MÉXICO – El caso de un hombre detenido en el sureño estado de Texas, en Estados Unidos, por el envío de partes de armas a México llamó de inmediato la atención de las autoridades de ambos países. Pero era solo un hilo de una madeja que sigue enredándose cada vez más.
En una reunión binacional a inicios de octubre último, tras la toma de posesión el día 1 de ese mes de la presidenta izquierdista Claudia Sheinbaum, los mexicanos se quejaron ante sus contrapartes del flujo de partes de armas a través de tiendas en línea y el servicio postal estadounidense a territorio mexicano.
El anfitrión, el gobierno mexicano, le mostró los datos al de Estados Unidos y les pidió más medidas para controlar ese contrabando. Una petición consistió en la uniformidad de claves de envío para facilitar la identificación de los paquetes y su confiscación, acción que el gobierno estadounidense ha rechazado hasta ahora.
La propia Sheinbaum subrayó en su conferencia matutina de este jueves 9 de enero la importancia de la cooperación para frenar el tráfico en las aduanas y fronteras.
«Así como a ellos les preocupa la entrada de estupefacientes a los Estados Unidos desde territorio mexicano, a nosotros nos preocupa y nos ocupa la entrada de armas», reiteró. «Lo que nos interesa mucho es que (con Trump) pare la entrada de armas», añadidó.
Los carteles mexicanos de la droga contratan a individuos en Estados Unidos para el envío de piezas a México, donde ensamblan las armas, y a personas receptoras, y quienes reciben el pago en efectivo o remesas a ambos lados de la frontera.
En el caso de Texas, estallado en diciembre de 2023, el acusado mandó fracciones y manuales, y asesoró para armar 4300 rifles a cambio del pago de 3,5 millones de dólares.
“La mayoría de armas traficadas es obtenida por docenas o cientos de compradores de paja que realizan transacciones múltiples de bajas cantidades de armas, que luego son traficadas por la frontera mediante grandes cantidades de pequeños envíos, usualmente en autos privados. La detección e interceptación de estos traslados es imposible”: Matt Schroeder.
Es una modalidad que pertenece a las llamadas “armas fantasma”, que pueden ser fabricadas con impresoras de tres dimensiones o ensambladas con piezas sin números de serie, lo que las vuelve imposibles de rastrear.
Eugenio Weigend, académico de la pública Universidad de Michigan, con su campus en la ciudad de Ann-Arbour, en ese estado estadounidense, resaltó que la fabricación de las también llamadas “armas misceláneas”, como los componentes, está en alza.
“Representan un problema. Los traficantes encuentran muchas maneras, es un nuevo canal que usan, es una de varias opciones. Se le agrega un nivel más en el tráfico de armas y así se exacerba la problemática” del narcotráfico y la violencia, dijo a IPS desde Austin, capital del fronterizo estado de Texas.
La ley estadounidense de Control de Armas, vigente desde 1968, no regula el sector de sus fragmentos, así que menores de edad y personas que no pasarían una revisión de antecedentes legales en Estados Unidos pueden comprarlas.
En años recientes, la producción de esos componentes ha aumentado exponencialmente en la nación norteña, con consecuencias letales para México.
Como explica el informe de noviembre Bajo la pistola: Tráfico de armas de fuego en América Latina y el Caribe, elaborado por el no gubernamental Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés), las organizaciones criminales transnacionales cambian frecuentemente sus métodos y formas de obtener armas, en búsqueda persistente de la vía menos vigilada.
Los fragmentos son componentes, como armazones y receptores. Sin embargo, las cifras específicas de decomisos de partes de armas por sí solas no son siempre publicadas de manera desglosada, ya que las estadísticas tienden a agrupar tanto armas completas como sus componentes.
Mezcla letal
Mientras México aporta las drogas para el mercado del tráfico y el consumo estadounidense, el vecino del norte provee de armas a las bandas criminales, en un círculo vicioso que ocasiona su cuota de muerte en ambos territorios.
Entre 2016 y 2023, los decomisos de envíos a México aumentaron más que el triple, según el no gubernamental Estudio de las Armas Pequeñas (SAS, en inglés), con sede en la ciudad suiza de Ginebra.
En paralelo, cifras de la gubernamental Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, en inglés) de Estados Unidos indican que la mitad de las armas incautadas en México se manufacturó en Estados Unidos, mientras que casi una quinta parte provino de otros países.
En más de una sexta parte de los casos, compañías no estadounidenses las produjeron y la agencia no pudo establecer su origen en un porcentaje similar.
ATF pudo rastrear la mitad del producto hasta compradores minoristas, pero no vinculó casi 50 % a un comprador específico. La mitad fueron pistolas y un tercio, rifles.
En las estadísticas habría un evidente subregistro, pues la ATF solo recibe armas que alguna dependencia federal, como la procuraduría (fiscalía) general o el ejército, captura en México y le remite. Pero se excluyen las capturas de dependencias de los estados.
Texas y Arizona fueron las principales fuentes, por sus tiendas armamentistas y las ferias, y este país latinoamericano, el mercado principal. En Estados Unidos funcionan más de 3000 fabricantes de armas, entre ellas varios productores de juegos de partes.
