Cuando la violencia étnica enfrenta a mujeres contra mujeres

Mujeres del estado de Manipur, en el noreste de la India, en huelga de hambre. La violencia entre grupos étnicos en la región se ha visto agravada por la decisión de 2023 de reconocer al grupo de población mayoritaria, los meiteis, como tribu registrada, lo que desencadenó violencia, que sigue aún después de que en febrero de este año ese estatus haya sido retirado. Imagen: Kumkum Chadha / IPS

NUEVA DELHI – Para Kikim , fueron los idus de mayo, en lugar de marzo, los que, en cierto sentido, resultaron su perdición. Estaba deseando dar la bienvenida a su bebé, el primero. Pero la vida dio un giro inesperado y las cosas cambiaron en una fracción de segundo.

Aquella noche estaba cocinando una sopa cuando vio cómo hordas de hombres se acercaban al pueblo, algunos blandiendo espadas y otros con botellas de gasolina y diésel. Kikim, un nombre cambiado por seguridad, también olió humo.

Alarmada, huyó por la puerta trasera y se encontró con sus vecinos que intentaban escapar. La ayudaron a subirse a un camión que se dirigía hacia la salida del pueblo. Kikim no sabía adónde, y no le importaba. Su preocupación inmediata era la seguridad.

Mientras el camión avanzaba, ella contaba horas que parecían no tener fin. La única pregunta que todos tenían en mente era: ¿Saldremos con vida?

Lo que aumentaba la incertidumbre era el arduo viaje a través de un denso bosque.
Apenas había comida. Las mujeres se apiñaron en el camión y le dieron a Kikim una parte de lo que habían conseguido llevar. «Tú lo necesitas más que nosotras», le dijeron.
Kikim temía que pudiera dar a luz en medio de un bosque sin ayuda médica.

Y así lo hizo en las primeras horas de la mañana. Se dijo a los hombres que se alejaran; el camión se convirtió en una sala de partos improvisada, y con trozos arrancados de las mujeres que la rodeaban se hizo una especie de cortina para Kikim. Cuando oyó el primer llanto de su recién nacido, suspiró aliviada.

Poco sabía ella que las mujeres a su alrededor se enfrentaban a otro desafío: no había suficiente agua, excepto una botella de un litro. Su única opción era limpiar al recién nacido, rociando unas gotas por todo su frágil cuerpo.

El de Kikim es uno de los muchos casos que se han desarrollado durante la crisis de Manipur, que ha envuelto a este estado nororiental de la India durante unos dos años.

El estado ha sido testigo de violentos enfrentamientos entre dos comunidades, los meiteis y los kukis.

La crisis actual se deriva de una recomendación del Tribunal Superior del estado de conceder el estatus de tribu registrada, o ST en inglés, a los meiteis. La controvertida cláusula ha sido modificada desde entonces.

El 24 de febrero de 2025, el Tribunal Superior de Manipur modificó la orden del 27 de marzo de 2023. Ordenó la eliminación de un párrafo que había instruido al gobierno de Manipur a considerar la inclusión de los meiteis en la lista de tribus registradas.

Se considera que fue la orden del 23 de marzo de 2023 la que desencadenó el conflicto étnico actual entre los meiteis y las comunidades tribales kukis-zo en el estado.

Los kukis protestaron porque consideraban que la orden daría a los meiteis peso sobre las zonas montañosas.

«Utilizarían el poder del dinero para quitarnos nuestras tierras y también nuestros trabajos», dice Thangso, otro nombre modificado. Desde el conflicto, lleva una escopeta al hombro para protegerse.

Las tribus kukis-zo están protegidas por el estatuto ST. Es a través de este mecanismo que el gobierno indio reconoce a las comunidades tribales históricamente marginadas.

Traducido aproximadamente como tierra de gemas, Manipur está en gran parte aislado del resto de la India. La mayoría de la población, los meiteis, son hindúes. Viven en Imphal, la capital del estado.

Los kukis y los nagas son minoría. Son principalmente cristianos y viven en las colinas.

La Constitución india reserva tierras en los distritos montañosos de Manipur. Esta disposición especial prohíbe a los meiteis comprar tierras en las colinas y también restringe la migración de meiteis y otros grupos a los distritos montañosos.

Los meiteis consideran que su exclusión del estatus de tribu indígena es injusta.
También lamentan la afluencia de inmigrantes ilegales, especialmente desde el otro lado de la frontera con Myanmar.

Manipur tiene una frontera internacional porosa. Desde que estalló la guerra civil en Myanmar, sus ciudadanos han huido a Manipur. El ejército tomó el poder en ese país el 1 de febrero de 2021.

Hay informes de que los kukis proporcionan un refugio seguro a los inmigrantes ilegales chins. En Myanmar, los kukis se conocen como chins.

Si los meiteis están preocupados por el cambio demográfico, los kukis les acusan de impulsar una agenda a favor de su mayoría y contra las minorías.

Las líneas divisorias son profundas y la desconfianza total.

Sería incorrecto suponer que los enfrentamientos entre ambos son algo puntual. Nada más lejos de la realidad.

Desde la década de los años 60, los grupos militantes han avivado los agravios de los kukis y los nagas, que luchan por una patria separada. Lanzar la lucha contra los meiteis, que están decididos a defender la integridad territorial del estado.

Si no hubiera sido por un gráfico vídeo de dos mujeres tribales desnudadas, los acontecimientos en Manipur podrían haber pasado desapercibidos. El vídeo se hizo viral, provocando indignación no solo en India, sino también en el extranjero.

Mary Beth Sanate, de la Sociedad para la Promoción de la Mujer Rural, dijo a IPS: «A las mujeres se les quema, se las trata como objetos, se las lincha y se las agrede sexualmente. Hay un colapso total del sistema, y lo que estamos viendo es una burla de sus derechos humanos».

Según un documento, Crimes against Kuki-Zo Women by Meites (Crímenes contra mujeres Kukis-Zo por Meiteis), hay relatos desgarradores de violencia contra las mujeres.

El documento cataloga casos de extremistas meiteis que atacan a mujeres kuki-zo: «Mátala, violala, quémala. Hazle lo que su gente le hizo a nuestras mujeres», es lo que, según se informa, las mujeres meitei dijeron a una turba que irrumpió en una residencia de estudiantes en Imphal, poco después de que comenzara el pogromo hace dos años.

Por lo tanto, no sería incorrecto ver esta crisis como una en la que las mujeres han desempeñado múltiples papeles: tanto como víctimas como perpetradoras de la violencia.

En consecuencia, lo que comenzó como mujeres ayudando a mujeres pronto se transformó en una especie de situación de mujeres contra mujeres.

Para profundizar en esto, si las mujeres fueron salvadoras en el caso de Kikim y la ayudaron a dar a luz, hay suficientes casos en los que la lealtad comunitaria y étnica superó la afiliación de género.

De mujeres que protegían a mujeres, pronto se pasó a mujeres que atacaban a mujeres.

«El amor por la comunidad de algunas superó al género. En lugar de protegerse unas a otras, las mujeres se convirtieron en perpetradoras de violencia», dijo Nonibala de WinG, o Mujeres en el Gobierno.

Nonibala, una profesora convertida en activista, pasó del mundo académico al sector social en 2005. Cuando vio a Irom Chanu Sharmila, una afamada activista de los derechos humanos de Manipur, en un ayuno indefinido, un remordimiento la embargó: «No puedo pasar ni un día con hambre», se dijo.

Su penitencia: empoderar a las mujeres. Desde entonces, no ha habido vuelta atrás.

El conflicto actual, dijo a IPS, ha pasado factura a las mujeres.

Vacilando entre las acusaciones de ser protectoras e instigadoras, las mujeres en Manipur son fundamentales en el tema de la violencia y los ataques sexuales.

Hay alegaciones y contraalegaciones, acusaciones y negaciones, pero una constante es el miedo y el trauma generalizados.

En el ojo de la tormenta están las Meira Paibis.

Traducido aproximadamente como portadoras de antorchas, Meira Paibis es un movimiento social liderado por mujeres de una etnia, que saltó a la fama durante la protesta contra la Ley de Fuerzas Armadas (Poderes Especiales), que otorga al ejército un poder sin precedentes.

Si la versión de los kukis sirve de referencia, Meira Paibis está instigando algunas de las violaciones de mujeres de la comunidad minoritaria.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Una miembro de la Organización de Mujeres Kuki por los Derechos Humanos, que pidió permanecer en el anonimato por temor a ser atacada, dijo que sabía que una docena de mujeres fueron violadas después de que Meira Paibis las entregara a los hombres.

«Las mujeres que instigan a la violación pública e incitan a los hombres a violar a las mujeres son una pesadilla», dijo a IPS.

Esto fue corroborado por Momoi (otro nombre cambiado), quien confirmó que una de las mujeres de la turba vio cómo era golpeada por hombres meiteis.

Por su parte, los miembros de Meira Paibis lo refutan, alegando que las organizaciones de mujeres no diferencian entre un kuki o un meitei. «He entregado cuatro niños abandonados, todos kukis, a la policía de Imphal», dijo Sujata Devi a IPS, y añadió que la primera ofensiva siempre la hacen los habitantes de las colinas, es decir, los kukis.

Popular como madres voluntarias, la organización de Devi, Imagi Meira, ha estado en primera línea desde la crisis.

Sus miembros han tenido varios enfrentamientos con la policía y algunos han estado en arresto domiciliario.

Atrapados en el fuego cruzado están personas como Thoibi y Memcha, que han perdido amigos. «Todos nuestros amigos de repente nos ven como meitei. Han dejado de hablarnos», dice Memcha.

Esta transición es una narrativa inquietante que pone de manifiesto las tensiones inherentes al estado. Peor aún, resulta escalofriante que las mujeres se enfrenten entre sí como participantes y perpetradoras de la violencia.

Ahora, la paz es un sueño lejano y la división es una realidad.

¿Hay alguna forma de avanzar? ¿Se curarán las heridas? ¿Se curarán alguna vez? ¿O seguirán supurando?

No hay respuestas fáciles ni soluciones obvias. Al menos por ahora.

T: MF / ED: EG

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