KOCHI, India – Cada mañana, antes del amanecer, los pescadores de las costas de Kochi, en el estado de Kerala, en el extremo suroccidental de India, se dirigen al mar y lanzan sus redes a la sombra de las emblemáticas cheenavalas, las redes de pesca chinas que se han convertido en un símbolo de su comunidad.
Fui testigo de esta antigua tradición, que antaño era un medio fiable de supervivencia y ahora es una apuesta diaria, una lucha contra mares impredecibles y la disminución de las poblaciones de peces.
La pandemia de covid expuso lo vulnerables que son; a pesar de estar clasificados como trabajadores esenciales, se quedaron sin las protecciones que necesitaban.
Y ahora, a medida que el cambio climático se hace más fuerte, estos pescadores se encuentran en la primera línea de una nueva crisis.
El aumento de las temperaturas del mar, el clima errático y el agotamiento de las reservas de peces los han sumido aún más en la desesperación, obligándolos a navegar por un futuro tan incierto como las aguas de las que dependen.
Martin, un pescador de Kochi, en Kerala, que sonrió y me invitó a subir a su barco, ha estado pescando durante más de 25 años, y reflexiona sobre las crecientes dificultades.
Después de explicarme un rato sobre el enorme barco y el proceso de pesca, dijo: «En estos tiempos difíciles, cuando el gobierno debería apoyarnos después de que generaciones de familias hayan dependido de la pesca, nos hemos quedado sin nada y estamos desesperados por recibir ayuda. Compramos nuestras herramientas y equipos para pescar, pero el gobierno no nos ayuda para la educación o la atención médica».
Martin continuó: “En un barco trabajan cinco o seis personas, y también hay que darle dinero al propietario. Ahora hemos empezado a depender del turismo, donde invitamos a turistas, especialmente extranjeros, a subir a nuestros barcos (propiedad privada) para que nos expliquen nuestro oficio y el proceso de pesca, por lo que a veces recibimos una compensación.
Y siguió: «Algunos son generosos y otros no. Esta solía ser la única forma de ganar dinero en la temporada baja (la prohibición de pesca del monzón), pero ahora, después del cambio climático, se ha convertido en la única fuente de ingresos para nosotros”.
Kochi, antes conocida como Cochin, era un importante centro comercial mundial. Atraía a comerciantes de Arabia y China en el siglo XV, y más tarde los portugueses establecieron Cochin como su protectorado, convirtiéndola en la primera capital de la India portuguesa en 1530.
Hoy en día, el rico patrimonio arquitectónico de la ciudad, junto con las emblemáticas cheenavalas, las aredes de pesca chinas, son importantes atracciones turísticas. Los pescadores de la zona utilizan estas redes de pesca chinas como método tradicional de pesca.
Se cree que fueron introducidas por el explorador chino Zheng He, de la corte de Kublai Khan, y pasaron a formar parte del paisaje de Kochi entre 1350 y 1450.
La técnica, que es bastante impresionante de ver, consiste en grandes redes en la orilla que se suspenden en el aire mediante soportes de bambú o madera de teca y se bajan al agua para capturar peces sin necesidad de aventurarse en el mar.
Toda la estructura está equilibrada por piedras pesadas, lo que la convierte en una práctica ecológica que preserva la vida y la vegetación marinas, basándose únicamente en materiales naturales sin dispositivos dañinos.
Las tradicionales redes de pesca cheenavala, que en el pasado eran una herramienta vital para el sustento de los pescadores de Kochi, se han convertido ahora en un símbolo de una crisis cada vez más profunda. El cambio climático, en particular el calentamiento del mar Arábigo, ha reducido drásticamente las poblaciones de peces.
Irónicamente, el gobierno se beneficia de la promoción de este símbolo icónico, incluso cuando la industria pesquera se enfrenta a cierres: cuatro plantas de procesamiento de pescado orientadas a la exportación cerraron en Kerela en los últimos meses debido a la escasez de pescado. Este marcado contraste pone de relieve la creciente desconexión entre la tradición y la supervivencia frente al cambio climático.
A pesar de que las redes de pesca chinas son una importante atracción turística, el gobierno ha mostrado poco o ningún interés en preservarlas.
El proceso comenzó en 2014, cuando una delegación china, encabezada por Hao Jia, un alto funcionario de la embajada china en la India, se reunió con el entonces alcalde de Kochi, Tony Chammany, para ayudar a renovar las redes y propuso construir un pavimento a lo largo de la playa de Fort Kochi.
KJ Sohan, exalcalde de Kochi y presidente de la Asociación de Propietarios de Redes de Pesca de China, expresó su apoyo a la iniciativa china de preservar las redes de pesca tradicionales.
Enfatizó que estas redes de gran tamaño, basadas en técnicas antiguas, son exclusivas de esta región. Sin embargo, también destacó el importante descuido gubernamental de estas redes. Las compañías de seguros se niegan a cubrirlas y deben reemplazarse dos veces al año, lo que genera costos sustanciales.
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El Departamento de Turismo encargó posteriormente a la Organización de Consultoría Industrial y Tecnológica de Kerala que renovase 11 de estas redes y asignó 2,4 millones de rupias (u$s 24 millones), junto con madera de teca y madera de Malabar para las reparaciones.
Las autoridades se habían negado inicialmente a liberar fondos directamente, exigiendo a los propietarios que empezaran primero la renovación, con promesas de pagos escalonados.
Recientemente se ha descubierto que los propietarios de los barcos, muchos de los cuales solicitaron préstamos con intereses elevados para comenzar la renovación, se encuentran ahora en dificultades financieras, ya que aún no han recibido los fondos gubernamentales prometidos, a pesar de haber completado el trabajo hace más de un año.
Muchos pidieron préstamos e instalaron nuevos tocones de madera de coco, pero incluso después de casi terminar el trabajo, siguen esperando los fondos. Esto ha dejado a los pescadores endeudados mientras las autoridades citan problemas relacionados con el Grupo GST por la demora. Los propietarios argumentan que están exentos del impuesto.
Los pescadores, tanto hombres como mujeres, a menudo son invisibles en los debates sobre el cambio climático, pero están en el corazón de la seguridad alimentaria, alimentando a millones de personas mientras luchan por alimentar a sus propias familias.
Su lucha por la supervivencia no es solo una cuestión de tradición o sustento, es una cuestión de justicia.
Si el gobierno sigue haciendo la vista gorda, los pescadores de Kerala pueden no tener más opción que buscar apoyo en otro lugar, de organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales o mecanismos globales de financiación climática.
Sus luchas deben ser reconocidas y sus voces amplificadas en la lucha por la justicia climática.
Los pescadores de Kerala no solo luchan contra los mares, sino por su futuro. Si no se toman medidas inmediatas y se les brinda un apoyo significativo, corremos el riesgo de perder no solo sus medios de subsistencia, sino también todo un modo de vida.
Si el gobierno no está a la altura de las circunstancias, el mundo debe intervenir para garantizar que estas comunidades no caigan en el olvido.
T: MLM / ED: EG