GINEBRA – La economía mundial, la seguridad alimentaria y el suministro de energía en el mundo corren un riesgo cada vez mayor debido a la vulnerabilidad de las principales rutas marítimas, advirtió ONU Comercio y Desarrollo (Unctad) en un informe sobre el sector divulgado este viernes 25.
Están sometidos a gran presión puntos críticos como el canal de Panamá (que conecta el Pacífico y el Atlántico), el mar Rojo y el canal de Suez (que unen el Mediterráneo con el Índico junto a la Península Arábiga) y el mar Negro, un importante centro de exportación de cereales.
Con su Informe sobre el Transporte Marítimo 2024, la Unctad insta a tomar medidas para reforzar las infraestructuras y las operaciones, promover un transporte marítimo con bajas emisiones de carbono y combatir la creciente preocupación por los registros fraudulentos de buques.
El comercio marítimo, que creció 2,4 % en 2023 hasta alcanzar los 12 292 millones de toneladas, había empezado a recuperarse tras una contracción en 2022, señaló el informe de la Unctad, denominada hasta el año pasado Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
El informe prevé un modesto crecimiento de dos por ciento para 2024, impulsado por la demanda de productos básicos a granel como el mineral de hierro, el carbón y el grano, junto con las mercancías contenerizadas.
Sin embargo, las cifras “ocultan retos más profundos y el futuro permanece incierto”, según la Unctad.
Se espera que el comercio de contenedores, que creció solo 0,3 % en 2023, repunte a 3,5 % en 2024, pero el crecimiento a largo plazo dependerá de cómo se adapte el sector a las perturbaciones actuales, como la guerra en Ucrania y el aumento de las tensiones geopolíticas en Medio Oriente.
Mientras tanto, la oferta de capacidad de portacontenedores creció 8,2 % en 2023, y han sido las interrupciones en los puntos de estrangulamiento marítimos clave, que aumentaron temporalmente la demanda de buques al alargar las rutas marítimas, las que han ayudado a aliviar el problema del exceso de capacidad.
Si las rutas marítimas vuelven a la normalidad, el desequilibrio entre oferta y demanda podría provocar un exceso de capacidad de los portacontenedores.
Por otra parte, las importantes interrupciones que han sufrido las principales rutas marítimas han provocado retrasos, desvíos y costes más elevados.
El tráfico a través de los canales de Panamá y Suez, arterias fundamentales del comercio mundial, se redujo en más de 50 % a mediados de 2024, en comparación con sus niveles máximos.
Este descenso se debió al bajo nivel de las aguas del canal de Panamá, provocado por el clima, y el conflicto en la región del mar Rojo, que afectó al Canal de Suez.
Mientras, el tonelaje de los buques que transitan por el golfo de Adén y el Canal de Suez cayó en 76 y 70 %, respectivamente, en comparación con finales de 2023.
El desvío de carga en torno al Cabo de Buena Esperanza (extremo sur de África) se ha disparado, con un aumento de 89 % en la capacidad de llegada de buques. Aunque eso ayuda a mantener el flujo de mercancías, aumenta considerablemente los costos, los retrasos y las emisiones de carbono.
Por ejemplo, un gran portacontenedores típico que transporte entre 20 000 y 24 000 unidades equivalentes a veinte pies (6,1 metros de largo), en la ruta Extremo Oriente-Europa, incurre en 400 000 dólares adicionales en costos de emisiones por viaje cuando se desvía alrededor de África en lugar de utilizar el Canal de Suez.
Esas rutas más largas han provocado una mayor congestión portuaria, un mayor consumo de combustible, salarios de la tripulación, primas de seguros y exposición a la piratería.
A mediados de 2024 el desvío de buques del mar Rojo y el canal de Panamá había aumentado la demanda mundial de buques en tres por ciento, y la de portacontenedores en 12 %, en comparación con lo que habría sido sin esas interrupciones.
Los centros portuarios como Singapur y los principales puertos mediterráneos se encuentran ahora bajo presión, ya que tienen que hacer frente a la creciente demanda de servicios de transbordo, debido al cambio de ruta de los buques.
La congestión en estos puertos añade otra capa de complejidad a las redes mundiales de transporte y comercio.
Las perturbaciones y el aumento de los costos no afectan a todos los países por igual: los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (Peid) y los Países Menos Adelantados (PMA) son los que están sufriendo las peores consecuencias.
Un análisis sugiere que si el aumento en las tarifas de transporte de contenedores observado entre octubre de 2023 y junio de 2024, causado por las interrupciones en el mar Rojo y el canal de Panamá, continúa hasta finales de 2025, los precios mundiales al consumo podrían aumentar 0.6 % para finales de 2025.
Para los Peid, el impacto potencial es aún más grave, con un aumento de los precios de 0,9%, y los precios de los alimentos procesados podrían subir 1,3 %.
Las economías de los Peid dependen en gran medida del transporte marítimo para sus importaciones esenciales, pero su conectividad marítima ha disminuido nueve por ciento en la última década, lo que ha acentuado su aislamiento.
El informe subraya la urgente necesidad de que el sector marítimo refuerce su resistencia frente a los crecientes efectos del cambio climático y otras perturbaciones.
Los fenómenos meteorológicos extremos interrumpen cada vez con más frecuencia las operaciones portuarias y de transporte marítimo, lo que plantea riesgos para la seguridad, retrasa las operaciones y los tiempos de tránsito, y aumenta los costos.
Estas perturbaciones también tienen implicaciones jurídicas, ya que las empresas deben ahora tener en cuenta los riesgos climáticos en los contratos de transporte marítimo, para minimizar las pérdidas y los litigios, mantener la fluidez del comercio y que los seguros sean asequibles.
La Organización Marítima Internacional adoptará objetivos más ambiciosos en emisión de gases de efecto invernadero, que calientan la atmósfera. Sin embargo, los avances siguen siendo lentos, ya que la transición hacia buques más ecológicos y combustibles bajos en carbono está aún en sus primeras fases.
La renovación de la flota se ha visto obstaculizada por la incertidumbre sobre los futuros combustibles y tecnologías. A principios de 2024, sólo 50 % de los nuevos pedidos correspondían a buques capaces de utilizar combustibles alternativos.
Mientras tanto, el desguace de buques más viejos se ha ralentizado debido a las altas tarifas de flete y a la mayor demanda tras el aumento de las distancias de navegación.
Otro problema acuciante es el aumento de las matrículas y registros fraudulentos de buques, que socavan la seguridad, la protección, el control de la contaminación y el bienestar de la gente de mar. A ello se suma una creciente “flota oscura” de buques que opera bajo el radar, eludiendo la normativa internacional.
El nuevo informe de la Unctad insta a coordinar esfuerzos para navegar, adaptarse y prosperar; que se aborden las perturbaciones; que se invierta en un transporte marítimo ecológico y con bajas emisiones de carbono, se mejore la eficiencia y la adaptación de los puertos.
A-E/HM