Educación de calidad, el ODS ya perdido en Nicaragua

Docentes y familiares denuncian que las autoridades del Ministerio de Educación de Nicaragua obligan a los estudiantes de secundaria afiliarse a la Federación de Estudiantes de Secundaria, el brazo político del sandinismo en los institutos públicos. Mined / Facebook

MANAGUA – A menos de cinco años del plazo establecido para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el año 2030, los expertos ya dan por imposible que Nicaragua alcance el cuarto de ellos, el de la educación de calidad.

De acuerdo con el catedrático Adrián Meza, exrector exiliado de la Universidad Paulo Freire, confiscada en 2022 por el régimen nicaragüense, el sistema educativo de Nicaragua “atraviesa una etapa crítica sin precedentes” desde 2018.

Aquel año, miles de nicaragüenses se rebelaron contra el gobierno de Daniel Ortega por unas reformas a la Seguridad Social que mermaban los beneficios de los trabajadores y las autoridades aplacaron las manifestaciones con el uso letal de las fuerzas de seguridad.

A raíz de las protestas y su represión en abril de 2018, el régimen empezó a ser objeto de sanciones internacionales, mientras en foros y organizaciones de derechos humanos crecían las condenas por los abusos estatales.

“Cuando uno ve las cifras, no son solo números fríos, son rostros de niños y niñas que están quedando atrás en la vida. El 79 % de los estudiantes nicaragüenses no logran leer con comprensión al terminar la primaria”: Adrián Meza.

En respuesta, radicalizó su autoritarismo, con leyes dirigidas a legalizar las detenciones arbitrarias y criminalizar las protestas y el disenso como «traición a la patria».

Con ese fin, aumentaron las penas hasta cadena perpetua a los adversarios, se establecieron las confiscaciones de los bienes de los opositores y su destierro, se aseguró la presidencia mediante el control del Poder Electoral y se afianzó el control total del Estado.

En ese contexto, “desde preescolar, hasta la educación superior, la calidad educativa en Nicaragua luce deteriorada y en retroceso”, afirmó Meza desde San José de Costa Rica, donde se exilió. Su análisis se basa su análisis en varios factores.

El primero, alegó, es la falta de datos públicos confiables y auditables que permitan “certificar la calidad educativa a como se hace en todo el mundo”.

Luego señaló tres factores más que, a su criterio, han afectado “irremediablemente” la calidad educativa en los últimos siete años: el adoctrinamiento en todos los niveles, así como la expulsión de docentes y estudiantes críticos o ligados a familias consideradas opositoras.

Y finalmente señaló que la “fuga de talentos” del sector docente por la prolongada crisis política iniciada en 2018, sumado al desplazamiento de más 800 000 nicaragüenses migrantes, “han contribuido al descenso irreversible de la calidad educativa del país de cara al 2030”.

El adoctrinamiento partidista en Nicaragua comienza con los estudiantes de primaria, según los expertos, a los que obligan a dedicar poemas, cantos y tareas al partido sandinista y sus símbolos. Imagen: Mined / Facebook

Los 17 ODS, adoptados dentro de las Naciones Unidas en 2015 y ratificados por Nicaragua, buscan erradicar la pobreza, proteger el planeta y promover la prosperidad para todos antes de 2030.

Son objetivos interrelacionados e implican equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental, priorizando a quienes están más rezagados. Incluyen metas como eliminar la pobreza, el hambre, el sida y la discriminación de género.

El objetivo 4, el de la educación de calidad, tiene 10 metas específicas para universalizar y mejorar el aprendizaje de niños, adolescentes y jóvenes, como un trampolín para un desarrollo humano básica, la mejora de las condiciones de vida y el avance de la igualdad.

Oficialmente, el gobierno de Nicaragua incorporó los 17 ODS en su Plan Nacional de Lucha Contra la Pobreza y para el Desarrollo Humano 2022-2026.

Ese plan constituye, según el discurso público, “el instrumento rector de la gestión pública, que contiene políticas, estrategias y acciones transformadoras que ratifican la ruta de crecimiento económico y la defensa y restitución de los derechos de las familias nicaragüenses”.

En materia educativa, el plan establece como objetivo promover “una educación inclusiva, equitativa y de calidad, ampliando oportunidades técnicas para egresados del bachillerato y buscando mejorar tasas de aprobación y reducir la deserción”.

Para 2026, se proyecta una cobertura educativa de 100 % en todos los niveles y aprobación en primaria (96,9 %), secundaria (94,4 %) y programas para jóvenes y adultos (95,6 %), impulsando además la enseñanza de inglés y tecnologías desde los primeros grados.

Además, se planea capacitar a 100 % de los docentes en tecnología, arte, cultura, inglés, lengua de señas y nuevas estrategias pedagógicas.

En Nicaragua todo el sistema educativo, tanto urbano como rural, está obligado a participar en los actos políticos y partidistas del gobernante Frente Sandinista, como parte del pensum académico. Imagen: Mined / Facebook

De acuerdo con los datos oficiales, hay más de 200 000 estudiantes activos en la educación técnica y vocacional; 1,5 millones estudiantes en capacitaciones continuas y más de 32 000 certificaciones laborales sin título previo.

“En educación superior, la universidad pública es gratuita, ofrece cerca de 400 carreras y trabaja en mejorar el acceso en zonas rurales y el Caribe”, reza el documento.

Según el Ministerio de Educación de Nicaragua, para el Ciclo Escolar 2025 se alcanzó una cobertura de 100,1 %, con 1 806 518 estudiantes inscritos en todos los niveles y modalidades, superando la meta de 1 804 645 prevista en 2024.

Un estudio publicado en junio de este año en San José, por el Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam), revela que proceso de adoctrinamiento del magisterio impulsado desde gobierno ha acelerado el deterioro educativo.

“La escuela ha sido transformada en una plataforma de propaganda para consolidar el proyecto autocrático de la pareja presidencial y producir partidarios obedientes en vez de ciudadanos”, advierte el informe, elaborado por expertos nicaragüenses desde el exilio.

Según la investigación, desde el retorno al poder en 2007 de Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), los contenidos escolares han sido modificados para encajar con el discurso oficial y la ideología izquierdista de los gobernantes.

Ortega, un exguerrillero izquierdista de 79 años, y su esposa y actual copresidenta Rosario Murillo, de 74 años, asumieron el poder en 2007.  y, desde entonces, se han mantenido en el gobierno mediante reformas legales y constitucionales para atrincherar su control del poder.

Una niña disfrazada de policía, porta un cartel del fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional y exministro del Ministerio del Interior, Tomás Borge, en un acto escolar en Managua. Imagen: Mined / IPS

Murillo, quien siempre tuvo un gran poder tras bastidores, ganó la vicepresidencia en 2017, tras unas cuestionadas elecciones y desde febrero de este año se la designó como copresidenta.

La permanencia de la pareja en el poder ha estado marcada por denuncias de represión, manipulación de elecciones, fraudes y el uso arbitrario de diversos instrumentos de control.

Todo ello derivó desde 2021 en el apresamiento de decenas de personas que se postulaban a candidatos presidenciales en los comicios de ese año y una persecución abierta contra empresarios privados, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, Iglesias católica y cristianas y sectores sociales como estudiantes, campesinos, feministas, periodistas, ambientalistas y médicos.

Nicaragua, con una población de 7,01 millones de habitantes, es el segundo país más pobre de América Central después de Honduras, según el Banco Mundial.

Según Cetcam, en todos los niveles educativos nicaragüenses se transmite una visión sesgada de la historia que exalta al régimen y condena a los críticos como “traidores de la patria”.

El estudio señala que asignaturas como Convivencia y Civismo, por ejemplo, contienen narrativas que destacan al gobierno actual y niegan hechos denunciados internacionalmente, como la existencia de presos políticos o torturas, represión y crímenes de lesa humanidad.

Los libros de uso obligatorio, además, fomentan el culto a la personalidad de Ortega y Murillo, incluyéndolos en tareas escolares como redactar cartas de agradecimiento al mandatario y repetir consignas a su favor.

Por orientaciones del sistema educativo, los y las alumnas con excelencia académica deben no solo portar la banda nacional de honor, sino también ondear la bandera del FSLN y celebrar sus actos y fechas partidarias. Imagen: Mined / Facebook

Una docente de la Unidad Sindical Magisterial de Nicaragua, que pidió llamarla Maritza pñor razones de seguridad, cuenta a IPS cómo se traduce en las aulas este adoctrinamiento.

“Primero que nada, maestro que se niegue a asistir a los talleres de formación ideológica y no se afilie al FSLN, no solo lo despiden, sino que lo pueden acusar y echar preso o mantenerlo bajo vigilancia y persecución”, dice.

Luego explica que la orientación del Ministerio de Educación es aplicar al pie de la letra la inculcación de propaganda y “principios sandinistas”.

“A los estudiantes se les permite aprobar materias y ganar puntos por participar en marchas, usar la bandera rojinegras del partido y actuar en actos partidarios, componer ensayos, poemas, cantos y murales a los Ortega Murillo”, dice en Managua.

“Antes de 2018, nosotros podíamos reprobar a un estudiante de acuerdo con la metodología de puntajes mínimo de 60 sobre 100, participación y evaluación. Ahora es prohibido, nadie puede repetir y todos son promovidos al grado siguiente, aunque no hayan aprendido nada”, se queja Maritza, profesora de secundaria del colegio púbico.

Según el nuevo orden educativo, las categorías evaluativas ahora se clasifican en Aprendizaje Avanzado (AA); Aprendizaje Satisfactorio (AS); Aprendizaje Fundamental (AF) y Aprendizaje Inicial (AI). Ninguno contempla la reprobación académica.

A la instrumentalización de la educación, el informe de Cetcam agrega la pobreza de calidad por limitación de recursos.

De acuerdo con sus datos, Nicaragua ocupa el último puesto en Centroamérica en inversión a la educación con un monto de 118,82 dólares anuales por estudiante de secundaria y 180 dólares por alumno de primaria.

Las cifras son las más bajas de Centroamérica y distan abismalmente de Costa Rica, país que invierte en promedio 2246,7 dólares por estudiantes de primera y secundaria.

La investigación también arrojó que un estimado de 40 000 jóvenes se quedaron sin educación universitaria libre y de calidad, sobre todo en los últimos dos años, que estuvo vinculada directamente a las confiscaciones y cierres de al menos 32 universidades privadas, por órdenes del régimen sandinista.

Cetcam también identificó que 20 % de los adolescentes no terminarán la primaria y 45 % no completaría la secundaria, y, peor aún, menos de 3 % de la población económicamente activa alcanza el nivel técnico y menos de 5 % el nivel universitario.

El profesor Meza agrega que, además, los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ubican a los estudiantes de Nicaragua por debajo del promedio de América Latina en lectura, escritura, ciencias y matemáticas.

“Cuando uno ve las cifras, no son solo números fríos, son rostros de niños y niñas que están quedando atrás en la vida. El 79 % de los estudiantes nicaragüenses no logran leer con comprensión al terminar la primaria”, se quejó.

“Eso quiere decir que, de cada 10 niños, solo dos logran entender un texto sencillo a los 10 años. Esto es devastador”, dijo.

“Estamos 27 % por debajo del promedio latinoamericano y caribeño, y 18 % por debajo de otros países con condiciones económicas similares, incluso por debajo de países africanos y asiáticos que enfrentan enormes desafíos. ¿Qué nos dice eso? Que no es solo un problema de pobreza económica, es un problema de prioridades como sociedad”, se lamentó.

“Esta es una herida abierta en nuestro sistema educativo, y si no la atendemos ahora, esos niños crecerán sin la posibilidad real de romper el ciclo de la pobreza y la exclusión”, concluyó.

ED: EG

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