unicef y Cepal.

A-E/HM

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