LA HABANA -Tras cuatro días de un apagón que dejó sin luz a los diez millones de habitantes de Cuba, el gobierno ha ido restableciendo el suministro eléctrico parcialmente, a la vez que mantiene el estado nacional de “emergencia energética” y la suspensión de las clases y actividades no vitales altamente consumidoras.
Según el reporte de la mañana de este martes 22 de la estatal Unión Eléctrica (UNE), alrededor de 70 % de los clientes del país tiene luz, sobre todo los residentes de las provincias de Pinar del Río, Artemisa, Mayaquebe y La Habana (al oeste), y Las Tunas y Holguín (al este), cubiertos casi en su totalidad.
En cambio, las provincias con menor disponibilidad en la jornada son Santiago de Cuba y Guantánamo, la más oriental de todas.
“Entré en una especie de colapso mental o ansiedad, porque la incertidumbre y la desesperanza de la situación no te da para planificar nada. No sabes si cuando te pongan la luz, a la hora te la van a quitar. Es subsistir, minuto a minuto, el día a día”: Elizabeth Martínez.
Esta última se encuentra adolecida tras recibir el paso del huracán Óscar que permaneció más de 24 horas en su territorio para luego salir a las islas Bahamas, degradado a tormenta tropical y dejando atrás sus rastros de destrucción de viviendas, cultivos y el fallecimiento de al menos seis personas.
Al menos por ahora, el fluido eléctrico se encuentra estable a unos 1400 megavatios (MW), con los linieros reparando cualquier avería menor en los circuitos que ya se encuentran activos.
Sin embargo, queda la sospecha en los comentarios populares de si esta “paz” será una duradera, o volverá a desconectarse por completo el sistema eléctrico nacional como lo hizo varias veces durante el fin de semana.
Historia de un sistema endeble
En la mañana del viernes 18 colapsó el sistema eléctrico nacional porque de forma imprevista dejó de funcionar la central termoeléctrica Antonio Guiteras, en la occidental provincia de Matanzas; solo después –el domingo 20– las autoridades explicaron que la causa exacta había sido un salidero en una caldera de dicha central.
Cuando Fernanda González, una residente de La Habana de 57 años, escuchó en la noche del jueves 17 la intervención televisiva del primer ministro Manuel Marrero, llenó todos los cubos y recipientes de su casa, a sabiendas de que la falta de energía por largos periodos suele provocar la paralización en otros servicios como el bombeo del agua.
“La situación ha ido empeorando en los últimos días”, reconoció el jefe del gabinete.
Aquella transmisión, en cadena nacional y retrasada unas horas de su programación inicial, juntó a Marrero con otros funcionarios como Alfredo López, director de la estatal Unión Eléctrica (UNE), empresa que controla el sistema eléctrico del país.
La UNE había informado que el mayor déficit de generación eléctrica en los últimos dos años ocurriría la noche de ese jueves en el denominado horario pico en la tarde-noche: 1608 megavatios (MW), casi la mitad de una demanda nacional de 3300 MW.
Cada mañana se emite en la estatal televisión cubana un reporte sobre el déficit energético, y desde septiembre la cifra había estado superando 40 % de la demanda, por lo que también iba aumentando la frecuencia de los cortes programados de los distintos territorios del país, cuyo calendario se publica una vez por semana en redes sociales.
López explicó el jueves 17 que el estado envejecido de las plantas termoeléctricas, la carencia de combustible para que funcionen y el incremento de la demanda en el sector residencial son los factores que más inciden en los problemas de generación eléctrica.
En 2023, por ejemplo, se importaron más de 100 000 equipos de climatización y, de acuerdo a la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), el sector residencial consumió 9038 gigavatios hora (GWh), 45 % del total generado, casi 1000 GWh más que en 2022.
El sector estatal, a su vez, absorbió 6447 GWh (32,5 %) y un restante 18,7 % se perdió en los procesos de transmisión y distribución de electricidad.
En la comparecencia televisiva se advirtió que vendrían tiempos más difíciles, pero nunca se dijo nada de un apagón nacional que rompería el record de déficit eléctrico en menos de un día, con “cero cobertura energética”, así que González no creyó que necesitaría llenar también su tanque de 55 litros destinado a emergencias hídricas.
“Ese fue mi error, pensar que los apagones no durarían tanto”, dijo a IPS.
Una desconexión de dicha envergadura no sucedía desde el paso del huracán Ian en septiembre de 2022, que dañó las instalaciones eléctricas del occidente cubano y causó que esta nación insular caribeña permaneciera durante varios días en tinieblas.
Altibajos en el restablecimiento
La recuperación no fue fácil. Las autoridades intentaban reconectar el sistema energético desde su caída el mismo viernes, con un protocolo que iba encendiendo áreas o microsistemas en distintos puntos del archipiélago, para luego interconectarlas y generar tensión a las centrales termoeléctricas con el objetivo de reiniciarlas.
De tal forma, unas pocas localidades fueron recibiendo electricidad, pero a las 6:15 de la mañana del sábado 19 ocurrió otra desconexión total, y después otra más en el subsistema a las 10:15 de la noche de ese jornada.
