LONDRES – Con una participación electoral de 79,4 %, los votantes surcoreanos han dado un claro mandato a favor del cambio. Lee Jae-myung, del centrista Partido Democrático de Corea (DPK), ganó de forma contundente las elecciones del 3 de junio, convirtiéndose en el nuevo presidente del país tras un periodo turbulento para la democracia de la nación asiática.
Apenas seis meses antes, los surcoreanos salieron a las calles para defender su democracia cuando el presidente Yoon Suk Yeol intentó imponer la ley marcial. Su determinación por proteger las instituciones democráticas allanó el camino para el cambio electoral, demostrando una vez más que los surcoreanos valoran profundamente las libertades que tanto les ha costado conseguir.
Golpe fallido
El camino hacia la renovación democrática comenzó con una crisis constitucional sin precedentes. Yoon, del Partido del Poder Popular (PPP), de centroderecha, ganó las elecciones presidenciales de 2022 por un estrecho margen, beneficiándose de la reacción contra el emergente movimiento feminista del país.
Pero su éxito no duró mucho: el PPP sufrió una dura derrota en las elecciones parlamentarias de 2024.
Paralizado por una Asamblea Nacional controlada por el DPK, el asediado Yoon se arriesgó de una manera sin precedentes. El 3 de diciembre, declaró la ley marcial.

Yoon afirmó que su decisión estaba motivada por la necesidad de combatir las «fuerzas antinacionales pro norcoreanas», intentando equiparar la oposición política con el apoyo a la amenaza totalitaria al otro lado de la frontera.
El expresidente supuestamente ordenó al ejército lanzar drones contra Corea del Norte. También ordenó al ejército arrestar a varios líderes políticos, entre ellos Lee y el jefe de su propio partido, Han Dong Hoon, y envió tropas para intentar impedir la reunión de la Asamblea Nacional.
La mayoría de los surcoreanos vieron esto como lo que era: un intento de un presidente en decadencia de aferrarse al poder por medios antidemocráticos. Su respuesta fue inmediata y abrumadora.
La gente inundó las calles y se congregó frente a la Asamblea Nacional.
Cuando el ejército bloqueó las puertas, los políticos treparon las vallas. Unos 190 legisladores lograron entrar y votaron por unanimidad a favor de derogar la declaración de la ley marcial.
Yoon se disculpó en televisión, pero unos días más tarde emitió un comunicado desafiante en el que insistía en que su decisión había sido legítima y se comprometía a «luchar hasta el final».
La conclusión llegó rápidamente. Una votación de destitución suspendió su presidencia. Su juicio político concluyó el 4 de abril, y el tribunal ordenó el fin de su presidencia y la celebración de nuevas elecciones.
Yoon está ahora siendo juzgado por cargos de insurrección. Su detención el 15 de enero se produjo tras un dramático intento fallido el 3 de enero, cuando los partidarios de Yoon y su seguridad bloquearon el acceso al palacio presidencial, lo que provocó violentos enfrentamientos. Las protestas han continuado tanto a favor como en contra de Yoon.
Temas de la campaña
Lee se ha beneficiado del deseo de cambio de la población. Su campaña se escoró hacia la derecha, restando importancia a algunas de las políticas más progresistas que había defendido anteriormente, como la renta básica para los jóvenes.
Este posicionamiento le ayudó a ganarse a los antiguos seguidores del PPP, horrorizados por las acciones de Yoon y por la continua falta de condena de estas por parte del partido. Lee venció cómodamente al candidato del PPP, Kim Moon-soo.
Pero otro factor importante fue la división del voto de la derecha: un partido más conservador, el Partido Reformista, se había escindido del PPP y había obtenido 8,3 % de los votos. Si estos dos partidos hubieran concurrido juntos, podrían haber prevalecido a pesar del pésimo historial de Yoon en el cargo.
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La crisis democrática de la ley marcial dominó la campaña, pero no fue el único tema. Las cuestiones económicas fueron importantes para muchos votantes, ya que la otrora poderosa economía de Corea del Sur se tambalea y el alto coste de la vida y la desigualdad se han convertido en preocupaciones acuciantes.
Estas preocupaciones se vieron agravadas por la amenaza de los aranceles estadounidenses: Corea del Sur, cuarto exportador de acero a Estados Unidos, se enfrenta a aranceles de 50 %.
La polarización política parece destinada a continuar tras una dura campaña electoral en la que los dos principales candidatos se acusaron mutuamente de planear la destrucción de la democracia.
Lee, que sobrevivió a un intento de asesinato en 2024 y recibe amenazas de muerte, hizo campaña bajo fuertes medidas de seguridad. Una prueba crucial para su presidencia será si es capaz de sanar estas divisiones.
Retos por delante
Sin embargo, Lee llega al cargo con su propio bagaje, en forma de acusaciones de corrupción.
En 2023, fue acusado de múltiples cargos por presunta colusión con promotores inmobiliarios cuando era alcalde de la ciudad de Seongnam. En noviembre de 2024, recibió una condena de un año de prisión, suspendida, por realizar declaraciones falsas sobre su relación con el antiguo director de la Corporación de Desarrollo de Seongnam.
Está pendiente un nuevo juicio tras la apelación, pospuesto hasta el 18 de junio para celebrarse después de las elecciones; una sentencia condenatoria podría haber impedido la candidatura de Lee. Lee insiste en que los cargos contra él tienen motivaciones políticas, pero el juicio podría traer más incertidumbre y una posible crisis constitucional.
En el ámbito internacional, Lee se enfrenta al reto de reparar las relaciones con Estados Unidos. La Casa Blanca hizo un extraño comentario insinuando la injerencia china en las elecciones, aparentemente recogiendo la desinformación de la extrema derecha y los intentos de los candidatos derrotados de presentar a Lee como un simpatizante de China.
Las relaciones con Corea del Norte supondrán quizás el mayor reto en materia de política exterior. Los políticos del PDP suelen centrarse en el diálogo y la construcción de puentes, y Lee promete reanudar el diálogo transfronterizo que se interrumpió bajo el mandato de Yoon.
Aunque cualquier iniciativa que promueva la paz es bienvenida, la sociedad civil que denuncia la grave situación de los derechos humanos en Corea del Norte y colabora con los desertores estará atenta a posibles restricciones.
Bajo el último gobierno del PDP, entre 2017 y 2022, las relaciones con Corea del Norte se distendieron, pero los grupos de la sociedad civil que trabajan en cuestiones relacionadas con Corea del Norte sufrieron una mayor presión.
El gobierno intentó prohibir la práctica de los activistas de enviar suministros humanitarios y propaganda a través de la frontera mediante globos. La sociedad civil espera que la nueva administración no siga su ejemplo.
Es hora de tender puentes
Lee puede esperar poca oposición política a corto plazo. Las acciones de Yoon han dejado al PPP en desorden y las próximas elecciones legislativas no se celebrarán hasta 2028.
Pero es poco probable que la luna de miel de Lee dure mucho tiempo. El descontento económico podría empujar a más personas a abrazar políticas regresivas. En tiempos difíciles a nivel mundial, Lee tendrá que ofrecer estabilidad política y lograr un éxito económico significativo.
Es una tarea difícil, pero hay un activo clave que puede ayudar. Los surcoreanos han demostrado que valoran la democracia. La sociedad civil de Corea del Sur es activa y fuerte. El nuevo gobierno debe comprometerse a trabajar con esta energía cívica y a fomentarla.
La resistencia de diciembre en Corea del Sur demostró lo que la gente no está dispuesta a tolerar. Ahora llega la tarea más difícil: construir lo que muchos acogerán con agrado: una democracia más estable y equitativa.
Andrew Firmin es redactor jefe de Civicus, codirector y redactor de Civicus Lens y coautor del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.
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