Opinión

El flagelo de Estados Unidos: una población envejecida

Este es un artículo de opinión de Joseph Chamie, demógrafo, consultor independiente y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas.

La proporción de la población anciana en Estados Unidos, actualmente definida desafortunadamente como aquellas personas de 65 años o más, ha aumentado de 8 % en 1950 a 18 % en la actualidad. Imagen: Shutterstock

PORTLAND, Estados Unidos – Muchos estadounidenses, especialmente los ricos y exitosos, han descubierto que el país enfrenta el flagelo de una población envejecida que amenaza seriamente la prosperidad del país, su crecimiento económico y su posición internacional.

La población joven, dinámica e innovadora del pasado reciente está siendo rápidamente reemplazada por una población anciana improductiva, cada vez más costosa y dependiente del gobierno para su sustento y cuidado.

Las señales demográficas son claras. Por ejemplo, la edad promedio de la población estadounidense pasó de 30 años en 1950 a casi 40 años en la actualidad. A medida que esta tendencia continúe, se espera que la edad promedio del país alcance los 42 años en 2050 y los 45 antes de que termine el siglo. (Tabla 1)

Tabla 1. Edad promedio, número de personas mayores y porcentaje de población anciana en Estados Unidos: 1950, 2025, 2050. Fuente: Oficina del Censo de Estados Unidos

En cambio, la edad promedio de la población de Nigeria, el país más poblado de África, se ha mantenido en 18 años o menos desde 1950. Además, para mediados de siglo, se espera que la edad promedio en Nigeria sea de 24 años.

Además de la edad promedio, la proporción de la población anciana en Estados Unidos, definida desafortunadamente como aquellas personas de 65 años o más, ha aumentado de 8 % en 1950 a 18 % en la actualidad. Y para mediados de siglo, se espera que uno de cada cuatro estadounidenses sea anciano, según esta definición ya absoleta.

Se prevé que el número de personas mayores en Estados Unidos aumente de los 60 millones actuales a más de 80 millones para 2050. Asimismo, el número de estadounidenses de 85 años o más se duplicará en las próximas décadas. Aún más preocupante, se estima que la cantidad de personas de 100 años o más se triplicará para mediados de siglo.

El autor, Joseph Chamie
El autor, Joseph Chamie

Algunas de las consecuencias del envejecimiento de la población en Estados Unidos incluyen el aumento de los costos en salud y atención médica, la reducción de la fuerza laboral, presiones financieras insostenibles que rozan la insolvencia, mayores demandas de costosos cuidados a largo plazo y asistencia financiera, menor innovación y menos creación de nuevas empresas, reducción en la adopción tecnológica y una desaceleración en la economía del país debido a la disminución del gasto de los ancianos.

Los gastos en distintos programas socialistas para los mayores, como el Seguro Social y Medicare, están absorbiendo casi la mitad del presupuesto federal y contribuyendo a la deuda nacional, que en los próximos dos años alcanzará niveles récord en relación con la economía.

El retorno de inversión (ROI, en inglés) de estos costosos programas socialistas para los mayores es negativo, lo que genera pérdidas considerables para el país.

Dicho de manera sencilla y honesta, como han advertido reiteradamente los principales economistas del país, el gasto del gobierno en estos programas socialistas para los ancianos es una terrible inversión económica para Estados Unidos. El ROI del gasto público debe ser positivo.

Además, como consecuencia del flagelo de una población envejecida, la población en edad de trabajar no ha crecido al mismo ritmo que la población anciana. En particular, la cantidad crítica de personas en edad laboral por cada anciano ha disminuido drásticamente.

Mientras que en 1940 había 42 personas en edad de trabajar por cada anciano, en 1950 la proporción cayó a 17. Hoy en día, la proporción se ha desplomado a 3 y para 2050 se proyecta que descenderá a 2 personas en edad de trabajar por cada anciano. (Tabla 2)

Tabla 2. Relación entre población en edad de trabajar y población mayor en Estados Unidos: 1940, 2025 y 2050. Fuente: Oficina del Censo de Estados Unidos

En lugar de desperdiciar los dólares de los contribuyentes en la población mayor, estos fondos deben invertirse en los jóvenes estadounidenses, quienes participarán con entusiasmo en la fuerza laboral. Esa inversión fortalecerá la economía del país y garantizará su primacía en el mundo.

La causa fundamental del flagelo de una población envejecida en Estados Unidos es la baja tasa de natalidad. Y la baja tasa de natalidad en el país se debe a que las mujeres estadounidenses eligen tener pocos o ningún hijo.