Cada vez que se caía el sistema, era necesario recomenzar el mismo procedimiento, explicaron a la prensa los especialistas de la UNE.
El domingo 20 por la tarde volvió a interrumpirse la recuperación por un “fallo de transmisión” que provocó el último apagón general en este fin de semana.
Entretanto, muchos habitantes de La Habana, ciudad de unos dos millones de personas, aprovechaban la luz del sol y salían a buscar pan –en las pocas panaderías que pudieron reabrir–, verduras y alimentos para sortear la crisis energética.
“No sé qué comprar, capaz que compre algo que se eche a perder”, reflexionó en voz alta una mujer joven mientras recorría una feria agropecuaria que suele hacerse los sábados en el parque capitalino de La Normal.
En esa misma feria, González compró un cartón de 30 huevos y un paquete de pollo de 4, 5 kilogramos a aproximadamente 3000 pesos cada producto, unos 25 dólares según la tasa de cambio oficial de 120 pesos por un dólar. El salario medio en Cuba equivale a 39 dólares mensuales.
Los precios se mantenían entonces similares a los de días atrás, pero a medida que pasaba el tiempo, algunos vendedores privados hacían rebajas de los productos que necesitaban congelación, y unos pocos incluso los donaban a la gente, antes que peligraran por descomposición, según coincidieron varios entrevistados por IPS.
Apagón maratónico
La habanera Elizabeth Martínez, de 30 años, estuvo 67 horas seguidas sin luz en su casa: desde las ocho de la mañana del viernes 18 –le coincidió un corte programado con la desconexión total–, a las tres de la madrugada del lunes 21; una de las tantas personas que no disfrutó ni un momento de electricidad durante los intentos fallidos de recuperación.
“Cuando vino la luz, parecíamos en mi familia hormiguitas locas tratando de hacer cosas. De los tres refrigeradores que tenemos en casa, dos ya estaban descongelados. Y al tercero le quedaba poco. Habíamos llegado a un punto en que nos resignamos con la idea de que se habían olvidado de este pedacito de Lawton (su barrio)”, dijo a IPS.
Desinformada por la falta de conexión a internet, Martínez describió cómo fueron estallando sus nervios.
“Entré en una especie de colapso mental o ansiedad, porque la incertidumbre y la desesperanza de la situación no te da para planificar nada. No sabes si cuando te pongan la luz, a la hora te la van a quitar. Es subsistir, minuto a minuto, el día a día”, agregó.
A partir del segundo día sin electricidad, el sábado 19, muchos de sus vecinos comenzaron a golpear cacerolas y sartenes en modo de protesta, igual ocurrió en otras localidades de la capital.
Martínez supo de algunos oportunistas que, habiéndoles llegado la corriente, empezaron a cobrar 100 pesos (0, 8 dólares) por dejar cargar un celular.
“La moral, las virtudes y los valores de este país han sido totalmente golpeados por las necesidades” que se han agudizado en los últimos años, lamentó.
El corte eléctrico masivo es el remate a una crisis económica que viene acrecentándose en el último lustro y que tiene un gran impacto en la población por el desabastecimiento, la inflación, un aumento de las desigualdades y, por supuesto, los propios apagones cotidianos, que afectan también al sector privado y a la industria estatal.
Con los altibajos en la rehabilitación del sistema eléctrico, los cubanos en las redes sociales lo mismo se estresaban, que enfurecían o respondían con sátira:
“Esta es la tierra con menos megavatios que ojos humanos hayan visto”, decía un meme –uno entre decenas– que emulaba las supuestas palabras del navegante Cristóbal Colón cuando el 27 de octubre de 1492 avistó por primera vez las costas de Cuba y resaltó su belleza.
Dependencia y ahorro
De los de los 19 825 gigavatios hora (GWh) producidos en 2023, 46 % provino de las plantas termoeléctricas, 12, 6 % de emplear la energía térmica del gas natural acompañante del petróleo, 13, 8 % de los generadores de electricidad interconectados al sistema que operan con diésel y fuel, de acuerdo a la Onei.
También 22, 7 % procedió de seis plantas flotantes (patanas) contratadas a la empresa turca Karpowership, así como 0,5 % de hidroeléctricas y 1,2 % de las energías eólicas y fotovoltaicas. Además, algunas industrias, como la del níquel y la azucarera, produjeron 2, 3 % para a partir de subproductos de su área de trabajo.
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En proporción, Cuba depende en gran medida de la importación de combustibles, pues consume ocho millones de toneladas anuales, de los que solo produce tres millones, según datos del Ministerio de Energía y Minas.
Entonces el gobierno debe buscar esos insumos a un mercado internacional con las trabas que imponen las sanciones económicas de Estados Unidos.
De ahí que el primer ministro indicara en su aparición televisiva que se tomarían más medidas ahorrativas para controlar el déficit energético como fomentar el teletrabajo y cambiar las tarifas eléctricas del sector privado,
Asimismo, se tienen previstas fuertes inversiones en parques fotovoltaicos para 2025, pues Cuba pretende que las fuentes renovables de energía representen el 24 % de su matriz energética hacia 2030.
ED: EG