Escasez de combustible y otros insumos diezma la pesca en Cuba

Dos jóvenes pescadores se preparan para salir a faenar en una embarcación, en un puerto pesquero de la bahía de La Habana. Los pescadores necesitan hielo, combustible, artes de pesca y otros insumos antes de aventurarse al mar. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

LA HABANA – La escasez de implementos, combustible, embarcaciones modernas e incluso hielo afectan la productividad de la ya deprimida industria pesquera de Cuba, dificultando a su vez que los productos marinos lleguen a las mesas de la población.

“En mi dieta rara vez incluyo el pescado. Primero, porque no es tan fácil encontrarlo, y segundo, es muy caro”, dijo a IPS Camila Hernández, de 55 años, residente en La Habana.

En las pescaderías estatales de la capital puede encontrarse el kilogramo de claria o pez gato  a un valor de 6, 4 dólares, mientras que en negocios privados, el medio kilo de pargo y otros pescados marinos, a 9, 2 dólares, según la tasa de cambio oficial de 120 pesos por un dólar.

Como el salario medio en la isla equivale a unos 39 dólares mensuales, y el salario mínimo, a unos 17,5, se vuelve complicado para la mayoría de los cubanos adquirir dichos alimentos que no se encuentran, salvo excepciones circunstanciales, entre los racionados y subsidiados por el Estado.

“La principal dificultad que tenemos es que no nos venden hielo, combustible ni artes de pesca (cordeles, anzuelos y otros utensilios). Tenemos que conseguirlos bien caros por la ‘izquierda’ (mercado informal)”: Juan Jiménez.

Funcionarios del Ministerio de la Industria Alimentaria revelaron que el consumo de pescado en Cuba cayó de 18 kilogramos al año por habitante hace décadas, a 3, 8 kilogramos al cierre de 2021.

“En la década de 1980 se comió más pescado, pero así y todo no creo que este haya estado al nivel de demanda de la leche, el huevo o el pollo.  La gente no lo tiene incorporado a su cultura culinaria. Claro, la oferta es cada vez menor”, afirmó a IPS el residente habanero Mario Pérez, de 62 años.

Un cliente compra productos del mar en una pequeña pescadería privada en La Habana. Los precios de los productos marinos son muy caros en Cuba para el poder adquisitivo de la ciudadanía. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Una industria en decadencia

El que es el mayor país insular del Caribe cuenta con más de 20 000 pescadores, 7000 embarcaciones privadas registradas y 360 barcos estatales escameros, como se llaman localmente a los que se dedican específicamente a la captura de peces.

La captura en 2022, el último año del que existen registros, sumó unas 30 000 toneladas de mariscos y pescados , según la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei). Los pescados totalizaron las 22 435 toneladas, incluida también la acuicultura.

La cifra es significativamente menor a las 40 716 toneladas de pescados y mariscos de 2021 y bastante similar a las 30 500 toneladas de 1960, cuando apenas empezaba a desarrollarse la industria pesquera en Cuba.

La cúspide productiva ocurrió entre las décadas de los años 70 y 90, cuando las capturas representaban más de 100 000 toneladas de pescado anuales, afirmó a medios oficiales  Armando Posada Loriga, presidente del estatal Grupo Empresarial de la Industria Pesquera.

Sin embargo, con la caída del campo socialista de la Unión Soviética y el surgimiento de una persistente crisis económica, prácticamente desaparecieron las flotas atuneras, arrastreras y la del golfo de México, que faenaban fuera de la plataforma marina del archipiélago.

Un pescador repara el motor de una embarcación, en un puerto pesquero en la bahía de La Habana. Modernizar las embarcaciones es uno de los desafíos de los pescadores cubanos para mejorar el rendimiento productivo del sector pesquero. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Para colmo, la plataforma cubana se sobreexplotó como consecuencia de prácticas pesqueras inadecuadas, sin tener en cuenta los ciclos biológicos de las especies, además de los efectos del cambio climático y el impacto negativo de los huracanes.

El Estado ha intentado en el último lustro recuperar algún vestigio del otrora esplendor de la industria con la implementación de algunas medidas, pero no ha logrado hasta ahora un crecimiento notorio.

En el primer semestre de 2024 se han capturado 15 620 toneladas de pescados y mariscos, solo 53 % del plan previsto sumando la pesca marina y la acuicultura, informó en septiembre Posada, en el espacio televisivo Mesa Redonda.

De ese volumen, se destinan 15 % a las demandas del turismo, 14 % a la exportación y 71 % al consumo de la población.

Aún así, muchos cubanos se hacen la misma pregunta de los últimos años: ¿por qué no hay pescado en una tierra rodeada de mar?

Un pescador reúne en una caja plástica los pescados capturados durante la jornada, en el Puerto Pesquero de Interés Local GeoCuba, en la bahía de Manzanillo, en la provincia de Granma, al este de Cuba. La tradición pesquera suele transmitirse de padres a hijos en el país. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Necesidades de los pescadores

En Manzanillo, un municipio costero de la oriental provincia de Granma y ubicado a 753 kilómetros de La Habana, el pescado representa 14 % de la dieta de la población, sobre todo la liseta (Liseta Leporinus muyscorum), típica de esas aguas, dijo a IPS Víctor Remón, director del Departamento de Desarrollo Territorial del gobierno local.

En todo el municipio, existen 232 embarcaciones pesqueras; de estas, 84 están asociadas a una de las seis bases pesqueras en el Puerto Pesquero de Interés Local GeoCuba, que dirige Roberto David Rosales, un antiguo policía que, al retirarse, se compró un pequeño barco en 2021 y cambió de oficio.

Esta suerte de gremio de pescadores –quienes operan legalmente como trabajadores por cuenta propia–, vende sus capturas al estatal Combinado Pesquero de la zona (fábrica de procesamiento de los productos marinos), a negocios gastronómicos, o directamente a la población a través de un puesto de ventas.

Rosales comentó a IPS durante una visita a Manzanillo que antes ofertaban sus capturas a la población al equivalente de 1, 5 dólares el kilogramo, pero luego tuvieron que aumentar el precio a 2, 75 dólares, debido al aumento de los costos.

Supuestamente, el Combinado Pesquero del gobierno local debían facilitar la compra de combustible y otros insumos necesarios para embarcarse al mar a los pescadores, pero ante la escasez de estos, los últimos tenían que conseguirlos en el mercado informal, a precios excesivos y especulativos.

Algunas embarcaciones fondeadadas en las inmediaciones de la base de pesca GeoCuba, en la bahía de la ciudad de Manzanillo, en el este de Cuba. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

“La principal dificultad que tenemos es que no nos venden hielo, combustible ni artes de pesca (cordeles, anzuelos y otros utensilios). Tenemos que conseguirlos bien caros por ‘la izquierda’ (en e mercado informal)”, confesó a IPS el pescador Juan Jiménez, de 58 años,  cuyo padre se dedicó al mismo oficio, al igual que ya hacen sus hijos.

Por otra parte, Jiménez consideró que las condiciones de los pescadores son “infrahumanas”, debido al peligro que afrontan la mayoría por no tener embarcaciones óptimas.

Varias personas utilizan cañas de pescar en un área del afamado malecón de La Habana, donde la pesca se practica tanto por interés comercial y alimentario, como por fines recreativos. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

El propósito de revitalizar la pesca

Para obtener mayores niveles de captura, se necesita modernizar las embarcaciones, disponer de artes de pesca, equipamientos tecnológicos y de refrigeración suficientes y, por supuesto, combustible, admitió Posada, el presidente del grupo empresarial.

La insuficiencia de liquidez externa y las sanciones de Estados Unidos hacia Cuba dificultan la inversión en esas áreas.

De acuerdo a Posada, en el período de la pandemia de covid (2020-2022), el país no realizó importaciones para el sector pesquero. En 2023 se importó un estimado de 1, 9 millones de dólares y, para 2024, se destinaron cinco millones de dólares.

Las capturas en la plataforma insular están limitadas para no sobrexplotar la fauna marina, con un tope de 22 000 toneladas anuales entre pescados y mariscos, al menos hasta que se recuperen las especies en ella.

Por ello, la mejor solución encontrada por el gobierno reside en incentivar la acuicultura, con mucha mayor disponibilidad.

La capacidad en la isla de estanques para la crianza de especies acuáticas es de 12,5 kilómetros cuadrados, de los cuales se encuentran en uso 7,5 kilómetros cuadrados.

Muchos especialistas coinciden en que la acuicultura es un sistema muy eficiente, pues en cultivo intensivo, solo deben emplearse dos kilogramos de alimentos para lograr un kilogramo de pescado.

En la cría porcina, por ejemplo, un kilogramo de carne de cerdo requiere de 10 a 12 kilogramos de alimentos.


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Según la Onei, de las 22 435 toneladas de pescados obtenidos en 2022, 14 058 toneladas (62, 7%) procedieron de la acuicultura, específicamente de especies de carpa (Cyprinus carpio), tenca (Tinca tinca), tilapia y claria o pez gato (Claridae).

Ese interés en pescar lo que se “siembra”, no significa que el gobierno haya desestimado la actividad en la plataforma marina de la isla.

En 2019, lanzó una ley con el objetivo de flexibilizar la actividad pesquera, así como otras normativas que permitieron que se pudiera ejercer bajo formas de gestión no estatal y se facilitara la obtención de las licencias correspondientes.

Luego, en 2024, con la Resolución 16 del Ministerio de la Industria Alimentaria, se consintió que los pescadores pudieran comercializar sus capturas sin la intervención de entidades estatales.

Más allá de las leyes, todavía falta para que, en la práctica, se logren mejores resultados productivos y que estos incidan en una mejor dieta de la ciudadanía.

ED: EG

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