LA HABANA – Surgida de alianzas entre los sectores públicos y privados, un festival en Cuba rompió con la monotonía del verano boreal, que coincide con las vacaciones escolares y la incertidumbre de los padres ante las pocas opciones de entretenimiento para llevar a sus hijos. Rompió, a la vez, con esquemas anquilosados de negocios.
“Te diré como madre: el año pasado no salimos mucho a lugares porque todo es muy caro. Solamente a la playa, uno que otro día. Realmente este lugar ha llegado para ayudar al disfrute de los niños en estas vacaciones”, dijo a IPS Danisley de la Cruz, coordinadora de uno de los grupos infantiles de teatro que ha actuado en el festival.
En el recinto ferial Pabexpo, ubicado en La Habana y perteneciente a la empresa estatal Conex, especializada en organización de eventos, se desarrolla desde el 1 de agosto el llamado Festival de Verano Pa’Cuba, que acabará el último día del mes.
Es la primera vez en Cuba que un festival de gran envergadura se prolonga tanto tiempo mientras ofrece servicios de espectáculos, gastronomía, ventas y entretenimiento orientado principalmente a las distintas infancias, desde la mañana a la noche de cada día.
Si bien la idea y la gestión partió de la estatal Conex, jamás se hubiera concretado el festival sin la cooperación de más de 300 negocios privados: más de 80 % de los servicios y puntos de venta proceden de este sector, aseguró el director de Pabexpo, Rafael Alejandro Rodríguez.
“La parte estatal está muy cerrada. Desgraciadamente, los pequeños y medios directivos del país no tienen esa visión de una alianza con el privado. Es lo que se busca, pero no existe, no se hace viable. Te ponen trabas, trabas y más trabas”: Yoel Suárez.
“Pabexpo tiene 38 años de creado y nunca se había trabajado un mes de agosto. Era históricamente un periodo de descanso. No teníamos conseguido ni un peso en ingresos durante este mes. Hicimos un llamado a todos los actores, tanto estatales como no estatales. La respuesta de los estatales no fue la idónea”, agregó.
Pa’Cuba adquirió gran popularidad desde su primera semana, con un flujo de 3000 visitantes diarios. Hoy, esa cifra se ha duplicado en los días menos concurridos de la semana (lunes, martes, miércoles) y, en total, han asistido ya más de 100 000 personas y se espera que superen los 150 000 al cierre de agosto, en una ciudad de 1,7 millones de habitantes.
“Pabexpo es una muy buena oferta, porque hay emprendimientos de diferentes cosas, y entonces cada niño tiene bastantes ofertas. Nos ha dado muchísima visibilidad”, dijo a IPS Daniela Peña, una trabajadora de la empresa privada Arena, centrada en la venta de artículos y juegos de mesa relacionados con la cultura manga japonesa.

Rentabilidad a la par del entretenimiento
Más allá de llenar un vacío en la demanda de una parte de la población cubana, Pa’Cuba ha resultado un proyecto rentable tanto para Pabexpo –que ingresa por la entrada al recinto (de 0,4 dólares), la renta de los espacios a emprendimientos y 5 % de las ventas de estos– como para los negocios privados.
Las pequeñas empresas Pa’lo de Fabri y La Bodeguita del Paseo, por ejemplo, con el alquiler de billares y videojuegos, han ingresado más en este periodo que en su sede habitual, en La Habana.
“Vendemos más y damos a conocer el negocio. No hay muchas opciones en el verano, eso me han dicho las clientes en esta feria”, dijo a IPS Daniel Aparicio, un trabajador Pal’lo.
Carlos Santana, uno de los socios del restaurante privado Oishi, de La Habana, admitió en entrevista con IPS que, al principio, antes de involucrarse con el festival, dudada de si el evento iba a atraer suficiente clientela que garantizara su rentabilidad.
“Pensamos mucho en el riesgo, había que invertir mucho en insumos. Pero después de 2021, con la covid, además de la situación económica del país, también ha sido muy pobre el entretenimiento. Playa, playa y piscina, piscina, no lo es todo”, dijo.
Pa’Cuba ha destacado por su novedad y diversidad de precios en sus actividades –algunos juegos son gratuitos, mientras otros, bastantes caros–, en un contexto nacional marcado por la crisis económica y en el que las pocas opciones de entretenimiento suelen superar las posibilidades económicas de muchas familias.
Sin embargo, el festival no queda exento de lo que el visitante Roberto Caballero, de 56 años, un ingeniero residente en La Habana, denomina la “nueva realidad cubana”, donde las desigualdades son más evidentes con respecto a décadas anteriores.
“Con más dinero, tienes más diversión, mejor comida y comodidades. He conocido personas que han pasado el día entero aquí, varias veces a la semana, y otras que, a las dos horas, ya no tienen nada que hacer”, dijo a IPS.
Y fuera de Pabexpo, añadió, “la situación es generalmente mucho peor, porque los precios son más caros, y las ofertas, más malas”.

Alianza público-privada
Desde una perspectiva empresarial, Pa’Cuba ha sido considerado un grato resultado de lo que la alianza público-privada puede lograr, un tipo de cooperación que suele palidecer en el panorama económico del país.
“Este festival está rompiendo ya muchas barreras. Desde la máxima dirección del país nos han aplaudido por la buena realización (del evento) y la alianza que hemos creado entre estatales y no estatales”, afirmó Rodríguez, el director de Pabexpo.
Añadió que la iniciativa “ha servido para que todos vean que hay una forma de hacer nueva, para que otros recintos, tanto en La Habana como en otras provincias, hagan algo parecido”.
Replicarlo, en sí, es un reto, pues las condiciones de Pabexpo, con 9500 metros cuadrados de área techada y climatizada, sin cortes eléctricos como en muchas localidades del país, no es fácilmente homologable, como también reconoció Rodríguez. Pero “se puede replicar a menor escala”, añadió.
El meollo de este esquema de negocios parte del encadenamiento productivo (o de servicios) entre el sector privado y el estatal, una añoranza pública del estado cubano desde la aprobación de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) privadas en 2021, la cual no ha dado los frutos necesarios.
En más de una ocasión, el primer ministro cubano, Manuel Marrero, ha enfatizado en la necesidad de fomentar esos encadenamientos.
Sin embargo, muchas de las trabas para concretar dicha faena empiezan por las propias empresas estatales.
“Un factor que dificulta (las alianzas público-privadas) es la desconfianza que hay, sobre todo de los estatales hacia privados”, dijo a IPS el economista Daniel Torralbas.
Y añadió: “Como se ha difundido una campaña que generaliza las cosas negativas hacia todas las mipymes (altos precios y evasión de impuestos, por ejemplo), también hay una reacción de los empresarios estatales de evitar relaciones con los privados, porque puede ser mal visto”.
Por su parte, Yoel Suárez, socio de la empresa privada Wey Asociados, de alquiler de vehículos para niños, también presente en Pa’Cuba, comentó con IPS que esa alianza casi no ocurre.
“La parte estatal está muy cerrada. Desgraciadamente, los pequeños y medios directivos del país no tienen esa visión de una alianza con el privado. Es lo que se busca, pero no existe, no se hace viable. Te ponen trabas, trabas y más trabas”, afirmó.
“La parte gubernamental debería tomarnos un poquitico más en serio y brindarnos un más de posibilidades de participar”, sentenció Santana, el socio del restaurante Osishi.
Si bien Torralbas considera que existen buenos ejemplos que sí funcionan, sobre todo en el área industrial, acotó que los desafíos sobrepasan una cuestión tan subjetiva como la desconfianza.
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El tipo de cambio monetario es el principal problema: las mipymes operan asumiendo el tipo de cambio informal (a un dólar por 400 pesos, en estos días), mientras los estatales lo hacen con una tasa oficial fijada a un dólar por 24 pesos o 120 pesos, en dependencia del tipo de empresa.
“Es un elemento objetivo que dificulta que las empresas se puedan encadenar, porque tienen formas diferentes de contabilizar los gastos e ingresos, y eso no hay manera contable de conciliar”, dijo.
Asimismo, agregó que faltan normas jurídicas que autoricen la creación de empresas mixtas entre ambos sectores económicos, pues no hay forma de crear empresas nuevas que tengan tanto participación del Estado como de actores privados.
También se pudieran diseñar sistemas tributarios diferenciados para esas alianzas público-privadas, así como mayores facilidades de créditos bancarios, a partir de fórmulas conjuntas de garantías.
Como resumió el economista Torralbas, “son dos actores, por su naturaleza, diferentes, pero que son parte de la misma economía. El hecho de que se complementen y compitan, le da dinamismo a la economía”.
ED: EG