LA HABANA – La fecundidad en la adolescencia es un problema en Cuba que ha adquirido más prominencia en un contexto marcado por la poca natalidad. Se trata de un fenómeno que demanda mucha atención por las consecuencias negativas que provoca en el futuro de esas jóvenes y las brechas de género que afianza.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), en 2024 hubo una disminución de la tasa de fecundidad en ese grupo etario, con 47,1 nacimientos por cada 1000 mujeres menores de 20 años, cuando el año anterior fue de 54,1.
La tasa de fecundidad en adolecentes a nivel mundial es de 39 nacimientos por cada 1000 mujeres menores de 20 años. En América Latina y el Caribe, la tasa promedio para ese grupo de edad es de 51 nacimientos, la segunda más alta por detrás de África Subsahariana, con 93, según datos del Banco Mundial.
Sin embargo, en esta nación insular caribeña, donde la fecundidad ha disminuido drásticamente, esa cifra de 2024 representa 16,8 % del total de 71 358 nacidos vivos en todo el país: 11 597 fueron de madres de entre 15 y 19 años, y 365, de madres menores de 15 años.
En 2023, a pesar de un mayor número de la fecundidad adolescente (14 241), 19 % superior a 2024, este representaba 15,8 % de la fecundidad total.
“El embarazo en la adolescencia se ha naturalizado bastante. Es, en cierto sentido, cultural, en barrios bastante marginalizados como el nuestro”, dijo a IPS la periodista habanera Thaís Hernández, lideresa del proyecto comunitario La Casita del Husillo, el cual tiene un enfoque en la infancia.
“El embarazo en la adolescencia es prevenible, si tuviéramos acceso a métodos anticonceptivos, si a nivel de política de gobierno se implementara la educación integral de la sexualidad, con más talleres…”: Thaís Hernández.
El proyecto también busca una transformación cultural y de las condiciones de vida de las 2000 familias del barrio de Husillo, parte del municipio habanero de Marianao, y cuya mayoría llegó de zonas rurales en la última década y vive en situaciones de vulnerabilidad económica.
“Al existir una condición económica bastante precaria en las casas de estas adolescentes, ellas abandonan los estudios y establecen uniones de hecho con hombres adultos, generalmente bastante mayores. Por eso también ocurre el embarazo en la adolescencia: ellas buscan seguridad económica o huir del maltrato en sus propias casas”, agregó Hernández.
Los datos de la Onei evidencian que la fecundidad adolescente suele provenir de relaciones asimétricas: para las madres menores de 15 años en 2024, 41 % de los progenitores era adulto y 30 % no estaba registrado como padre del niño.
En el caso de las adolescentes entre 15 y 19 años, 65 % de los progenitores masculinos es adulto, y 23 % no se registró como padre.
Un estudio de la Universidad de La Habana constata que las adolescentes se suelen unir con hombres mayores que ellas y que, en la medida en que estas tengan menor nivel de escolaridad y edad, y haya una mayor fragilidad y mayor distancia entre su edad y la de su pareja, mayores probabilidades tendrán de tener una relación asimétrica de poder y de derechos.
Entonces, indica la investigación de tres especialistas, existirá mayor riesgo de violencia de género y sumisión al hombre, debido a lo cual contarán con menos recursos para emanciparse y defender sus derechos como mujeres.

Interrupciones y anticonceptivos
De acuerdo al estudio universitario, a pesar del déficit actual de anticonceptivos por la crisis económica que enfrenta Cuba, en años anteriores, cuando existía una alta cobertura y acceso a estos, una gran parte de los adolescentes no usaban condón en su primera relación sexual ni tenían un uso adecuado o sistemático de otros métodos.
Los autores llegaron al consenso de que la débil educación sexual es otro factor que nutre la resistencia al descenso del embarazo y los comportamientos sexuales y reproductivos no protectores de los adolescentes.
El estudio expone, además, que la tasa de interrupción de embarazo de las adolescentes es mayor que la del resto de los grupos de mujeres en edad fértil, en un país donde la práctica del aborto es totalmente legal y se brinda en forma gratuita en el sistgema de salud pública.
En 2023, por ejemplo, la relación de interrupciones por nacimiento para adolescentes entre 12 y 19 años fue de 1,17. Por su parte, para mujeres de 20 a 49 años fue de 0,94.
Es una cifra mayor a la de los dos años precedentes, en gran medida por la reanimación de los servicios sanitarios después los efectos de la pandemia de la covid 19, que demandó la mayoría de los recursos médicos del país.
En cualquier caso, hubo más embarazo adolescente: 117,6 por cada mil mujeres menores de 20 años, más alta que en los cuatro años anteriores.
“No me sentía preparada para ser madre. Lo consulté con mi familia y me apoyó con mi decisión”, dijo a IPS Elena, una joven de 18 años que prefirió mantener anónimo su apellido, y quien abortó un embarazo no deseado hace dos años.
“Aquellas (adolescentes) que terminan interrumpiéndose el embarazo tienen mejor contacto con su familia, o alguien que se preocupa por ellas y les aconseja. Aquellas que se dejan el bebé son generalmente quienes están en una situación más vulnerable, sin red de apoyo”, afirmó Hernández.
Según esta activista comunitaria, una de las principales causas del embarazo en la adolescencia recae en la falta de acceso a anticonceptivos, que puede ocurrir por cuestiones económicas, de lejanía o, simplemente, desconocimiento.
“Existe más embarazo en la adolescencia en barrios considerados vulnerables. Muchos de las madres de estas adolescentes, a pesar de haber sido también madres adolescentes, no cuentan con las herramientas para prevenir que sus hijos lo sean. Es una cuestión de educación y de repetir esos patrones”, agregó.
En sus informes, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) ha alertado que el embarazo de adolescentes ha desencadenado en la región latinoamericana un «círculo vicioso» de desigualdad que impide a las mujeres y a sus hijos salir de la pobreza.

Desafíos para prevenir
Varios especialistas coinciden en que los desafíos para prevenir el embarazo adolescente en Cuba consisten en garantizar el acceso a la anticoncepción, así como visualizar la brecha de género con relación a las relaciones asimétricas.
Asimismo, empoderar cada vez más a las niñas y las mujeres, de manera que adquieran mayor autonomía física, económica y política; también pensar en estrategias más eficaces para que las adolescentes se reincorporen al estudio, abandonados por la maternidad.
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En el proyecto La Casita del Husillo, se realizan talleres mensuales sobre educación integral de la sexualidad, donde se enseñan sobre los diferentes métodos anticonceptivos, las opciones de interrupción al embarazo, y se reparten métodos anticonceptivos de manera gratuita.
“El embarazo en la adolescencia es prevenible, si tuviéramos acceso a métodos anticonceptivos, si a nivel de política de gobierno se implementara la educación integral de la sexualidad, con más talleres…”, dijo Hernández.
La activista recalcó que también pudieran crearse condiciones para que las adolescentes que se enfrentan a situaciones de violencia no tengan que incurrir innecesariamente a tener uniones con estas personas mayores y tener embarazados no deseados.
En Cuba, desde la aprobación del Código de las Familias en 2022, las personas menores de 18 años no pueden contraer matrimonio.
“Se podría reestablecer muchos mecanismos (gubernamentales) que ya existen, pero que ahora mismo no están funcionando como deberían”, agregó Hernández.
ED: EG