Brasil vs EEUU: guerra comercial por democracia y civilización

Una manifestación popular de protesta contra el súper arancel impuesto a los productos brasileños y en defensa de la soberanía nacional en São Paulo el 1 de agosto, dos días después que el presidente estadounidense, Donald Trump, formalizó la tasa de 50 % sobre la mayoría de las importaciones del país. Imagen: Roberto Parizotti / Agência Brasil

RÍO DE JANEIRO – “Si uno no quiere, dos no pelean”, es un dicho popular en extinción en el escenario mundial actual, que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recordó para realzar que no adoptará retaliaciones contra el súper arancel de 50 % impuesto por Estados Unidos, vigente desde el miércoles 6 de agosto.

Pero la batalla empezó de forma unilateral y todo indica que tiende a agravarse para un Brasil arrastrado no solo a una guerra comercial, sino también a la lucha por su democracia, su autodeterminación y por los avances civilizatorios tras las dos guerras mundiales.

“Nadie está desafiando a Trump como el presidente de Brasil”, destacó el diario The New York Times el 30 de julio, tras publicar una larga entrevista con Lula.

“Algunos fruticultores están enviando sus mangos, dividiendo el costo adicional con el importador en Estados Unidos, 25 % para cada uno”: Jailson Lira.

Las circunstancias actuales pusieron Brasil en el centro de las reacciones dispersas, aún  aisladas y descoordinadas a lo que representa el presidente Donald Trump y su gobierno para el mundo, como una fuerza arrolladora de la extrema derecha, de retroceso civilizatorio en desmedro de la democracia, del combate al cambio climático y las pandemias.

Lula desistió de las retaliaciones prometidas luego del anuncio del arancel extraordinario de 50 % el 9 de julio, llamado localmente «arancelazo»,  y su gobierno trata de mitigar los daños que ya sufren las empresas exportadoras de los sectores no incluidos entre las 694 excepciones concedidas por Trump al formalizar la súpertasa el 30 de julio.

Exportación a pérdidas

“Algunos fruticultores están enviando sus mangos, dividiendo el costo adicional con el importador en Estados Unidos, 25 % para cada uno”, según Jailson Lira, presidente del Sindicato de Productores Rurales de Petrolina, uno de los municipios del valle del río São Francisco que concentran la mayor producción de mangos y uvas en Brasil.

“Falta mangos en Estados Unidos, hecho que favoreció un alza de precios, lo que permite la exportación sin grandes pérdidas” por el arancelazo, dijo por teléfono a IPS desde Petrolina, en el nordeste de Brasil.

Hay contratos de exportación firmados, compromisos que no se pueden incumplir aunque conlleve pérdidas, y desviar la cosecha actual al mercado interno representaría “echarla a la basura”, porque bajaría demasiado el precio por exceso de oferta, observó

Por ahora “la gente se arregla”, incluso porque la cosecha comenzó a fines de julio con baja producción, el problema se agravará en septiembre cuando se intensificará la recolección de mangos y empezará la de uvas, señaló Lira, quien reclama una urgente negociación del gobierno con el de Estados Unidos.

Una situación más grave viven los caficultores, que exportan mucho más al mercado norteamericano, cerca de 2000 millones de dólares al año, mientras el mango ingresó solo 45,8 millones de dólares en 2024.

La caficultura soporta una suma de factores negativos en el Cerrado de Minas Gerais, una región de sabana donde 4500 agricultores, la mayoría pequeños, producen uno de los cafés reconocidos de mejor calidad, del tipo arábica. La región representa 12 % de la producción nacional que alcanzó 54 millones de sacos de 60 kilos en 2024.

La actual cosecha de café en el Cerrado presenta baja productividad, de 20 sacos de 60 kilos por hectárea, menos de la mitad de lo normal, a causa de sequias y lluvias fuera del período usual.

Activistas ultraderechistas se manifestaron em Apoyo al expresidente Jair Bolsonaro el 3 de agosto en São Paulo y en otras ciudades, así como en rechazo al juez Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, que conduce el juicio por intento de golpe de Estado entre fines de 2022 y enero de 2023. Imagen: Cadu Pinotti / Agência Brasil

Café amargo

Por eso los precios estaban elevados, unos 520 dólares el saco en abril, cayó a menos de la mitad tras el anuncio del arancelazo de Trump, el peor de los mundos con baja producción y precios en caída, según una agrónoma local que prefirió mantenerse anónima.

Para el consumidor brasileño es un alivio, con precios bajando tras dos años de incremento a causa de la escasez de café en el mundo, un hecho que alienta esperanzas de una revocación del arancel adicional en Estados Unidos, que importa de Brasil cerca de 30 % del café que consume.

La carne vacuna, los muebles, la madera y el calzado son otros productos que enfrentan dificultades especiales ante el arancelazo. El sector cárnico también tiene esperanzas de reducción de los aranceles en Estados Unidos porque su producto se destina principalmente a las hamburguesas, de alto consumo en ese país.

Estados Unidos es el segundo mercado  de la mayor economía latinoamericana y en 2024 las exportaciones al país norteamericano alcanzaron 40 330 millones de dólares, 12 % del total, mientras las importaciones sumaron 40 580 millones.

