GUATEMALA – Cuando Catarina Santiago, una mujer indígena ixil de 45 años, fue seleccionada para capacitarse en energía solar en India, sintió miedo. Durante cuatro meses, aprendería a ensamblar un sistema solar completo, pieza por pieza, en Barefoot College International, una organización que capacita únicamente a mujeres para volverse técnicas solares.
Santiago, una conocida figura de la comunidad, fue seleccionada por sus dotes de liderazgo. Sin embargo, nunca había salido de Guatemala, no hablaba inglés, apenas sabía español y no sabía leer ni escribir. Aun así, decidió dar el paso, dejar a sus hijos durante seis meses y viajar a Rajastán donde descubrió que no necesitaba palabras escritas: aprendió con dibujos, señas y ejemplos visuales.
Al regresar a su aldea en el municipio de Chajul, en el departamento de Quiché, en el noroccidente de Guatemala, Santiago fue la encargada de instalar sistemas solares en las casas de sus vecinos. Los sistemas fueron donados por la organización que la había capacitado.
Uno de los focos lo instaló en su casa, otro en la habitación donde su cuñada teje ropa tradicional ―antes a la luz de una vela― y otro en la cocina de tierra y madera que comparte con su hermana.



Barefoot College: trayendo luz a quienes más lo necesitan
Magdalena Ví Ramírez, de 22 años, quien recibió un sistema solar, le pidió a Santiago que uno de los focos solares iluminara su vivienda de una sola habitación y, otro su pequeña tienda. Esto le ha permitido cuidar mejor a sus dos hijos y atender con más eficiencia a sus clientes.
El programa de Barefoot College International inició en India en 1972, por iniciativa del educador y activista social indio “Bunker” Roy, para ofrecer oportunidades de educación a mujeres indígenas de zonas rurales lejanas y de difícil acceso, con el objetivo de que mejoren sus condiciones de vida. La iniciativa creció y se empezó a invitar a mujeres de otros países a formarse también en India.
En el año 2022 abrieron una sede local en Guatemala, la primera y única de América Latina. Seleccionaron a este país centroamericano en particular por las graves carencias que tienen sus comunidades indígenas rurales remotas, en específico, las de la región ixil, que abarca los municipios de San Gaspar Chajul, Santa María Nebaj y San Juan Cotzal, en el departamento de Quiché, explicó Bárbara Pérez, directora de Barefoot College Guatemala.


Con la inauguración de la sede local, guatemaltecas de distintas edades y estatus civil, algunas analfabetas y otras semianalfabetas elegidas para convertirse en técnicas solares, ya no tienen que viajar a India.
Ahora, las entre 10 y 12 mujeres que son capacitadas anualmente por cohorte permanecen en esta sede por 10 semanas, tiempo en el que aprenden sobre energías renovables, agroecología y empresas sostenibles, formación esencial para luego implementar los paneles en sus comunidades.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) apoya con la selección de las mujeres en las comunidades que ellos previamente han priorizado para brindarles atención, y donde se carece de energía eléctrica.
También dan apoyo en los trámites para la importación de los sistemas solares que se fabrican en India y el traslado de estos hacia las aldeas. Para el PMA el soporte que se les brinde debe ser integral. Contar con electricidad en sus viviendas es vital para su desarrollo, comentó Pérez.
Con el apoyo de varias organizaciones internacionales como Puma Energy Foundation, Turner & Townsend, el mencionado PMA y Mite, se ha capacitado a 34 mujeres, se han instalado 475 sistemas solares y en los próximos meses las graduandas de la cohorte 2025 instalarán otros 350.
Uno de los testimonios más inesperados e impactantes que ha recibido Pérez, al preguntar a algunas de las mujeres cómo ha cambiado su vida con la energía solar en casa, fue el de quien dijo que ahora puede usar la letrina exterior por la noche gracias a las lámparas solares portátiles que aprendieron a montar: “Ahora que ya no me aguanto las ganas de salir al baño en las noches, ya no me he enfermado (de infecciones urinarias)”, dice.

Las dificultades de la zona y la ausencia de electricidad
En Chajul, donde se inauguró el centro de capacitación, de sus 46 658 habitantes, en su mayoría mayas ixil, gran parte se dedica a los cultivos agrícolas de subsistencia como frijol y maíz, la producción pecuaria, artesanal y textil.
Alrededor de 90 % vive en condición de pobreza: logran cubrir el costo mínimo alimentario, pero no el costo mínimo de educación, salud y transporte, entre otros, según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2023 y los mapas de pobreza 2023.
El pueblo maya ixil también fue víctima de un genocidio durante el conflicto armado interno que duró 36 años, un periodo de violencia que dejó heridas profundas a nivel comunitario.
La cobertura eléctrica del departamento de Quiché es de 83,05 % y en el municipio de Chajul, de entre 80 y 90 %. Sin embargo, en los municipios de Santa María Nebaj y San Juan Cotzal “el índice de cobertura es crítico, por debajo del 80%”, señala el documento Índice de Cobertura Eléctrica Nacional 2023, elaborado por el Ministerio de Energía y Minas de Guatemala.


