MONTEVIDEO – El asediado primer ministro polaco, Donald Tusk, salió magullado pero aún en pie después de que su gobierno haya sobrevivido a una moción de confianza parlamentaria el 11 de junio. Tusk convocó la votación, que ganó por 243 votos contra 210, pocos días después de que el candidato a la presidencia de su partido, Plataforma Cívica (PO), sufriera una inesperada derrota.
Karol Nawrocki, un nacionalista derechista independiente respaldado por el antiguo partido gobernante, el ultraderechista Ley y Justicia (PiS), derrotó al liberal proeuropeo Rafał Trzaskowski, alcalde de Varsovia, en una reñida segunda vuelta presidencial.
El resultado supone una prueba más amplia de la resistencia democrática de Polonia, que podría tener implicaciones en toda la Unión Europea (UE).
El golpe electoral
El camino de Nawrocki hacia la victoria fue de todo menos predecible. El expresidente del Instituto de Memoria Nacional de Polonia, de 42 años, nunca había ocupado un cargo electo antes de convertirse en el candidato elegido por el PiS. Sin embargo, su mensaje populista resonó entre los votantes frustrados.
Las quejas económicas proporcionaron un terreno fértil para los discursos nacionalistas. A pesar del desempleo relativamente bajo en Polonia, la tasa de desempleo juvenil, superior a 10 %, es una fuente comprensible de inquietud para los votantes más jóvenes. Cada vez más, estos reaccionan rechazando las propuestas políticas mayoritarias.

Esto contribuyó a los resultados fragmentados de la primera vuelta del 18 de mayo. Trzaskowski obtuvo solo 31,36 % de los votos y Nawrocki, 29,54 %.
La suma de los votos de los candidatos de derecha —Nawrocki y los políticos de extrema derecha Grzegorz Braun y Sławomir Mentzen— superó las expectativas de las encuestas. Braun y Mentzen obtuvieron más de 21 % de los votos entre ambos, gracias al apoyo de muchos votantes jóvenes.
En la segunda vuelta del 1 de junio, Nawrocki ganó con 50,89 % frente a 49,11 % de Trzaskowski, con un margen de menos de dos puntos porcentuales.
Nawrocki obtuvo el 64 % de los votos rurales, mientras que Trzaskowski se hizo con 67 % en los centros urbanos, una división geográfica consolidada que refleja una división ideológica duradera entre una Polonia conservadora y nacionalista y su contrapartida liberal y cosmopolita.
Interferencia electoral
La desinformación está contribuyendo a alimentar la polarización. La campaña electoral se desarrolló en un contexto de preocupación por la interferencia extranjera, que se hizo eco de los inquietantes acontecimientos ocurridos en toda la región, en particular en Rumanía, donde el Tribunal Supremo anuló las elecciones presidenciales de 2024 debido a las pruebas de interferencia rusa.
Apenas unos días antes de la primera vuelta, la Red Académica y de Investigación de Polonia descubrió pruebas de anuncios en Facebook, posiblemente financiados desde el extranjero, dirigidos a todos los principales candidatos.
Según una investigación de la organización de verificación de datos Demagog, TikTok se inundó de desinformación, especialmente, aunque no exclusivamente, contra Trzaskowski.
El algoritmo de la plataforma mostraba a los nuevos usuarios contenidos de extrema derecha con el doble de frecuencia que los de centro o izquierda, y los vídeos a favor de Nawrocki aparecían cuatro veces más que los a favor de Trzaskowski. Más de 1200 cuentas falsas atacaron sistemáticamente a Trzaskowski, mientras que otras 1200 promocionaban a Nawrocki.
La operación de influencia se extendió más allá del descrédito individual para sembrar la desconfianza en el proceso democrático y difundir narrativas de extrema derecha más amplias. Las cuentas falsas promovieron sistemáticamente el sentimiento antucraniano y las teorías conspirativas contra la inmigración.
Donald Trump también brindó a Nawrocki un apoyo sin precedentes: lo recibió en la Casa Blanca justo antes de las elecciones y envió a su secretaria de Seguridad Nacional a hacer campaña por él en Polonia, mientras asistía a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC).
Este año, la CPAC, una plataforma conservadora estadounidense, celebró dos eventos internacionales, en Hungría y Polonia. El de Polonia, programado para coincidir con la segunda vuelta, ofreció una clara indicación de cómo la extrema derecha nacionalista se ha internacionalizado.
Parálisis institucional
El resultado ha puesto en tela de juicio la viabilidad de la coalición ideológicamente diversa de Tusk y su propio futuro político. Con los críticos de la Coalición Cívica culpando de la derrota electoral a los fallos de comunicación del gobierno y a la impopularidad personal de Tusk, la moción de confianza se convirtió en una prueba clave.
Pero, aunque Tusk ha sobrevivido a la moción de confianza, será muy difícil aplicar las reformas necesarias para restaurar las instituciones democráticas que se vieron sometidas a una gran presión durante el gobierno del PiS.
En sus ocho años en el poder, el PiS desmanteló la independencia judicial, convirtió los medios de comunicación públicos en su órgano de propaganda y socavó los derechos de las mujeres con la introducción de una de las leyes contra el aborto más duras de Europa.
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Los intentos del gobierno llegado en diciembre de 2023, de hacer frente a este legado ya se habían visto obstaculizados por el presidente saliente, Andrzej Duda, que utilizó su poder de veto para bloquear reformas clave. Nawrocki continuará con esta línea, lo que impedirá a Tusk cumplir sus promesas a los votantes polacos y a la UE.
La Comisión Europea contaba con que Tusk completara las reformas judiciales prometidas, ya que había desbloqueado miles de millones en fondos de recuperación de la pandemia congelados por motivos relacionados con el Estado de derecho durante el gobierno del PiS.
Ahora que es poco probable que se produzcan avances, la Comisión se enfrenta a la difícil decisión de mantener la financiación aunque el gobierno no pueda cumplir los cambios prometidos.
Más allá de la UE, las posiciones de Nawrocki en materia de política exterior amenazan con complicar el hasta ahora firme apoyo de Polonia a Ucrania.
Aunque se ha mostrado a favor de continuar con la ayuda, Nawrocki se ha comprometido a bloquear cualquier posibilidad de que Ucrania se incorpore a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y a dar prioridad a los intereses polacos frente al apoyo a los refugiados.
Mucho en juego
El estrecho margen de victoria en las elecciones presidenciales, combinado con una participación récord de 72,8 %, refleja la compleja realidad de una sociedad dividida. Si bien la alta participación sugiere un fuerte compromiso cívico, la profunda polarización que se refleja en los resultados pone de manifiesto unas fracturas que van mucho más allá de las desavenencias políticas convencionales.
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El resultado ofrece una prueba más de que, cuando no se abordan las reivindicaciones económicas, se permite que se erosione la confianza en las instituciones y se deja que los entornos informativos sean vulnerables a la manipulación, los políticos oportunistas explotan las divisiones sociales y la ira contra el poder establecido.
Para Polonia, los próximos años pondrán a prueba la capacidad de las instituciones democráticas para soportar las presiones de un estancamiento político prolongado.
Polonia se enfrenta a una posible parálisis institucional que podría erosionar aún más la confianza de la ciudadanía en la gobernanza democrática. Las instituciones polacas deberán tratar de demostrar su eficacia, y la sociedad civil y los medios de comunicación independientes deberán mantener su credibilidad para ayudar a proteger y fomentar los valores democráticos.
Inés M. Pousadela es especialista sénior en Investigación de Civicus, codirectora y redactora de Civicus Lens y coautora del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.
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