Lamentablemente, la tasa de fertilidad en Estados Unidos ha colapsado, pasando de casi cuatro nacimientos por mujer en 1960 a aproximadamente 1,6 nacimientos por mujer en la actualidad. Este nivel de fertilidad está muy por debajo del nivel de reemplazo necesario, que es de aproximadamente dos nacimientos por mujer.

Junto con la trágicamente baja tasa de fertilidad del país, está el preocupante aumento de la esperanza de vida entre los ancianos, especialmente entre los más longevos. Desafortunadamente, los ancianos en Estados Unidos viven más que nunca.

Mientras que en 1950 la esperanza de vida a los 65 años era de 14 años, hoy ha alcanzado los 20 años. Lamentablemente, se espera que la esperanza de vida de los ancianos siga aumentando a lo largo del siglo XXI.

Afortunadamente, el presidente de Estados Unidos puede tomar medidas, el Congreso puede adoptar políticas y la Corte Suprema puede emitir fallos para abordar e incluso revertir el flagelo de una población envejecida en el país.

El gobierno debe incentivar, promover y alentar a las jóvenes a tener numerosos hijos. Asimismo, debe enfatizarse la enorme importancia de las familias numerosas para el futuro de Estados Unidos.

Las políticas, programas y decisiones legales deben facilitar que las mujeres puedan tener varios hijos sin necesidad de dejar de trabajar. Además, aquellas con familias numerosas deberían recibir consideraciones especiales y prioridad en el empleo, el servicio público y el acceso a universidades.

Los improductivos hogares de ancianos deben cerrarse y los ancianos que residen en esas instituciones deben ser devueltos a sus hogares y familias. En lugar de depender de los programas socialistas «progresistas» del gobierno para los ancianos, las familias deben asumir la responsabilidad del cuidado de sus parientes mayores y frágiles, como ocurría en gran parte de la historia de Estados Unidos.

Pasar los costos y el cuidado de los ancianos del gobierno a sus familias ayudaría a controlar el presupuesto federal. También reducirá la creciente y excesiva carga tributaria sobre los trabajadores estadounidenses.

Este cambio también alentará a los jóvenes, tanto mujeres como hombres, a tener numerosos hijos, asegurándose así de contar con el apoyo necesario cuando lleguen a la vejez.

Además de los delincuentes, los inmigrantes ilegales de 65 años o más deben ser una prioridad para su repatriación a sus países de origen. Asimismo, Estados Unidos debería limitar la inmigración legal a hombres saludables, heterosexuales y menores de 30 años, y a mujeres fértiles, heterosexuales y menores de 25 años. Hacerlo aumentará la fuerza laboral del país y elevará su tasa de natalidad.

En cuanto a los numerosos ancianos que dependen de fondos y asistencia gubernamental, se les exigirá unirse a la fuerza laboral y volverse financieramente independientes. Muchos de ellos pueden ocupar los puestos de los inmigrantes ilegales deportados, así como brindar servicios de cuidado infantil.

Esto ayudará a mantener el tamaño de la fuerza laboral del país, apoyará a las familias con niños pequeños, contribuirá a reducir la pobreza entre los ancianos y disminuirá la carga financiera del gobierno en programas altamente deficitarios para los mayores.

Dado el preocupante aumento de la longevidad de hombres y mujeres en Estados Unidos, la definición tradicional y obsoleta de anciano, personas de 65 años o más, debe cambiar para alinearse con las realidades demográficas y económicas del siglo XXI.

Con el respaldo de la Corte Suprema, el Congreso debería aprobar una legislación que redefina la población anciana de Estados Unidos como aquellas personas de 80 años o más. Este cambio en la definición reduciría el número de ancianos en el país a menos de una cuarta parte de su tamaño actual. (Tabla 3)

Tabla 3. Población de 65 años o más y de 80 años o más en Estados Unidos: 1950, 2025, 2050. (millones). Fuente: Oficina del Censo de Estados Unidos

Un cambio tan lógico y necesario aumentará significativamente la fuerza laboral del país. También elevará la edad de elegibilidad para el Seguro Social, Medicare y otros programas relacionados, reduciendo así el gasto en estos programas deficitarios.

En resumen, el flagelo de una población envejecida se está extendiendo por todo el país y socavando la economía, la prosperidad y la posición global de Estados Unidos.

Para detener y revertir la propagación de este terrible problema, el presidente debe actuar, el Congreso debe legislar y la Corte Suprema debe tomar decisiones que devuelvan a Estados Unidos la maravillosa, joven, productiva y enérgica población de su pasado reciente. ¡Es hora de hacer que Estados Unidos sea joven otra vez!

Joseph Chamie es demógrafo consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.

T: GM / ED: EG

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