“La topografía de la localidad; los costos de inversión en expansión de la red; la mala calidad del servicio debido a la longitud de las redes de distribución; y las condiciones de pobreza que impiden a las personas pagar por este servicio son las barreras que impiden que el servicio llegue a la población. Sin acceso a este servicio básico, esencial y prioritario para el desarrollo de las comunidades, las condiciones de vida, salud, educación y seguridad de sus habitantes se ven afectadas”, añade el documento.
Por eso, cuando cae la noche, quienes aún carecen de energía eléctrica en su casa, quizás enciendan una vela o un candil para iluminar su entorno y así terminar sus quehaceres.
Otros, no tendrán más que irse a dormir, a la espera de que los primeros rayos del sol los ayuden a culminar o iniciar las tareas que resultan imposibles en la oscuridad, coincidieron dos integrantes del Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural de la aldea P’al, donde vive Santiago. Sebastián Brito, alcalde auxiliar de P’al, y Felipe López y Sebastián Chel, presidente y secretario, respectivamente, también solicitaron más sistemas solares para instalar en la comunidad porque, según relataron, “varios jóvenes se han casado y han formado nuevos hogares en donde también necesitan luz”.
Manos a la obra: las mujeres se convierten en técnicas solares
En un salón iluminado por una planta de emergencia —porque el día en el que Dialogue Earth visitó el centro de formación en Batzul no había energía eléctrica—, 12 mujeres mayas se sientan alrededor de una mesa rectangular. Son las participantes de la cohorte 2025 del programa solar, y están cumpliendo su última tarea: ensamblar una lámpara solar portátil. Frente a ellas hay piezas sueltas y un instructivo con imágenes numeradas.



Sin mirar los pizarrones que decoran el aula con afiches de datos de energía, voltaje e intensidad y fórmulas, se concentran. Atornillan con firmeza, conectan circuitos con destreza. Hablan en distintos idiomas mayas, se entienden sin problema, se ayudan sin dudar. El español es limitado, pero la colaboración es fluida. Dos maestras —exalumnas del mismo programa— las acompañan en silencio.
Las mujeres en Guatemala siguen enfrentándose a la discriminación, la pobreza y la falta de oportunidades. Las mujeres mayas e indígenas se encuentran en una situación especialmente desfavorecida: tienen menos acceso al sistema educativo formal y una tasa de analfabetismo superior a 60 %, según un estudio realizado en 2021.
Por eso, a nivel internacional Barefoot College International entrena únicamente a mujeres ―en particular mujeres indígenas, que representan 13,5 % de la población en Guatemala― para combatir esta severa brecha de género.
En su programa solar no solo aprenden sobre energías limpias, a ensamblar, instalar, dar mantenimiento y reparar sistemas solares, sino que también fortalecen su autoestima y conciencia sobre sus derechos y capacidades. Lo hacen a través de Enrich, un programa que se imparte en paralelo al técnico y abarca habilidades para el emprendimiento, educación financiera, salud y bienestar, equidad social y alfabetización tecnológica, entre otros temas.
“Que las mujeres indígenas salgan de sus comunidades no es bien visto ni por su familia ni vecinos, aún cuando se les explique la razón. Todavía hay mucho machismo en Guatemala y hay que fortalecer su autoestima para que puedan defenderse”, explica Ixmukané Caba, ixil e ingeniera agroforestal, quien lidera este programa y también trabaja como técnica de campo en la sede de Guatemala.
Hoy, la electricidad escasea, pero la energía de las mujeres abunda. Al terminar, algunas alzan sus lámparas encendidas y comparten lo que ha significado esta experiencia de formación lejos de casa.


“Estoy feliz porque aprendí sobre energía solar, por haber conocido y compartido con otras mujeres y porque al regresar a mi caserío, Palop Chiquito, varios de mis vecinos tendrán luz solar. Yo iluminaré mi dormitorio y mi cocina”, dice Juana Brito, de 33 años, quien solo habla ixil, y cuyo testimonio tradujo Ixmukané Caba. “Estoy contenta porque gracias a lo aprendido, podré regresar y servir mejor a mi pueblo”, expresa en español Petrona Caba, de 23 años, de la aldea Santa Clara.
Mientras, Carmen Galicia, de 24 años, exalumna de la primera cohorte graduada en Barefoot College Guatemala, expresa su agradecimiento por haber sido contratada este año como maestra. “Yo solo estudié hasta sexto grado de primaria, no sabía ni agarrar un tornillo. Pero gracias a Dios todo salió bien y les compartí a las participantes todo lo que aquí aprendí”, dice.
Junto a Brito y Caba, otras 10 mujeres de las comunidades lingüísticas ixil, awakateco y k’iche’, de los departamentos de Quiché y Huehuetenango, se graduaron y obtuvieron su certificado de logro como técnicas solares. De ahora en adelante, serán las encargadas de iluminar a sus familias y comunidades, con su liderazgo y energía renovable.
Los retos que enfrenta Barefoot College Guatemala no son menores. La organización debe seguir estableciendo alianzas con instituciones y organizaciones, tanto privadas como gubernamentales, a nivel local e internacional.
Estas alianzas son clave para obtener el financiamiento necesario que les permita continuar educando e instruyendo a las mujeres, así como adquirir y trasladar los sistemas solares que se donan a las comunidades, junto con los kits de herramientas que reciben las alumnas para ensamblarlos y repararlos.
“En la actualidad estamos realizando una capacitación anual, pero quisiéramos que fueran tres, con 16 alumnas por cohorte”, expresó Pérez.
Este artículo se publicó originalmente en Dialogue Earth.
RV: EG