“Representan un problema. Los traficantes encuentran muchas maneras, (los fragmentos de armas) es un nuevo canal que usan, es una de varias opciones. Se le agrega un nivel más en el tráfico de armas y así se exacerba la problemática del narcotráfico y la violencia”: Eugenio Weigend.
Desde 2005, la tendencia de la fabricación de las armas misceláneas, que esencialmente son armazones y receptores, viene en alza, al totalizar 2,7 millones en 2022. Pero entre ese año y 2023 la producción cayó 36 %, según el Departamento de Justicia estadounidense, con base en sus cifras parciales.
Las armas potencian la capacidad de los grupos criminales que pugnan por el acceso al jugoso mercado delictivo estadounidense, lo que también repercute en los niveles de violencia en México.
Ello repercute directamente en la violencia de este país de 130 millones de habitantes, donde ocurren más de 30 000 homicidios anuales, cuya mayoría se comete con armas de fuego, y hay adicionalmente más de 100 000 personas desaparecidas.
“La mayoría de armas traficadas es obtenida por docenas o cientos de compradores de paja que realizan transacciones múltiples de bajas cantidades de armas, que luego son traficadas por la frontera mediante grandes cantidades de pequeños envíos, usualmente en autos privados. La detección e interceptación de estos traslados es imposible”, explicó a IPS Matt Schroeder, investigador de SAS, desde su sede en Washington.
Estimaciones indican que entre 200 000 y 873 000 armas de fuego son traficadas anualmente a México a través de la frontera estadounidense y circularían en este país latinoamericano entre 13,5 millones y 15,5 millones de armas lígeras no registradas.
Ineficiente
Las medidas que aplican ambos gobiernos no han bastado para frenar el flujo de armas y susfragmentos.
Las dos naciones constituyeron el Grupo de Alto Nivel sobre Seguridad en 2021, con cinco subgrupos, incluyendo uno sobre crímenes transfronterizos. También son parte del Entendimiento Bicentenario, iniciativa binacional de seguridad que reemplazó a la Iniciativa Mérida que Estados Unidos financió entre 2008 y 2021.
Estados Unidos ha provisto a México 3000 millones de dólares en asistencia desde 2008 para abordar el crimen y la violencia, así como fortalecer su estado de derecho, en un aporte que no ha dado los resultados deseados.
Ello se explicaría por hechos como los que detectó la estadounidense Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO, en inglés), que no halló actividades específicas para el logro de los objetivos establecidos, ni indicadores de desempeño y planes de evaluación.
En 2021, la GAO recomendó el mejoramiento de rastreo de armas, investigaciones de organizaciones criminales y mayor colaboración con autoridades mexicanas.
En ese año, México demandó por 10 000 millones de dólares en daños a ocho empresas, entre ellas seis productoras basadas en Estados Unidos, por la comercialización negligente de armas y su tráfico ilícito, en un caso que se ventila en la Corte Suprema estadounidense.
Y del otro lado, el gobierno del saliente presidente Joe Biden, en el cargo desde enero de 2020 y que lo cederá al magnate ultraconservador Donald Trump el 20 de enero, intensifico los controles federales de la compra y distribución de armas.
A causa del vacío legal, la ATF emitió una disposición en 2022, con la cual reclasificó los juegos de piezas para que tuvieran códigos de serie. La Suprema Corte estadounidense analiza una demanda que los productores de estos conjuntos presentaron contra la medida.
El académico Weigend visualizó un panorama complicado, especialmente por el retorno de Trump a la Casa Blanca.
En México “este tema va a seguir siendo prioritario y problemática en la frontera, pero en Estados Unidos no soy tan optimista que pase una regulación a nivel federal”, dijo.
“Quizá la administración de México vaya a levantar más la voz que Estados Unidos, puede generar más información sobre el impacto de las armas en el país, hacer más investigación, resaltar que la población hispana (en Estados Unidos) sufre más violencia de armas que otros grupos”, puntualizó.
De hecho, durante su primera gestión (2017-2021), Trump tuvo un desempeño mixto en el control de armas, pues su gobierno fortaleció la revisión de antecedentes de sus compradores y aumentó la persecución penal por delitos con armas.
Pero no estableció leyes más estrictas, la producción y venta aumentó en 2020, entre otras causas por la pandemia de covid-19, y la lucha contra el tráfico fronterizo avanzó poco y nada.
Para el investigador Schroeder, ese tráfico binacional requiere de recursos para apuntalar varias áreas.
“La reducción significativa de este tráfico requiere, como mínimo, aumentar significativamente los recursos para inspección en los puertos de entrada y salida, para investigación de los esquemas de tráfico y mayor cobertura y educación a las potenciales fuentes de armas en Estados Unidos”, planteó.
La cooperación bilateral está en vilo en vísperas de la asunción de Trump, quien ha fustigado a México porsu papel en el narcotráfico y a lo que el gobierno mexicano ha respondido con el pedido de que contribuya con el freno al flujo de armas.
Una amenaza latente es la desaparición de la ATF, que complicaría la investigación y rastreo de armas. Los senadores republicanos Lauren Boebert, explícita aficionada a las armas, y Eric Burlinson presentaron el martes 7 de enero una iniciativa con ese propósito.
ED: EG