NAIROBI – El impacto del cambio climático sigue devastando las economías de todo el Sur global, lo que crea una necesidad apremiante de que todos los países aumenten significativamente el financiamiento climático internacional. Para impulsar acciones críticas encaminadas a reducir los riesgos climáticos y lograr un crecimiento económico sostenible, se requiere un mayor acceso a financiamiento asequible y predecible a gran escala.
En noviembre, las reuniones anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con la 29 Conferencia de las Partes (COP29) sobre cambio climático, presentan oportunidades críticas para impulsar el financiamiento climático, establecer un nuevo objetivo global para su implementación y generar impulso para los compromisos necesarios.
En este contexto, el programa de Economía y Desarrollo Global de Brookings Institution, un centro de investigación, recibió a Simon Stiell este mes, en un evento virtual para analizar cómo enfrentar el desafío global del financiamiento climático.
“Comencemos por preguntarnos: ¿dónde estamos ahora en materia de financiación climática? En la última década, hemos visto algunos avances reales. El año pasado se invirtió más de un billón de dólares en acciones climáticas a nivel mundial, frente a unos pocos cientos de miles de millones hace una década”, explicó Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Recordó que “según la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos), en 2022 los países desarrollados proporcionaron y movilizaron más de 100 mil millones de dólares en financiación climática para los países en desarrollo”.
“Llegamos hasta aquí porque los pioneros y los gobiernos inteligentes, que tenían los medios vieron la oportunidad y la aprovecharon. Pero en relación con dónde debemos estar, esto no es ni de lejos suficiente. Este año hemos visto cientos de miles de millones de dólares de daños a países ricos y pobres”, aseguró el máximo responsable del clima en la ONU.
Stiell habló junto a altos representantes de Brookings Institution, en una conversación de alto nivel para analizar los desafíos de abordar los riesgos climáticos globales y las oportunidades actuales a fin de aumentar sustancialmente la financiación climática en el mundo en desarrollo.
El vicepresidente de Economía Global y Desarrollo de Brookings, Brahima Coulibaly, afirmó que en los próximos años, el aumento de las temperaturas globales provocará más fenómenos meteorológicos extremos y severos, la degradación de los océanos y otros ecosistemas del mundo y la inestabilidad en el acceso a los alimentos y al agua potable, entre otros.
Destacó que por esa razón la acción climática es “un bien público global agregado, ya que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero lograda mediante la mitigación en un país no impide las cantidades que afectan a cualquier otro país, y son las emisiones en todas partes las que determinan las emisiones globales”.
El investigador principal de la institución, Amar Bhattacharya, habló sobre el balance global, una medida del progreso hacia el Acuerdo de París sobre el clima, que muestra que el mundo se está quedando atrás debido a la falta de inversión en la economía baja en carbono, la resiliencia climática y el capital natural. Y que esto es especialmente así en los mercados emergentes y los países en desarrollo.
Por su parte,y la investigadora principal no residente en Brookings, Vera Songwe, precisó que, por ejemplo, en los últimos cuatro o cinco años, menos de 5 % del incremento de la inversión en energía limpia se ha producido en mercados emergentes y países en desarrollo distintos de China.
En general, afirmó, “90 % de los activos naturales y de biodiversidad del mundo se encuentran en el mundo en desarrollo; 80 % del gasto se realiza en el mundo rico”.
Songwe habló del vínculo intrínseco entre el crecimiento y el clima y de la necesidad de una transformación climática que genere oportunidades y abra nuevos sectores, advirtiendo que la proliferación de energías marrones solo puede conducir al desastre.
El desastre ya se está desatando, ya que la propia isla natal de Stiell, Carriacou, parte de Granada, un país insular caribeño, recibió el impacto directo del huracán Beryl hace apenas unos meses. A medida que las cadenas de suministro se obstruyen y se rompen, la inflación afecta gravemente incluso a quienes han evitado los daños directos.
Subrayó que la financiación climática internacional debe crecer, intensificarse y ampliarse para estar a la altura de este momento.
“Simplemente no podemos permitirnos un mundo de ricos y pobres en energía limpia. En una transición global de dos velocidades, muy pronto todos perderemos», subrayó.
«Solo podemos evitar que la crisis climática diezme todas las economías, incluidas las más grandes, si cada nación tiene los medios para reducir la contaminación por gases de efecto invernadero y aumentar la resiliencia climática», añadió.
Por lo tanto, enfatizó, «sabemos que se necesitan más billones (millón de millones)”.
Stiell dijo que los bancos multilaterales de desarrollo estarán en el centro de esta transición y que este mismo mes, el Banco Mundial anunció más préstamos concesionales para el clima y el FMI está buscando formas de incorporar la acción climática y los riesgos climáticos en toda su labor.
“Muchos países enfrentan crisis de deuda que equivalen a camisas de fuerza fiscales, lo que hace casi imposible invertir en la acción climática», expresó.
A su juicio en sus reuniones anuales de otoño, «debemos ver más señales de que el Banco Mundial y el FMI están comprometidos a garantizar que los países en desarrollo tengan fondos y espacio fiscal para la acción climática y la inversión, no deudas devastadoras y costos de capital altísimos”.
Si bien el alivio de la deuda y la introducción de “más cláusulas de deuda relacionadas con el clima son un comienzo, también lo es la reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial”, agregó Stiell.
“Y no es solo una cuestión de los bancos de desarrollo. Los países del G20 (Grupo de los 20, de grandes economías industriales y emergentes) son sus mayores accionistas y deben financiarlos adecuadamente y exigir más, incluidas reformas más amplias de la arquitectura financiera internacional, al tiempo que trabajan para encontrar fuentes de financiación nuevas e innovadoras”, insistió.
Cuando falta apenas unas semanas para la celebración de la COP29, que organiza la CMNUCC en Bakú, la capital de Azerbaiyán entre el 11 y el 21 de noviembre, Stiell dijo que las finanzas públicas deben estar en el centro del nuevo objetivo financiero.
Además, la mayor parte posible de esta financiación debe ser en forma de subvenciones o concesiones y debe hacerse más accesible a quienes más la necesitan.
Y la necesidad urgente de hacer que el dinero para el clima cuente, y siempre que sea posible, apalancar más financiación privada y enviar señales a los mercados financieros de que lo verde es donde están las ganancias.
El secretario ejecutivo de la CMNUCC, indicó que la cuestión vital de quién paga y cuánto se puede acordar en Bakú.
«Pero no vamos allí a renegociar el Acuerdo de París. También es importante que pongamos en marcha mecanismos para hacer un seguimiento y garantizar que se entreguen los fondos prometidos», adujo.
Añadió que «también hay que trabajar más para aumentar rápidamente la financiación para la adaptación y conseguir que los mercados internacionales de carbono funcionen para todos. Debemos financiar una nueva generación de planes climáticos nacionales”.
Stiell habló además de la necesidad apremiante de proteger el progreso que se hizo en la COP28, celebrada en Dubái en diciembre del año pasado.
A su juicio, en Bakú se deben transformar en resultados reales en el mundo y la economía las promesas del Consenso de Dubái: triplicar la energía renovable, duplicar la eficiencia energética, impulsar la adaptación y abandonar los combustibles fósiles.
Para lograrlo, dijo Stiell que es imperativo que el Fondo de Pérdidas y Daños esté funcionando a pleno rendimiento, distribuyendo dinero entre quienes más lo necesitan.
“Este es un momento de profunda fractura entre las naciones y dentro de ellas. En tiempos como estos, existe la tentación de encerrarse en sí mismo. Si tomamos ese camino, pronto se habrá acabado la lucha mundial por el clima», reflexionó.
Por lo tanto, subrayó Stiell, «elijamos el camino que nos llevará a cambiar las reglas del juego: el que reconoce que una mayor y mejor financiación climática es totalmente beneficiosa para todas las naciones y puede dar resultados en todas partes.
“Elijamos el camino que se centra en las soluciones, asegurando que los enormes beneficios de una acción climática más audaz (un crecimiento más fuerte, más empleos, mejor salud, energía limpia segura y asequible) estén al alcance de todas las naciones. Ese es el único camino para que todas las naciones sobrevivan y prosperen”, concluyó.
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