CARACAS – Tener energía hidroeléctrica sin represar ríos, desmantelar el ambiente o desplazar poblaciones es posible en América Latina y el Caribe, con centrales reversibles que permiten aprovechar su geografía sembrada de montañas, y amplían el camino para confiar solo a fuentes renovables su generación de electricidad.
“El desarrollo de estas centrales requiere zonas con diferencia de altura, para dos embalses, uno superior y otro inferior. Y la región tiene cientos de sitios posibles para el almacenamiento por bombeo”, afirmó Arturo Alarcón, especialista sénior en la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En los países cruzados por cadenas montañosas, en áreas de Brasil e incluso del Caribe insular, abundan los espacios que pueden albergar estas hidroeléctricas, señala el experto boliviano. “Recientemente el BID hizo un estudio de escritorio e identificó 179 sitios en 11 países”, dijo a IPS desde sus oficinas en Washington.
Las centrales hidroeléctricas tradicionales represan las aguas de un río, con lo que se crea un lago artificial que provee agua para mover turbinas en una sala de máquinas que generan la electricidad, tomada por transformadores y líneas de transmisión a los centros de consumo y, luego, las aguas se arrojan y el río sigue rumbo al mar.
“El desarrollo de estas centrales requiere zonas con diferencia de altura, para dos embalses, uno superior y otro inferior. Y la región tiene cientos de sitios posibles para el almacenamiento por bombeo. Recientemente el BID hizo un estudio de escritorio e identificó 179 sitios en 11 países”: Arturo Alarcón.
En cambio, las centrales por bombeo se alimentan con el agua de un embalse a cierta altura, que provee el agua generalmente a través de un túnel o canal, hace el trabajo en la sala de máquinas y deposita el agua en un embalse situado a menor altura.
Cuando termina el proceso -pasadas las horas de generación de electricidad debido a la mayor demanda, requerida desde otras fuentes- el agua se revierte, mediante su bombeo desde el depósito inferior al superior, donde queda disponible para iniciar un nuevo ciclo.
Son centrales que pueden complementar a los parques de energía solar o eólica, que se alimentan con la radiación solar o la fuerza de los vientos, sujetas así a variaciones horarias y estacionales que requieren almacenar energía en baterías.

Baterías complementarias
Por ello, a las centrales por bombeo también se las llama “baterías de agua”.
Al reducir la necesidad de plantas termoeléctricas (alimentadas con combustibles fósiles) se convierten en herramientas para descarbonizar todo el sistema eléctrico.
“Aunque estas centrales no generan más energía de la que consumen en el proceso de bombeo (por cada megavatio hora generado se consumen aproximadamente 1,2 Mwh), sí cumplen una función crítica en la integración de energías renovables variables como la solar y la eólica”, señala Alarcón.
Por ejemplo, en Brasil, con cerca de 90 % del manejo de la energía eléctrica a partir de fuentes renovables, crecen las instalaciones eólicas y solares “que dependen de las condiciones climáticas y no hay una producción constante a lo largo del día”, señala a IPS desde Rio de Janeiro el experto Caio Leocádio.
“Esta condición crea un escenario favorable para las tecnologías que atienden estos requisitos, con flexibilidad y capacidad de almacenamiento, permitiendo guardar energía en momentos de sobra y utilizarla en momentos de mayor demanda”, indica Leocádio, consultor de la Empresa de Investigación Energética (EPE) de su país.
No es una tecnología nueva. En el mundo se han instalado cerca de 200 gigavatios (un Gw es igual a 1000 Mw) en 510 centrales por bombeo, equivalentes a toda la capacidad hidroeléctrica de América Latina.
En la región destaca el Complejo Hidroeléctrico Río Grande, en la central provincia argentina de Córdoba, con sus embalses Cerro Pelado y Arroyo Corte, a 12 kilómetros de distancia uno del otro, operando desde 1986 y con una capacidad instalada de 750 Mwh, mermada en la actualidad por obsolescencia de equipos.

