Cuba intenta resistir entre ciclones y terremotos

Un motorista transita junto a tendidos eléctricos dañados tras el paso del huracán Rafael por el poblado de Rosa Marina, en la provincia de Artemisa, al oeste de La Habana. Los fuertes vientos que acompañaron al ciclón provocaron el colapso del sistema energético nacional. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

LA HABANA – Cuba enfrenta una crisis tras el paso del huracán Rafael el 6 de noviembre, que devastó la región occidental, colapsando el sistema eléctrico y dejando sin luz otra vez a los 10 millones de habitantes del país. La situación se agrava con los efectos de dos terremotos y del ciclón Óscar de hace tres semanas.

Rafael tocó tierra alrededor de las 4:20 de la tarde del miércoles 6 cerca de Playa Majana, al sur de la provincia de Artemisa, con categoría 3 de 5, según la escala de Saffir-Simpson. En dos horas, el vórtice de la tormenta atravesó la provincia y salió por el norte. Las secuelas de su paso todavía perduran.

Colindante al oeste y sur de La Habana y con 465 000 habitantes, Artemisa aún permanece en penumbras. Según la última actualización de las autoridades, apenas 2 % de los clientes tenía servicio eléctrico, lo cual afecta también el bombeo de agua, mientras que los servicios de telefonía aún no alcanzan la mitad de su capacidad original.

Anay Armas Roque, residente de la homónima ciudad cabecera de esa provincia, a unos 60 kilómetros de La Habana, cuando dialogó con IPS el sábado 9,  que todavía no tenía agua, electricidad y cocinaba con ramas que encontraba por la calle los pocos alimentos que le quedaba, tras haber perdido el techo de su casa por el evento climatológico.

Unos vecinos la ayudaron a recolocar el techo de tejas de fibrocemento, pero es una solución temporal, pues cuando llueve, el agua se filtra por las roturas de la caída.

“Cada vez que pasa un aire, se lleva el techo porque está en malas condiciones. Realmente, estoy en ‘blanco (sin dinero)’, no tengo manera de resolver ese problema”, dijo.

“Después del ciclón, todos los vecinos salimos y entre todos nos pusimos a trabajar para recuperarnos un poquito. Como pudiéramos”: Marisleydi Batista.

Las falta de electricidad todavía persiste en las provincias occidentales de Pinar del Río –al extremo oeste de la isla–, Mayabeque –colindante al este y sur de la capital– y algunos barrios de La Habana, urbe en la que cerca de 500 000 personas aún no tienen, a su vez, abasto de agua.

La ausencia de servicios básicos durante varios días ocasionó protestas en varias localidades del país.

La Fiscalía General de Cuba informó que grupos de personas de La Habana, Mayabeque y Ciego de Ávila –en el centro del país– fueron detenidos y encarcelados por, entre otros motivos, “agresión hacia autoridades e inspectores de los territorios que han provocado lesiones y alteraciones del orden”.

Una mujer permanece en el interior de una vivienda que se quedó sin techo tras el paso del huracán Rafael por el poblado Rosa Marina, provincia de Artemisa, al oeste de La Habana. En la provincia de Artemisa fueron afectadas más de 15 000 viviendas. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Derrumbes y daños

El día del paso del huracán, entre las seis y siete de la tarde, en la dirección de Consulado y Refugios, en el municipio capitalino de Centro Habana, una pared de un edificio en ruinas cayó y destruyó por completo la casa de Jorge Kenny Zamora, de 38 años, quien no se encontraba allí en ese momento, a sabiendas de que algo así podría suceder.

“Perdí mi ropa, el refrigerador, la lavadora, no tengo nada. Desde hace 9 años, llevo reportando para que demuelan el edificio, y jamás lo han resuelto”, dijo a IPS

Los escombros también destruyeron tuberías de gas y provocaron que varios vecinos, además de no tener electricidad y agua, tampoco pudieran cocinar.

En La Habana ocurrieron unos 460 derrumbes de inmuebles, entre totales y parciales, además de unos 500 postes eléctricos caídos y muchísimos árboles. En Mayabeque, más más de 650 viviendas tuvieron daños significativos.

En Artemisa, por su parte, se contabilizaron más de 15 450 casas y 10 400 postes de telefonía y electricidad afectados, junto a 74 kilómetros de tendidos eléctricos y averías en 174 establecimientos comerciales y productivos.

En un contexto marcado por el deterioro de los indicadores productivos de la agricultura, unas 15 000 hectáreas de cultivos fueron dañadas en la provincia, de las cuales solo se han podido recuperar menos de 1000 y acopiar 546 toneladas de alimentos.

Un trabajador agrícola camina entre arbustos de banano tras el paso del huracán Rafael por la localidad de Rosa Marina, provincia de Artemisa, al oeste de la capital cubana. Los daños en la agricultura fueron considerables; solamente en la provincia de Artemisa, unas 15 000 hectáreas fueron dañadas por los fuertes vientos del ciclón. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Después de la tormenta

Desde la mañana del jueves 7, los vecinos de las provincias afectadas comenzaron a organizarse para recoger escombros, ramas y la basura desperdigada por sus barrios o poblados.

“Después del ciclón, todos los vecinos salimos y entre todos nos pusimos a trabajar para recuperarnos un poquito. Como pudiéramos”, afirmó ante IPS Marisleydi Batista, residente de La Habana.

También las autoridades empezaron a contabilizar los daños y desplegar brigadas de linieros para restablecer la electricidad, así como pelotones de reclutas del ejército e incluso de reclusos para apoyar en las tareas de recuperación.

El evento climatológico ocurrió cuando todavía quedaban rastros del destrozo ocasionado por Óscar, el huracán que el 20 de octubre asoló a Guantánamo, provincia extremo oriental de esta nación insular caribeña, y provocó la muerte de al menos ocho personas.

Los recursos destinados a ese primer ciclón menguaron la capacidad existente para este segundo, más cuando las arcas del Estado están deprimidas por la crisis económica que atraviesa el país.

Al ser consultadas por IPS, varias personas damnificadas por Rafael alegaron no haber recibido ninguna ayuda por parte de las autoridades, si bien algunas afirmaron comprender que la prioridad era en ese momento restablecer la electricidad.

Los eventos suscitaron una nueva oleada de solidaridad entre países. En América Latina, por ejemplo, Venezuela donó más de 300 toneladas de ayuda humanitaria.

México,  Colombia, Bolivia y otras naciones también ofrecieron ayuda a Cuba, así como China y Rusia, la cual enviará a la isla 80 000 toneladas de diésel y equipos por un valor de 62 millones de dólares para afrontar la crisis energética.

La imagen muestra el efecto de la lluvia y el viento durante el paso del huracán Rafael, en el municipio de Diez de Octubre, en La Habana. Rafael acentuó las vulnerabilidades ya existentes de la sociedad cubana. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Vulnerabilidades ya existentes

Si el desempeño del sistema de la Defensa Civil, entidad encargada de organizar la respuesta y las labores de recuperación ante desastres, fue criticado durante la prevención del ciclón Óscar –aunque también se dificultó la comunicación por otro corte eléctrico general previo–, con Rafael sucedió lo contrario.

Entrevistados por IPS coincidieron en que el día anterior a la llegada del huracán, se realizaron tareas de preparación, y se ofreció la evacuación a las personas en zonas vulnerables por inundaciones o que residen en casas con infraestructuras endebles.

Aun así, hubo personas que se negaron.

“Trajeron las guaguas (buses) para irnos para otro lugar, pero aquí (en su vecindario) nadie quiso, porque aquí roban”, dijo a IPS Regla Caridad, residente de La Habana, en cuyo edificio se derrumbó un alero.

Las autoridades de la Defensa Civil informaron que hubo 283 000 personas evacuadas en toda la isla, sobre todo en el occidente. De estas, unas 98 300 fueron de la capital, según afirmó en conferencia de prensa la gobernadora de La Habana Yanet Hernández.

Esta vez, a diferencia de cuando Óscar, no se reportaron víctimas fatales.

Además, se enfatizó en la necesidad de utilizar medios alternativos de comunicación, en caso de que fallaran los habituales por cortes eléctricos; de hecho, varios carros con altoparlantes fueron alertando medidas de seguridad minutos antes de que los vientos aumentaran su intensidad.

Sin embargo, ninguna prevención pudo evitar los derrumbes de los inmuebles; al final, el deterioro acumulado por años del fondo habitacional no podía subsanarse en pocos días, y las cubiertas ligeras compuestas por tejas de zinc tampoco suelen soportar el embate de vientos superiores a 170 kilómetros por hora.

Hernádez explicó que muchas viviendas sufrieron daños como consecuencia del propio derrumbe o la afectación en otra estructura cercana, como sucedió con el derrumbe de Consulado y Refugios, un edificio que los vecinos exigían que se demoliera desde hace una década.

Rafael evidenció esta y otras vulnerabilidades ya existentes, como la del sistema electroenergético, que colapsó antes de que pudiera quitarse la corriente de forma planificada –en las zonas que peligraban–, como indica el protocolo ante eventos meteorológicos extremos.


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Para colmo, la consecución de desastres han puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades cubanas.

En la mañana del domingo 10, cuando todavía quedaban estragos en occidente y en en la oriental provincia de Guantánamo, por los dos últimos ciclones, un sismo de 6,0 grados de magnitud, según la escala de Ritcher, sacudió el oriente del archipiélago, cuyo centro se localizó en la provincia de Granma, en el sureste.

Un segundo terremoto sucedió una hora después, de 6,7 grados. Se detectaron en total  1130 réplicas, 47 de ellas perceptibles.

No se reportaron víctimas, pero sí al menos siete lesionados, y daños en más de 2200 viviendas.

ED: EG

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