PESHAWAR, Pakistán – La industria de la cría de truchas en Pakistán, que en su día fue próspera y una fuente vital de sustento para las comunidades de la región montañosa del norte del país, está ahora al borde del colapso debido a los devastadores efectos del cambio climático.
El aumento de las temperaturas, el deshielo de los glaciares, las lluvias irregulares y las inundaciones catastróficas han asestado un duro golpe a este prometedor sector, dejando a los propietarios de las granjas y a los trabajadores luchando por recuperarse.
Las devastadoras inundaciones de 2022 causaron estragos en cientos de piscifactorías de truchas, especialmente en la cordillera del Hindu Kush, en la norteña provincia de Jáiber Pastunjuá, de la que Peshawar es su capital.
Dado que la trucha se cría en aguas frías de glaciares, la mayoría de las piscifactorías se encuentran en distritos montañosos del norte de Pakistán, como Jáiber Pastunjuá y la veccina región de Gilgit Baltistán.
Las infraestructuras esenciales quedaron destruidas, las poblaciones de peces desaparecieron y los propietarios de las granjas se vieron obligados a abandonar su medio de vida. Muchos emigraron a las llanuras en busca de fuentes de ingresos alternativas, dejando en ruinas una industria que antes estaba en auge.
Usman Ali Swati, secretario general de la Asociación de Granjas de Peces de Swat, un distrito de Jáiber Pantunjuá, compartió su desgarradora historia.
«Tenía siete granjas de truchas, establecidas a lo largo de 30 años con una inversión de aproximadamente 350 millones de rupias pakistaníes (1,258 millones de dólares)», dijo Usman a IPS.
Destacó que sus granjas no eran solo un negocio, «sino un testimonio de años de duro trabajo y dedicación». «Las inundaciones lo arrasaron todo, dejándome en la misma situación financiera en la que estaba en 1992 cuando inicié esta aventura», lamentó.
Una historia de pérdidas y resiliencia
No es la primera vez que la industria de la piscicultura truchera se enfrenta a una devastación parecida. Inundaciones similares en 2010 causaron pérdidas masivas, pero las organizaciones internacionales de donantes intervinieron para ayudar a reactivar el sector.
Sin embargo, después de las inundaciones de 2022, no se ha proporcionado tal asistencia, dejando a los propietarios de las piscifactorías a su suerte.
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Usman, padre de nueve hijos, logró reiniciar una de sus siete granjas vendiendo uno de sus establecimientos de venta, con lo que recaudó unos 90 000 dólares.
«Estoy profundamente preocupado por el futuro de mi negocio. Los desastres provocados por el clima son cada vez más impredecibles, lo que hace casi imposible planificar y mantener las operaciones. Pero la cría de truchas es mi especialidad y no tengo otra opción», dijo.
Historias de lucha y migración
Naqeeb Ullah Mian, un empleado del gobierno, dejó su trabajo y se aventuró en la cianza de truchas en 2020 con una inversión equivalente a 72 000 dólares.
En 2022, había conseguido criar una población de peces maduros y también había conseguido un pedido por valor de casi 29 000 dólares, con un compromiso de entrega en septiembre de 2022.
Sin embargo, en un giro devastador de los acontecimientos, a finales de agosto de ese año, una feroz inundación asoló el valle de Swat, dejando un rastro de destrucción a su paso.
Todas las reservas de pescado desaparecieron y la infraestructura de su granja piscícola sufrió graves daños, lo que supuso un duro golpe para sus activos y su sustento.
«Estoy intentando vender un terreno para reabrir parcialmente mi piscifactoría. Dejé mi trabajo por esta aventura y ahora no tengo más remedio que continuar a pesar de los riesgos asociados a este negocio», dijo Naqeeb a IPS.
La devastación ha obligado a muchos otros a emigrar. Amjad Ali, un trabajador técnico, se mudó a Arabia Saudí para mantener a su familia después de meses de espera para que la granja piscícola de su empleador reabriera.
Liaqat, otro antiguo empleado de la granja, compartió una historia similar de migración. No está contento de vivir lejos de su familia y desea que la destruida piscifactoría a reabra para reanudar el trabajo en su región natal.
Incluso Usman Ali Swati está considerando mudarse a Canadá, detallando que la amenaza constante de desastres inducidos por el clima es su razón para dejar el negocio.
Una cruda realidad para la industria
Gohar Sidiq, funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), describió la situación como sombría durante su visita al valle de Swat.
«La mayoría de las granjas están en ruinas, lo que refleja la ferocidad de los daños causados por el cambio climático», dijo.
Ameen Ullah, presidente de la Asociación de Piscicultores de Trucha de Swat, reveló que de las 300 piscifactorías del valle, 229 quedaron destruidas, dejando a miles de personas sin trabajo.
«Muchos propietarios de granjas y trabajadores han emigrado a otras partes del país o al extranjero para pagar préstamos comerciales y mantener a sus familias», afirmó.
Desafíos económicos y medioambientales
Zubair Ali, director de Pesca de Jáiber Pastunjuá, destacó los desafíos económicos y ambientales que enfrenta la industria.
La desastrosa inundación de 2022 infligió pérdidas masivas en el sector pesquero de la provincia al destruir 375 granjas, incluidas las 229 en Swat, dijo Zubair Ali a IPS.
«Las inundaciones también dañaron varias granjas en Giglit Baltistán, pero la pérdida no fue tan colosal como la registrada en la provincia de Jaiber Pastunjuá», dice Ghulam Mohiuddin, director de Pesca de Gilgit Baltistán.
La pérdida financiera acumulada del desastre en el sector pesquero se estimó en alrededor de casi 10 millones de dólares, superando con creces la capacidad de los propietarios de las granjas de cultivo truchero para reconstruirlas, añadió Zubair.
Antes de las inundaciones, la crianza de truchas estaba en auge e incluso los precios de ese pescado cayeron a 2,9 dólares por kilógramo por la excesiva producción.
Sin embargo, la escasez posterior a las inundaciones ha hecho subir los precios hasta 12,58 dólares el kilo, con una brecha creciente entre demanda y oferta.
La producción anual de trucha en Jáiber Pastunjuá se redujo de 1100 toneladas métricas a 750 toneladas métricas, añadió el director provincial de Pesca.
Zubair también señaló el cambio climático como un factor que afecta a la reproducción de la trucha.
«Las truchas se reproducen en climas fríos, normalmente de noviembre a diciembre. Sin embargo, la duración del clima frío se ha acortado, lo que ha provocado una menor puesta de huevos. La reducción de las precipitaciones también ha provocado escasez de agua en los criaderos, lo que ha afectado aún más a la reproducción», explicó.
Un futuro sombrío
El futuro de la crianza de truchas en Pakistán parece incierto. A pesar de las promesas del gobierno de Jáiber Pastunjuá de evaluar los daños a través de la Autoridad Provincial de Gestión de Desastres, en la práctica no se han tomado medidas concretas de auxilio al sector.
Las organizaciones internacionales de donantes, que ayudaron a la recuperación tras las inundaciones de 2010, también han permanecido en silencio esta vez, dejando a la industria en un estado de desesperación.
«Las inundaciones de 2022 no solo han devastado las granjas, sino que también han destrozado la voluntad y las esperanzas de los propietarios», observó Zubair.
La mayoría de ellos dudan en realizar nuevas inversiones por temor a otra inundación y destrucción en la próxima temporada de monzones.
«Con los desastres provocados por el cambio climático cada vez más frecuentes y graves, la supervivencia de la industria de la cría de truchas en Pakistán pende de un hilo», sentencó.