Es una balanza bilateral de bienes son lígero superávit para la contraparte estadounidense, pero si se suman los servicios ese superávit alcanza los 410 000 millones de dólares desde 2009, según datos del propio Estados Unidos, lo que hace patente el castigo político detrás del arancelazo.

Pero los medios políticos y empresariales brasileños temen nuevas medidas arancelarias de Trump y la tensión se acentuó desde el 4 de agosto, cuando Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal (STF), ordenó la prisión domiciliaria del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, cuyos casos conduce dentro del máximo tribunal.

Ello después que Bolsonaro usó las redes sociales para manifestarse en los actos de protesta promovidos por sus seguidores, el domingo 3, en varias capitales brasileñas, para reclamar la amnistía de los enjuiciados por intentar, presuntamente, un golpe de Estado en fines de 2022 y enero de 2023, en que el expresidente aparece como el líder.

Violó así una de las medidas que Moraes le había impuesto el 18 de julio, cuando se colocó al exgobernante una tobillera electrónica, ante indicios de que planificaba su fuga del país para evitar la probable condena en el juicio que le sigue el STF.

Su prisión domiciliaria generaría nuevas sanciones del gobierno de Estados Unidos a Brasil y al juez Moraes, se prevé, ya que Trump justificó el súper arancel sobre productos brasileños por la supuesta persecución política de su aliado Bolsonaro.

Moraes, acusado de querer imponer “una dictadura judicial” en Brasil, ya fue castigado con la ley Magnitsky, con que Estados Unidos sanciona en el exterior responsables de violaciones a los derechos humanos, de la libertad de expresión y que se involucran en corrupción. Los juristas entienden que la norma no se aplica al juez brasileño.

Además esa pelea de Washington con el gobierno y Moraes también ocurre internamente entre los adeptos de Bolsonaro y las instituciones brasileñas, especialmente el STF.

Senadores y diputados bolsonaristas ocuparon las mesas directoras del Senado y de la Cámara de Diputados para impedir las labores legislativas, hasta que se votara la amnistía a los golpistas encabezados por Bolsonaro. Los presidentes de las dos cámaras legislativas solo lograron conjurar el motín de dos días en la noche del miércoles 6 de agosto.

Diputados de la extrema derecha ocuparon la mesa directiva de la Cámara de Diputados el 5 y 6 de agosto, como presión para que se votase una amnistía para los procesados por un intento de golpe de Estado, entre ellos el expresidente Jair Bolsonaro. Protestaron con la boca tapada, en protesta por no escucharse sus voces. Imagen: José Cruz / Agência Brasil

Ataques externos e internos

Esa combinación de puniciones del gobierno estadounidense y la agitación de la extrema derecha en Brasil intentan poner fin al juicio del Supremo Tribunal Federal en que Bolsonaro y otros 30 reos responden por cinco crímenes, entre los cuales el intento de golpe de Estado, abolición de la democracia y organización criminal.

El ataque comercial busca también impedir la regulación de las redes sociales, en su mayoría pertenecientes a empresas estadounidenses, bajo la acusación de que la justicia y el gobierno brasileño amenazan la libertad de expresión.

Otro pretexto es la participación y el liderazgo de Brasil en el Brics, el grupo formado además por Rusia, India, China, Sudáfrica y otros seis nuevos miembros, que busca fomentar la cooperación económica y un orden mundial multipolar.

Es un bloque antioccidental y quiere sustituir el dólar por otras monedas en las transacciones internacionales, acusó Trump al amenazar retaliaciones comerciales contra sus miembros y países que siguen sus políticas.

Los aranceles adicionales impuestos por el presidente Donald Trump como arma política seguirán, lo comprueba el anuncio del arancel adicional de 25 % sobre productos de India a partir del 7 de agosto, como castigo por importar petróleo de Rusia.

Como las exportaciones indias ya eran gravadas en 25 %, se igualarán a las brasileñas, hasta entonces sometidas al mayor arancel unilateral impuesto por Estados Unidos, de 50 %.

Pero Brasil vive el temor de sanciones similares, ya que importa de Rusia más de la mitad del diésel que compra al exterior para cubrir cerca de 18 % de su consumo.

Además Brasil importa 85 % de los 41 000 millones de toneladas de fertilizantes que necesita anualmente, según la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agrícola, y casi un tercio proviene de Rusia. Es indispensable para la agricultura que más produce soja, café, azúcar y jugo de naranja en el mundo.

La seguridad de nuevas sanciones proviene también de la investigación iniciada por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos sobre posibles acciones brasileñas dañosas a los intereses estadounidenses.

Pero son razones políticas que motivan los aranceles punitivos a Brasil, quedó claro desde el anuncio, el 9 de julio, del arancel adicional de 40 % que se suman al 10 % previo anunciado a la mayoría de los países latinoamericanos, dentro de la ofensiva que se hizo efectiva el jueves 7 de agosto.

Se busca librar Bolsonaro del juicio por intento de golpe de Estado, tal como Trump logró por lo menos aplazar su propio juicio por haber intentado anular el triunfo de su opositor Joe Biden, en 2020, incluso con la invasión de sus seguidores radicales del Capitolio, la sede del legislativo Congreso, el 6 de enero de 2021, en ataques repetidos en Brasil dos años después.

ED: EG

 

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe