Vientos de cambio: fauna chilena en peligro por los parques eólicos

Chile, un país rico en biodiversidad y ruta migratoria de cientos de aves, también alberga 14 especies de murciélagos, muchas de ellas endémicas. Con el crecimiento en cantidad de proyectos eólicos, el país busca liderar en energías renovables dentro del continente. Sin embargo, esta transición trae consigo efectos sobre los animales que habitan estos territorios. ¿Cómo enfrentar una transición energética justa en equilibrio con la naturaleza?

Parque eólico Litueche, ubicado en la zona central de Chile. Imagen: Paloma Rodríguez

SANTIAGO – Con sus 6435 kilómetros de costa, Chile tiene un gran potencial para la energía eólica, fundamental en su compromiso con la descarbonización. El país cuenta con 4517 megavatios (MW) de capacidad instalada en parques eólicos, distribuidos en decenas de instalaciones a lo largo del territorio.

El sonido de estos parques, similar al rugido constante de un avión a punto de aterrizar, puede volverse abrumador para quienes pasan tiempo cerca de las enormes aspas. La sombra de las palas proyecta patrones cambiantes en el suelo, como una danza repetitiva que sigue el ritmo del viento.

En la distancia, se escuchan los trinos de los pájaros, mientras el viento cruje al atravesar las estructuras metálicas pintadas de blanco.

La energía eólica, junto con la solar, es fundamental en la estrategia del país para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, con un crecimiento proyectado de 4 % anual hasta 2027.

Sin embargo, este avance tiene un costo ecológico: la fauna voladora, especialmente aves y murciélagos, enfrenta riesgos de colisiones a medida que se expanden.

El playero ártico, una de las aves migratorias a los que los parques eólicos ponen en peligro. Imagen: Paloma Rodríguez

Rutas migratorias en peligro

Diego Luna Quevedo trabaja en Manomet, una organización que se dedica a proteger los ecosistemas y rutas migratorias de las aves en el hemisferio occidental. Trabaja en el tema porque, para conservar los recursos naturales y la biodiversidad, “se necesita desarrollar procesos de colaboración, crear asociaciones y llegar a acuerdos”, dice. 

El acuerdo necesario para él es clave ante un punto de inflexión respecto al desarrollo de la energía eólica y la conservación de la biodiversidad que enfrenta América Latina.

“Hace 20 años, la planificación de proyectos energéticos no tenía la misma presión sobre el territorio ni consideraba el impacto ecológico como una variable prioritaria. Hoy, en cambio, vivimos en medio de una crisis hídrica, de biodiversidad y climática», señala quien lleva 27 años dedicados a la conservación de la biodiversidad. 

Luna añade que «para enfrentar estos desafíos, nuestras políticas y estrategias de gestión ambiental necesitan evolucionar para no solo gestionar recursos, sino también administrar crisis”. 

Los impactos de la energía eólica en las aves son significativos y se manifiestan en tres áreas. Primero, las colisiones con aerogeneradores, cuya incidencia aumenta a nivel mundial. Por ejemplo, la American Bird Conservancy estima que en Estados Unidos mueren alrededor de 1,17 millones de aves al año debido a estas colisiones. 

En segundo lugar está el efecto barrera que estos proyectos pueden generar, al afectar la movilidad y el desplazamiento natural de las aves. Finalmente, un aspecto poco estudiado es la interrupción del servicio ecosistémico del hábitat.

“Al instalar infraestructuras industriales —ya sea un parque eólico o una planta de hidrógeno verde—, se transforma el hábitat en suelo industrial, y deja de ser un ecosistema natural”, indica Luna.

En Chile se registran 528 especies de aves, de las cuales 322 se reproducen en el país y el resto migra para hacerlo. Durante el verano austral, estas aves viajan miles de kilómetros desde América del Norte en busca de alimento y temperaturas más cálidas. La mayoría de ellas son aves playeras, y lamentablemente 50 % de las especies está en declive. 

Las aves migratorias cruzan continentes siguiendo rutas bien definidas y estudiadas. Al llegar a Chile, en primavera, se instalan en salares, humedales, ríos, dunas y playas, donde permanecen hasta marzo, cuando comienza su regreso hacia el norte. Sin embargo, estas rutas, recorridas durante miles de años, enfrentan nuevos desafíos.

Las rapaces y aves playeras son especialmente vulnerables debido a la fidelidad a sus hábitats”, comenta Luna.

Durante sus viajes, las aves playeras dependen de lugares específicos para hacer una pausa para descansar y alimentarse. Cada vez que un hábitat seguro se vuelve inaccesible se ven forzadas a desviarse y aterrizan en áreas con menos comida y amenazas, como depredadores. Así es que muchas no logran completar sus migraciones ni reproducirse.

¿Ejemplos? El playero ártico (Calidris canutus), que realiza una de las migraciones más largas del mundo desde el Ártico hasta Tierra del Fuego, depende de los humedales magallánicos como puntos clave de descanso. Los proyectos energéticos amenazan con ocupar estos espacios críticos en su ruta, comprometiendo su capacidad de alimentarse y reponerse. 

El chorlo de Magallanes (Pluvianellus socialis), que vive en las lagunas salobres de la estepa magallánica, y el canquén colorado (Chloephaga rubidiceps), una especie endémica de América del Sur con una población reducida en el municipio de San Gregorio, en la región austral de Magallanes, también enfrentan la pérdida de sus hábitats por la expansión de estos megaproyectos.

El sonido de las aspas es similar al rugido constante de un avión a punto de aterrizar y puede volverse abrumador para quienes habitan cerca y para las aves que vuelan alrededor. Imagen: Paloma Rodríguez

Las normativas y el costo de la transición

En Chile, cada parque eólico debe cumplir con la normativa ambiental y su Resolución de Calificación Ambiental (RCA), que exige medidas para mitigar impactos en la fauna, especialmente en aves y murciélagos. Son medidas que no siempre resultan suficientes para enfrentar los impactos acumulativos sobre los ecosistemas.

Juan Luis Allendes, de 47 años, es biólogo y pedagogo, lleva más de 15 años trabajando con murciélagos. Es miembro del Programa para la Conservación de Murciélagos de Chile (PCMCh) y señala que los murciélagos mueren en estas instalaciones en mayor proporción que las aves. 

La razón principal es la colisión con las aspas de los aerogeneradores, estructuras construidas con fibra de vidrio que absorben las ondas de ecolocación de los murciélagos. A alta velocidad, los murciélagos perciben un espacio vacío, y al cruzarlo se encuentran con las aspas en movimiento y mueren. 

“Para aquellos que logran evadir el golpe directo, aún hay un peligro: la presión negativa generada por la rotación de las aspas. Este fenómeno, conocido como barotrauma, causa el colapso de sus pulmones, matándolos al instante”, señala.

Estos dos mecanismos –colisiones y barotrauma– son devastadores y ocurren con frecuencia: en las cercanías de las plataformas de los aerogeneradores se ven murciélagos muertos sin heridas visibles, pero reventados por dentro.

El «conteo de carcasas», o sea, contar los individuos muertos o heridos de gravedad, se convirtió en el principal método para monitorear el impacto de los aerogeneradores en murciélagos.

Sin embargo, Allendes advierte que muchos de estos estudios son realizados por personas sin experiencia en la identificación de especies, lo que genera errores en los datos.

Los informes de impacto ambiental y los compromisos voluntarios de mitigación presentan fallas, señala. “Con frecuencia, los compromisos ambientales de las empresas eólicas quedan en papel, y el cumplimiento real depende de evaluadores sin la formación necesaria”, puntualiza.

Existen varias medidas de mitigación efectivas. Una es detener los aerogeneradores en áreas de alto conflicto —donde se registran más de diez murciélagos muertos al año— cuando la velocidad del viento es menor a siete metros por segundo (7 m/s). En Estados Unidos, esta medida ha logrado reducir la mortalidad hasta en 90 %, con un impacto menor a 1 % en la producción de energía. 

Otra es el uso de disuasores bioacústicos, dispositivos que emiten ultrasonidos para ahuyentar a los murciélagos. Instalados en aerogeneradores conflictivos, estos aparatos han mostrado disminuir la mortalidad de murciélagos en 70 % a 90 %, según la especie. 

“Con ambos mecanismos la reducción de muertes puede alcanzar hasta 97 %”, indica Allendes. “Estudios muestran que aerogeneradores ubicados a menos de 200 metros de cuerpos de agua o zonas boscosas tienen tasas de mortalidad de murciélagos mucho más altas”, señala.

Rodrigo Debia es un ingeniero agrónomo, especialista en gestión ambiental y ecología aplicada de la Universidad Austral de Chile; también se ha especializado particularmente en el estudio de murciélagos.

Cuenta cómo cada noche los murciélagos se lanzan a un nicho que ninguna otra especie ocupa y son esenciales. Como depredadores nocturnos, consumen insectos que de otro modo se convertirían en plagas. 

Para Debia, la consideración de estas especies en los proyectos no depende de normas ni políticas, sino de la influencia del lobby empresarial en las instituciones.

Aunque las promesas de compromiso lucen bien en los documentos, sabe que muchas empresas no asumen los efectos negativos que sus proyectos causan. “No todos los proyectos son iguales; algunos pueden coexistir con el ambiente si se diseñan y monitorean, y si se aplican medidas de mitigación y compensación”, dice. 

“¿Quiénes concibieron la idea de transición justa y para quiénes? Este concepto no surgió de las oficinas gubernamentales ni de las grandes instituciones. Nació en la lucha de las comunidades que viven en las llamadas ‘zonas de sacrificio’ del país: Quintero, Puchuncaví, Arauco, y tantas otras», explica el ecólogo chileno Bernardo Reyes.

«Mujeres organizadas en defensa de la vida y líderes comunitarios que, desde hace años, reclaman un derecho básico: el derecho a existir en un entorno sano y seguro”, añade el permacultor y promotor de la educación ambiental que trabaja con comunidades de la Cuenca del Aconcagua, en la zona central de Chile.

Ahora, dice, pasó a ser “una fórmula tecnocrática, bien intencionada, pero desconectada de la realidad”. 

En América Latina, precisae Reyes, la falta de ordenamiento territorial representa un desafío urgente. La energía eólica surge como una alternativa prometedora, pero las voces comprometidas con la biodiversidad invitan a reflexionar sobre las lecciones del pasado.

Expertos comentan que se debe desarrollar procesos de colaboración,
crear asociaciones y llegar a acuerdos para promover una transición ecológica justa en los
territorios. La fotografía corresponde al parque eólico chileno de Litueche. Imagen: Paloma
Rodríguez

Vivir bajo las aspas 

Olivia Blank y Alejandra Troncoso, separadas por más de 3400 kilómetros desde la sureña estepa patagónica hasta la costa semiárida del norte de Chile, han sido testigos del impacto arrasador de la proliferación de parques eólicos en sus territorios. 

Blank, veterinaria en el Centro de Rehabilitación de Aves de Leñadura en la región de Magallanes, y Troncoso, doctora en Biología Evolutiva y miembro del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) en la Reserva de la Biósfera Fray Jorge, en la región de Coquimbo, comparten una visión crítica sobre esta industria.

Ambas regiones han protagonizado titulares recientes debido a grandes proyectos eólicos y de hidrógeno verde, que prometen convertirse en motores del desarrollo económico.

La Reserva de la Biósfera Fray Jorge, con sus bosques de neblina únicos en su tipo, llenan de verde el árido paisaje de la Provincia del Limarí. Es un ecosistema extraordinario que alberga una rica diversidad.

Sin embargo, este territorio enfrenta una creciente presión por la instalación de parques eólicos, con al menos ocho grandes proyectos ubicados en toda esa zona costera. 

Una de las principales preocupaciones de las comunidades es el Parque Eólico El Arrayán, proyectado para convertirse en una de las centrales más grandes de Chile con el objetivo de alimentar a la minera Pelambres.

Esto genera preocupación por los posibles impactos en la biodiversidad y en las formas de vida de las comunidades, que dependen de estos equilibrios naturales para su producción agrícola.

Un ejemplo fue la colisión de nueve cóndores en las turbinas del Parque Eólico Talinay, un incidente que desató gran debate público. “Los cóndores son especies muy visibles y carismáticas, pero son como la punta del iceberg, ya que muchas otras especies menos conocidas que también se ven afectadas y pasan desapercibidas”, señala Troncoso.

Ante esta situación, la autoridad ambiental obligó a la empresa a implementar dispositivos acústicos para repeler aves. Sin embargo, Troncoso señala que no existe evidencia de que esta sea una solución.

“Uno de los mayores obstáculos es la implementación de tecnologías hechas para otros lugares del mundo. A menudo se presentan como soluciones sin considerar ni estudiar las particularidades del territorio y los ecosistemas”, afirma. 

Un aspecto crítico es la falta de investigación local sobre los umbrales de velocidad del viento. Troncoso menciona que, en países como Estados Unidos, se restringe la operación de las turbinas en periodos de baja velocidad del viento, cuando aves y murciélagos están más activos, una práctica que en Chile aún no se plantea. 

“Es fundamental que el gobierno, la academia y el sector privado trabajen en conjunto para garantizar que esta transición sea responsable y sostenible. De lo contrario, Chile corre el riesgo de avanzar hacia un modelo energético que, aunque renovable, podría tener consecuencias catastróficas para su patrimonio natural y biodiversidad”, advierte Troncoso.

Este impacto no se limita a la biodiversidad, pues afecta profundamente la vida diaria de las comunidades locales.

“La conectividad, sectores clave como el turismo, y la identidad de la región están en juego. La imagen de la Patagonia como un destino natural prístino, base del turismo en la zona, se ve amenazada, generando incertidumbre sobre los beneficios reales de estas industrias para las comunidades”, concluye por su parte Blank.

Este artículo se elaboró en el marco del proyecto Narrar la TEJ, impulsado por las organizaciones de la Alianza Potencia Energética Latam.

RV: EG

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