Costos favorables
Hasta ahora, el nivel de desarrollo de la hidroelectricidad por bombeo muestra que los costos son competitivos, aunque el rendimiento económico de cada instalación y en cada país depende del tipo de mercado eléctrico.
Por ejemplo, si es un mercado eléctrico que tiene precios horarios de la energía, o si es un mercado eléctrico que valora los servicios auxiliares que las centrales reversibles pueden brindar, como mantener un voltaje constante a pesar de las fluctuaciones, se puede tener un buen rendimiento económico.
En cuanto a precios, la región presenta tarifas muy dispares. La residencial en algunas islas del Caribe pasa de 40 centavos de dólar por Kwh, en Guatemala 29, en Honduras y Uruguay 25, en Colombia 20, en Brasil y Costa Rica 16, en México 10 y en Venezuela seis centavos, según el portal Global Petrol Prices.
“El costo de instalación de centrales reversibles puede ser alto debido a la infraestructura y las necesidades técnicas, pero los costos operativos y de mantenimiento son relativamente bajos una vez que están en funcionamiento”, observó Alarcón.

En Brasil “proyectos de este tipo realmente exigen inversiones iniciales elevadas, principalmente en obras civiles y equipos”, apuntó Leocádio. “Hay estimados de valores entre 1200 y 1600 dólares por kilovatio (Kwh) instalado, dentro de los rangos de proyectos de mediano a grande en el sector”, agregó el especialista del Bid.
En República Dominicana, que estudia instalar centrales por bombeo en las áreas de Sabaneta (noroeste) y Guaigüí (centro), de 200 y 300 Mwh respectivamente, se calcula un costo de instalación entre 1900 y 2400 dólares por kilovatio.
Pero, como contrapartida, los expertos coinciden en destacar que los proyectos tienen una vida útil de 50 años o más, y aunque el retorno de la inversión requiera un plazo largo, esas centrales ofrecen un rendimiento estable y predecible.
Es la ventaja que aprecia Leocádio en Brasil, con su sistema eléctrico altamente interconectado y una riqueza de sitios para su posible instalación. Un reciente estudio encontró que solo en el estado de Río de Janeiro (43 750 kilómetros cuadrados) hay 15 ubicaciones con condiciones ideales para esas centrales.

Regulación y ambiente
Para Alarcón “el mayor desafío para esta tecnología en América Latina y el Caribe es regulatorio. No todos los mercados eléctricos tienen mecanismos de remuneración adecuados para tecnologías de almacenamiento o que proveen flexibilidad a los sistemas eléctricos”, apuntó.
Por ello, entre las tareas por abordar en la región ubica, junto con investigar las zonas específicas que tienen mayor potencial para las baterías de agua, Alarcón ubica el diálogo entre gobiernos y actores privados, más conferencias y foros regionales “para crear un marco regulatorio que facilite estos proyectos”.
Esa posibilidad -y también los contrastes- los muestran recientes casos de Chile, donde avanzó el proyecto Espejo de Tarapacá, para una central reversible de 300 Mwh que prevé trabajar con agua del mar, pero otro, Paposo, también en el norte chileno, fue rechazado por el Servicio de Evaluación Ambiental.
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Los defensores de las centrales por bombeo destacan que su construcción y operación requieren mínima alteración del medio ambiente, al no requerir desvío o represamiento de ríos, anegar poblaciones o tierras de labranza, o afectar los espacios de pueblos indígenas y comunidades campesinas.
Al no alterar grandes espacios también obvian afectaciones a la biodiversidad, y en algunos casos pueden ser fuentes de agua para labores de regadío y emplazamientos que embellezcan o refresquen los paisajes.
Pero como cuestión central ubican su contribución a la estabilidad de los sistemas eléctricos, y su aporte a la descarbonización requerida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que proponen incrementar el empleo de energías renovables junto con el acceso de todos los pueblos a la electricidad.
Para febrero de 2025, según el más reciente reporte de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), la generación total de electricidad en la región alcanzó los 152 teravatios, (Twh, un millón de megavatios), con 68,1 % de fuentes renovables y 31,9 % con empleo de petróleo, gas, carbón o energía nuclear.
La mayor fuente de energía renovable es hidroeléctrica (53,1 % del total), seguida de la eólica (8,5 %), la solar (4,5 %), bioenergía (1,5 %) y energía geotérmica (0,5 %).
ED: EG