Energía solar salva cooperativa lechera en el Semiárido de Brasil

La sede de la cooperativa agroindustrial Capribom con sus techos recubiertos de paneles fotovoltaicos. La planta de leche y derivados lácteos está situada en Monteiro, un extenso municipio rural del estado de Paraíba, en el nordeste de Brasil. Imagen: Cortesía de Capribom

MONTEIRO, Brasil – «¡Ixe! Si no fuera por la energía solar, habríamos cerrado, puedes estar seguro. Tuvimos que parar por la pandemia el 15 de marzo de 2020, pero los gastos de energía eran fijos», dijo Erika Cazuza, directora administrativa y financiera de la brasileña Cooperativa de Productores Rurales de Monteiro (Capribom).

Ixe es un vocablo propio y muy usado en la región del Nordeste de Brasil, que es una reducción de Virgen y que refleja su arraigada cultura religiosa.

Monteiro, con algo más de 33 000 habitantes, es un municipio de la zona más seca de la ecorregión del Semiárido, con una superficie de 1,03 millones de kilómetros cuadrados que abarca varios estados del Nordeste y una población de 27 millones de habitantes, donde las precipitaciones son de apenas unos 600 milímetros anuales de promedio.

«El sistema solar generó una reducción de 90 % en los costos de energía, lo que garantizó el funcionamiento, incluso durante la pandemia”: Fabricio de Souza Ferreira.

El Semiárido es afectado también por severas sequías que pueden durar varios años, como ocurrió entre 2012 y 2017 en la mayor parte de la ecorregión. Situado en una meseta, a una altitud de unos 600 metros, Monteiro tiene con todo un clima agradable en sus 992 kilómetros cuadrados de extensión.

Gracias en gran medida a Capribom, Monteiro, donde la ganadería extensiva es la principal actividad económica desde el siglo XVIII, pasó del 126º lugar en el ranking municipal del producto interno bruto (PIB) al 14º entre los municipios del estado de Paraíba, del que es el más extenso.

Erika Cazuza, directora administrativa y financiera de Capribom, quien cuenta que sin la energía solar no sería viable la cooperativa de leche y derivados situada en la ecorregión del Semiárido de nordeste brasileño. Imagen: Carlos Müller / IPS

Al hablar de energía solar, Cazuza se refería a los 316 paneles y otros equipos de generación fotovoltaica instalados en 2018 en los techos de la sede de la planta de la cooperativa, en el districto de Fazenda Morro Fechado, una zona de transición entre la zona rural y el casco urbano de Monteiro.

La inversión se realizó con recursos no reembolsables provenientes de un préstamo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida) al gobierno de Paraíba, por un monto del equivalente a 62 970 dólares, con una contrapartida de 1830 dólares de la propia cooperativa.

«El sistema solar generó una reducción de 90 % en los costos de energía, lo que garantizó el funcionamiento, incluso durante la pandemia», dijo a IPS el presidente de la cooperativa, Fabrício de Souza Ferreira. Antes, estos gastos alcanzaban hasta el equivalente a 2280 dólares mensuales.

Los caprinos se adaptan mejor al bioma del Semiárido y los agricultores familiares han mejorado sus planteles con el cruce de razas rústicas con otras que producen más carne y leche en esta ecorregión del nordeste de Brasil. Imagen: Carlos Müller / IPS

El ahorro trajo camiones

El ahorro permitió la compra de un camión para la distribución de productos, que anteriormente se realizaba por transportistas contratados.

Actualmente, la cooperativa cuenta con seis camiones propios para la recolección de leche y la distribución de sus productos (yogurt, queso, mantequilla, dulce de leche, requesón y otros) que pasaron de seis a 20 con diferentes sabores y presentaciones.

En los últimos años, los gobiernos de los estados del Nordeste promueven la producción y consumo de quesos de cabra. Entre 23 y 26 de octubre, se realizó en la capital de Paraiba, João Pessoa, el Salón del Queso y de la Cachaça (aguardiente) de Paraíba. Capribom presentó 12 productos y todos ganaron medallas: ocho de oro y cuatro de plata.

Capribom tuvo que enfrentar grandes dificultades cuando la pandemia de covid-19 llegó a la región y los programas de compras públicas de alimentos de la agricultura familiar fueron suspendidos durante cuatro meses.

«Antes de la pandemia teníamos 400 socios (cuatro de los cuales fallecieron). Con la pandemia, el número de los que seguían proveyendo leche bajó a 250 porque seguíamos trabajando y no podíamos dejarlos varados, a pesar de que todos nuestros empleados se enfermaron», dijo emocionado Ferreira.

Lo que sostuvo la producción entonces fue el abastecimiento de leche al Ejército y el incipiente mercado privado local. Después de unos meses, también se reanudaron las entregas a las escuelas, donde, a pesar de la suspensión de las clases, los estudiantes recogían sus comidas elaboradas.

La recuperación a medida que se superaba la pandemia fue vigorosa. En la actualidad, Capribom, fundada en 2006, cuenta con 583 socios registrados y unos 80 a la espera de la aprobación de sus solicitudes por parte de la asamblea de socios.

La energía solar produjo un ahorro drástico en electricidad que permitió a la cooperativa lechera Capribom comprar su primer camión. Ahora cuenta con seis camiones que recogen la leche de los productores y distribuyen sus productos lácteos. Imagen: Carlos Müller / IPS

Aumento de la producción

En septiembre de este año, la planta lechera procesaba 18 000 litros de leche por día, de los cuales 6000 eran de cabra y 12 000 de vaca, de los cuales 15 % se producían en tres asentamientos (comunidades de agricultores asentados por la reforma agraria) existentes en la región.

Antes de la pandemia eran 10 000 litros en total, que en 2020 se redujeron a 7000, de los cuales 3000 eran de cabra, detalló Ferreira durante un recorrido por la planta.

Al principio, la instalación solar generaba un excedente de energía, que se utilizaba en los enfriadores de leche de los centros de acopio. La reciente expansión requirió la instalación de otros 100 paneles solares y equipos relacionados, ahora con recursos de la propia cooperativa.

«Todavía tenemos un déficit porque las nuevas máquinas, refrigerador, pasteurizador y yogurtera (3000 litros) consumen mucha energía, pero han reducido las pérdidas. Se necesitarán 50 más», dijo Ferreira, con satisfacción, argumentando que hoy lo que falta para ampliar la producción es otra cámara fría y más energía.

De hecho, el volumen de negocio se multiplicó. Antes de la pandemia, Capribom vendía el equivalente a dos millones de litros al año. Ahora, alrededor de siete millones.

Y los resultados benefician directamente a los miembros de la cooperativa, que tienen garantizada la colocación de su producción y reciben el equivalente a 0,40 dólares por litro entregado, mientras que otros compradores pagan solo 0,32 dólares.

El presidente de la cooperativa Capribom, Fabrício de Souza Ferreira, ante un equipo de tratamiento de leche. Los equipos de la producción de lácteos consumen mucha electricidad, un costo reducido drásticamente por la generación propia de energía fotovoltáica, en la planta agroindustrial situada en Monteiro, en el semiárido nordeste de Brasil. Imagen: Carlos Müller / IPS

Los logros de Capribom no solo benefician a sus miembros. Aunque en Brasil las cooperativas están exentas de algunos impuestos, esa agroindustria contribuye con alrededor de 25% de la recaudación del municipio de Monteiro.

Además de los beneficios fiscales, las cooperativas brasileñas tienen un trato preferencial en las licitaciones públicas.

Esta condición permite a las cooperativas de agricultores familiares colocar sus productos en condiciones estables de precio y plazo, pero tiene inconvenientes burocráticos y la dependencia de políticas públicas.

Entre esas iniciativas destaca el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE), que llega a 41 millones de estudiantes en todas las escuelas públicas del país, con recursos del gobierno federal transferidos a estados y municipios.

Este es también el caso del Programa de Adquisición de Alimento, a través del cual el gobierno compra alimentos producidos por la agricultura familiar y los transfiere a entidades públicas y asistenciales y a los llamados restaurantes populares.

La contratación pública llegó a absorber 90 % de la producción de Capribom, porcentaje que actualmente se redujo a 70 %. Reducir la dependencia de los programas gubernamentales y ampliar su mercado son dos de los objetivos de la cooperativa.

«Con otras cooperativas de la agricultura familiar, creamos una cooperativa central, llamada Nordestina, para vender conjuntamente desde productos lácteos hasta pulpa de frutas, tubérculos, gallinas camperas y huevos, lo que nos permite llegar a más mercados con costos reducidos», dijo Ferreira.

Wesley Cristyan Batista da Silva, licenciado en agroecología y que trabaja desde hace dos meses en la evaluación de la leche entregada por los produtores en la planta agroindustrial Capribom, donde 80 % de los empleados son hijos de los membros de la cooperativa, que ya no buscan huir de la región del Semiárido de Brasil. Imagen: Carlos Müller / IPS

Recuperación del matadero

El proyecto más importante para finales de 2024 es poner en operación el matadero Frigorífico de Caprinos y Ovinos de Monteiro, en un terreno junto al de Capribom.

Esta agroindustria fue construida por el gobierno nacional en el año 2000 y entregada a un consorcio de alcaldías. El contrato de gestión caducó y las instalaciones nunca funcionaron. Fueron saqueados o se volvieron chatarra.

«En el actual gobierno, los técnicos nos visitaron y vieron el potencial. Negociamos con el gobierno del estado y la alcaldía. El gobierno nacional pasó las instalaciones al estado, que las pasó a la alcaldía y esta le hizo una cesión de uso a Capribom», dijo Ferreira.

La cooperativa logró recuperar parte de los equipos. El gobierno de Paraíba está adquiriendo nuevas cámaras frigoríficas y las está instalando en el lugar.

Con capacidad para sacrificar diariamente 120 animales menores (cabras y ovejas, además de cerdos eventualmente), el matadero será el único en Paraíba con los registros sanitarios exigidos por la legislación brasileña y podrá participar en programas de contratación pública.

A las escuelas se destinarán cortes deshuesados de carne de oveja y cabra. Piezas enteras se enviarán a otras entidades, pero Ferreira no pierde de vista el mercado de los cortes especiales. «Es un mercado pequeño, pero del tipo gourmet», explicó.

Capribom cuenta con 50 empleados, a los que se sumarán los 30 que trabajarán en el matadero cuando comience a operar con normalidad.

Según la directora administrativa Cazuza, 80 % de los empleados son hijos de los cooperativistas.

Es el caso de Wesley Cristyan Batista da Silva, licenciado en agroecología y que trabaja desde hace dos meses en la evaluación de la leche entregada por los productores a la lechería y que les brinda asistencia técnica.

Históricamente, los jóvenes de la agricultura familiar emigraban de la región semiárida debido a la falta de oportunidades de estudio y trabajo.

Da Silva es parte de una generación diferente. Tiene un título universitario y combina la colaboración en la propiedad familiar con el empleo en la cooperativa. «¿Estoy satisfecho? Sí. Era lo que quería y lo que pretendo seguir haciendo», dijo a IPS con confianza.

ED: EG

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe